No hay peor rival posible para una final de la Liga. 21 de las últimas 28 han tenido la presencia del Barcelona, que acumula doce títulos desde que la competición está tutelada por la ACB. Además, para los azulgranas esta supone su quinta final consecutiva y la oportunidad de sumar otro doblete, el quinto de esta era, después de que en febrero se llevaran la Copa.

El equipo de Xavi Pascual ha llegado a la final invicto en cinco partidos del play-off y con absoluta autoridad, la que le concede la amplitud de su plantilla. Son catorce jugadores, incluidos los ahora lesionados Gianluca Basile y Pete Mickeal. Primero, pasó por encima del Unicaja en cuartos de final y en semifinales sometió al Caja Laboral con mucho oficio y sin dejar que los gasteiztarras pudieran soñar con dar de nuevo la sorpresa. Porque algunas cosas han cambiado desde que la temporada pasada el Barcelona se dejara levantar la Liga por las huestes de Dusko Ivanovic con un 3-0 del que ahora se han cobrado venganza.

Entonces, los culés eran un equipo saciado tras conseguir la Euroliga y la final les pilló fuera de punto. Ahora, tras perder la posibilidad de disputar la Final Four en su casa, el Barcelona está hambriento porque la Copa es muy poco botín para un club al que en las últimas semanas rodea el éxito en todas sus secciones. La decepción europea, lejos de romper la química del grupo, la ha reforzado, probablemente porque nadie buscó culpables, sino soluciones.

El cuerpo técnico aprovechó el fin de semana de la Euroliga para llevarse a la plantilla al Pirineo donde recargaron su energía y su confianza. Pascual dice que el equipo llega a la final "en línea ascendente" y eso es decir mucho porque la raya de rendimiento del Barcelona empieza de muy arriba. El técnico azulgrana ha decidido estirar al máximo su rotación y los doce jugadores han tenido presencia en el play-off. Lakovic, Ingles y Perovic se han perdido uno de los cinco partidos, pero cuando han participado lo han hecho a satisfacción. Todos promedian entre diez y 24 minutos de los que más juegan, que son Juan Carlos Navarro y Alan Anderson. Y todos anotan entre los 3,4 puntos de Ricky Rubio y los 12,2 de La Bomba.

muchísimos recursos Es la principal seña de identidad de este Barça con respecto, sin ir más lejos, al Real Madrid. Joan Chichi Creus se gastó un buen dinero en armar la plantilla, pero el director deportivo tiene un técnico en el que confía y que hace un buen uso de ella. No hay jugadores marginados en el fondo del banquillo y todos, antes o después, tienen su cuota de protagonismo y se sienten importantes. El play-off ha descubierto a Víctor Sada, que ha adelantado por la derecha a un gris y plano Rubio, que tiene ya los dos pies y quizás la cabeza en la NBA, y se ha consolidado como base titular, pero también ha devuelto al mejor Lorbek, uno de los grandes ala-pívots de Europa, y al mejor Ndong. El senegalés, Vázquez y Perovic completan los minutos en el puesto de cinco para sumar más de 23 puntos y 11 rebotes por partido.

El Bizkaia Bilbao Basket estuvo cerca de ganar al conjunto azulgrana en Miribilla en el primer partido del año y lo hizo en el Palau Blaugrana justo después de que los de Xavi Pascual fueran eliminados de la Euroliga por el Panathinaikos, quizás el único equipo de Europa que puede derrotarles en una serie larga. Pero el Barcelona de junio es un rodillo que se permite dosificar a sus estrellas sin que el colectivo se resienta. "Estoy preparado para jugar en cualquier momento, para salir y para meter", es la declaración de principios de Navarro, quizás el único jugador cuya ausencia acusan los culés y que, de hecho, no jugó cuando los hombres de negro vencieron por primera vez en su historia en el Palau. El de Sant Boi es el guía, el líder, porque casi siempre que se le espera aparece. Él corona la labor de un equipo que combina el talento y el sacrificio y al que es difícil cogerle en un renuncio. Pero por intentarlo...