SI pudiera abrazar a cada uno de los aficionados, estaría aquí tres días". Aunque en tono de broma pedían su dimisión en las afueras del Bilbao Arena, Fotis Katsikaris es, sin duda, el hombre del momento en Bilbao y Bizkaia, el entrenador que ha provocado que "más gente vaya a abrazar el baloncesto a partir de ahora". El técnico de Korydallos ha traspasado la raya que separa a los muy buenos de los extraordinarios y junto a su cuerpo técnico y un grupo impagable de jugadores ha provocado una de las mayores sorpresas de la historia reciente del baloncesto y del deporte vizcaino.

"Lo importante es cómo se acaba la temporada" y Katsikaris ha conseguido dar con esa tecla que algunos tardan años en encontrar cuando el Bizkaia BB partía como víctima en unos play-off en los que le esperaban rivales de mucho postín y de plantillas más poderosas. Pero las oportunidades, algunas, solo pasan una vez en la vida y el entrenador griego repitió ayer una palabra que le ha acompañado en las últimas dos semanas: "Creer", el entrenador en su plantilla, la plantilla en el entrenador y los jugadores en los jugadores.

Esta es la explicación de lo que ha pasado en las dos eliminatorias que han puesto al Bizkaia BB en la final. Katsikaris ha propuesto, ha convencido, ha actuado sabiendo que su plantilla creía en lo que decía. Quizás Svetislav Pesic no encontró esa respuesta en el Power Electronics Valencia y perdió el don de la infalibilidad. A Emanuele Molin, directamente, todo le ha venido grande. El técnico heleno ha dado un baño en todos los órdenes a su colega italiano, que, sin autoridad por su condición de interino, bastante tenía con mantenerse en pie en un vestuario cuyo control había perdido hace tiempo.

El Real Madrid ha jugado como lo hacía con Ettore Messina, sin mover nada de la antigua rotación ni aportar cosas nuevas, y a ese Real Madrid lo tenía muy bien estudiado el cuerpo técnico del Bizkaia Bilbao Basket. En cambio, Katsikaris ha sido capaz de añadir muchas cosas nuevas a su arsenal táctico, que ha ido utilizando en función de las necesidades. El conjunto bilbaino ha llevado la iniciativa en todo momento, incluso después de perder el primer partido.

Ese día Katsikaris habló de que su equipo no había "jugado en equipo" y que sabían que podían "jugar mejor". Esa ambición, ese no entregarse a la derrota logró que el Bizkaia BB mantuviera siempre la tensión competitiva, que no bajara los brazos. El Real Madrid quizás esperó ver la bandera blanca del modesto tras ganar el primer duelo, pero se topó con un equipo que estaba convencido de que podía ganarle, no uno sino tres partidos.

El técnico griego ha entrado en la cabeza de sus jugadores con grandes dotes psicológicas y con unas rutinas de trabajo y descanso muy bien llevadas ha conseguido hacer de ellos un bloque granítico. Los sacrificios que conlleva el deporte profesional, las muchas horas de aburrimiento por tener que jugar solo un partido a la semana, han encontrado recompensa con las victorias y con una hazaña histórica, con la que el Bizkaia Bilbao Basket no se conforma.

un año y medio Katsikaris cogió hace menos de año y medio al Bizkaia Bilbao Basket en posición de descenso y con el miedo instalado en el entorno y en la propia plantilla. Con paciencia y tranquilidad consiguió sacarlo del pozo, rozar la clasificación para el play-off y meterlo en la Final Four de la Eurocup en Gasteiz. "Esa espina la tenía clavada muy dentro", reconoció ayer. Esa derrota ante el Alba Berlín le hizo blanco de muchas críticas que él asume porque "estábamos muy cerca de nuestra primera final y con toda nuestra gente delante". Ayer saldó con creces esa deuda y se sacó de encima las comparaciones con su predecesor que en su día le hicieron mella.

Katsikaris se rebeló ante aquello y con más trabajo y con el vestuario de su parte, ha conseguido este milagro, o lo que sea, de revivir al Bizkaia Bilbao Basket y meterlo en la primera final de su historia -si se descarta la de la Supercopa- y, de paso y si nada se tuerce, en la Euroliga. Lograr más en menos tiempo es casi imposible, pero el de Korydallos ha ido poniendo los mimbres de ese gran cesto que ha acabado por ser el Bizkaia BB que sabe que ya nada va a ser igual a partir de ahora.

Bizkaia y Bilbao han vuelto a emocionarse con el baloncesto, quizás como nunca lo han hecho en la vida. El formato de eliminatorias pasa tan rápido, con partidos cada dos días, que hace solo quince días los hombres de negro salían rumbo a Valencia con la esperanza de sumar su primera victoria en un play-off. Pero eso era una nimiedad, un deseo muy mundano para un equipo que ya había alimentado un enorme deseo de gloria durante una temporada que se le estaba quedando corta.

"Hemos sido otro equipo", dijo ayer Katsikaris, artífice de que los hombres de negro hayan destrozado todas las estadísticas. Quince días después de aquel discreto viaje inicial, los aficionados al baloncesto, los de toda la vida y los nuevos, tocan el cielo con las manos. Mucha gente se ha subido al carro en los últimos días gracias al Bizkaia Bilbao Basket y a Fotis Katsikaris y serán bienvenidos si empujan y tardan en bajarse. De Miribilla, del Bilbao Arena, al cielo.