SÍ, es cierto. Cuando llegué al club el verano de 2009 el remo era mi devoción y el Bilbao Basket mi profesión, pero ahora se ha convertido en parte muy importante de mi vida". Habla José Manuel Monje, que ayer mismo cumplió 38 años, de la doble faceta por la que discurre su vida: director de Comunicación del Bizkaia Bilbao Basket y presidente de la Sociedad Deportiva Kaiku. Centrado en la vorágine de las jornadas previas a la histórica final de la ACB que jugarán los hombres de negro y con un ojo puesto en el próximo arranque de la Liga ACT. Sin descanso, una dualidad extraña en el deporte de élite y que no siempre es fácil de compatibilizar, como él mismo reconoce, aunque "yo tengo facilidades. Al estar Gorka (Arrinda) y yo inmersos en ambos proyectos, desde mi puesto de trabajo del Bilbao Basket puedo controlar muchas cosas de Kaiku. Además, siempre utilizas a gente de tu alrededor para que te echen una mano, para cubrirte en momentos en los que no puedes estar totalmente atento. Además, me viene bien que las temporadas no sean exactamente coincidentes en el tiempo".
Reconoce Monje que su relación con el mundo del baloncesto antes de recalar en las oficinas del club bilbaino fue de mero aficionado. "Bajaba a La Casilla a ver los partidos con mi compañero de la radio Luisfer Baranda y la verdad es que tenía una buena relación con los componentes del equipo, con Txus... Con Gorka, curiosamente, no tanto, porque en su día dije en un programa algo que no le gustó y se enfadó bastante. Lo que son las cosas, ahora tenemos proyectos en común y estamos casi todo el día juntos", destaca el sestaoarra, que en 2009 saboreó la alegría de ver ganar La Concha a la Bizkaitarra y que ahora disfruta con la final de la ACB. "¿Si convierto en oro lo que toco? Para nada, eso es muy exagerado. Lo que sí que hago cada vez que llego a un nuevo sitio es dar el 200%, hasta el punto de llegar a descuidar otras cosas más cercanas a mí", afirma, además de reconocer que sus primeros pasos en el mundo del baloncesto no fueron nada sencillos. "Llegué al club después de un espléndido verano con Kaiku y con el mal inicio de temporada que tuvimos pensé que se me había acabado la suerte, que había quemado todos los cartuchos. Reconozco que llegué a estar bastante asustado", recuerda.
Monje ha militado en ambos lados de la trinchera periodística y reconoce que desde cada barrera se ven los toros de manera muy distinta. "El periodista y el deportista están condenados a entenderse, pero la relación entre ellos pasa por distintas fases. Es como una relación matrimonial. Cuando yo estaba de periodista entendía las cosas de una manera y, ahora, de otra totalmente diferente. Al final nos necesitamos los unos a los otros y nos podemos ayudar mucho tanto en los malos como en los buenos momentos", reconoce un profesional de la información que no duda en reconocer que "el trato entre los jugadores de baloncesto y los medios de comunicación es muy distinto al de los futbolistas, pues los primeros no tienen tantos focos apuntándoles cada día".
El director de Comunicación asegura que está disfrutando como nadie de estas últimas semanas, aunque con el pase de su equipo a la final el trabajo se haya multiplicado. "Eso es lo de menos. Ojalá todas las semanas fueran igual de locas como esta, sería una muy buena señal", reconoce.