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Esa canasta del jardín

Ricardo, jugador del Lagun Aro, y Mikel, del Santurtzi, han colocado el apellido Uriz en lo más alto

Esa canasta del jardín

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ESTA es la historia de un jardín y de una canasta y, alrededor de ella, una familia, los Uriz Ancizu, que componen una de las sagas más peculiares del deporte mundial. No habrá muchas familias en las que todos sus miembros tengan relación de una u otra forma con el baloncesto. El padre, José Mari, conocido como Popi, es entrenador, aunque ahora mismo no ejerce. La madre, Inmaculada, fue en los 70 elegida como la mejor jugadora de Navarra. Y los hijos, cinco, juegan al baloncesto. Todos. Ricardo (29 años) lo hace en el Lagun Aro GBC que hoy libra un derbi dramático ante el Bizkaia Bilbao Basket, su anterior equipo; Javier (27 años) milita en el UPNA San Ignacio tras unos años en el Reus; Iñaki (25 años), el que más se ha movido, está ahora en el ABP Badajoz de la Liga EBA; Mikel (20 años) es uno de los puntales del Santurtzi, aunque pertenece al Bilbao Basket. Y el pequeño Nicolás (13 años), en edad infantil, se forma en el Ardoi de Zizur Mayor y aún no ha salido de Navarra.

Además, los cinco Uriz juegan de base. Si hubiera que hacer un quinteto con ellos, no estaría compensado. "Sabía que nuestros hijos no iban a ser muy altos", explica José María, por lo que su estilo es una consecuencia lógica de todo el tiempo invertido con un balón en las manos. "Cuando estaban cansados de estudiar o con tensión, yo mismo les animaba a jugar un rato al basket. Así aprendían la técnica individual. Han mamado el baloncesto desde pequeñitos", confiesa. De hecho, los duelos por parejas ocupaban muchos ratos, sobre todo en verano, la única estación en que toda la familia puede reunirse.

Desde que Ritxi, el hermano mayor, tomó la decisión de abandonar el Baskonia para buscar su propio protagonismo a comienzos de esta década, el apellido Uriz ha aparecido en plantillas de todas las competiciones y obligado a los padres a meterse muchos kilómetros para atender la carrera de sus hijos, que llegaron a estar en lugares muy distantes. Esta temporada, la suerte se ha aliado con ellos y todos menos Iñaki juegan en Euskadi. Así, el matrimonio puede ver, si se da la coincidencia, a Mikel el viernes en Santurtzi, a Nicolás y Javier el sábado en Iruñea o cerca de ella y a Ricardo, en Donostia. Este fin de semana ha sido uno de ellos.

Mikel Uriz, al que su padre llama "el Stockton de la familia" por su visión de juego, sumó una victoria más con el conjunto santurtziarra. El base morado se ha convertido en uno de los mejores jugadores de la Adecco Plata. "Era como volver a casa. Además, el hecho de estar vinculado al Bilbao Basket hizo muy atractiva la oferta porque no me gusta ponerme límites. Quiero dar todo lo que pueda para ver si consigo llegar a la ACB. A mí me da moral y motivación para seguir mejorando", afirma el cuarto de la saga.

En su decisión influyó Ricardo, "que ha llegado a la ACB y ha sido como un guía para todos nosotros", reconoce Mikel. "Le aconsejé cuando llegué el momento y le dije que jugar en Santurtzi era muy buena opción. Conozco cómo funciona el Bilbao Basket y creo que ha acertado porque está haciendo una gran campaña", señala el hermano mayor.

José Mari Uriz ve en su cuarto hijo una gran proyección, "unas cualidades que están ahí para quien quiera verlas y darle una oportunidad". "A veces, mi madre se queja porque mi padre siempre nos está criticando. Pero también nos ha ayudado mucho. A mí me entrenó de pequeño y mucho de lo que sé lo he aprendido de él. Le debo mucho", dice con sinceridad el base del Santurtzi.

Los Uriz, como otras sagas navarras (los Urtasun. los Ibarrola, los Narros...) han debido salir de su tierra "porque no hay un equipo puntero. Esperemos que el Navarra Basket consiga tirar para arriba", apunta Ricardo Uriz, que se ha asentado en el Lagun Aro y lucha por repetir permanencia en la Liga ACB. Él es el principal estandarte de un familia unida por el baloncesto. Al contrario que ocurre en esas historias de héroes solitarios de la América profunda, en esa canasta de ese jardín de las afueras de Iruñea siempre habrá un Uriz con el que compartir unos tiros, con el que retarse.