Día ideal para el derbi
Por una vez, el Athletic afronta un compromiso liguero habiendo dispuesto de dos semanas limpias, mientras que su rival tuvo que jugar en la noche del pasado jueves. Una ventaja objetiva que se agranda porque a Osasuna le tocó visitar al Barcelona, con el desgaste que ello supone física y anímicamente. Y es en este segundo apartado donde hay que incidir, pues si acudir al campo del líder no suele ser plato de gusto para nadie, menos aún para quien vive inmerso en lo que cabría describir como una caída libre.
Osasuna arrancó el curso con brío, compitiendo bien. A nadie le extrañó porque, en realidad, Vicente Moreno se limitó a introducir pequeños retoques en una estructura sólida; es decir, recogía los frutos de la jugosa herencia dejada por Jagoba Arrasate. Vamos, que no tenía necesidad de abordar una transformación y tampoco en la plantilla se registraron cambios sustanciales para explorar otras vías. El equipo mantuvo su personalidad y se instaló en una zona cómoda de la clasificación.
Pero, de manera imperceptible al principio y flagrante después, en noviembre el equipo empezó a emitir síntomas negativos que, con el paso de las semanas, han derivado en alarmantes. A estas alturas, se apilan los motivos para la preocupación, el nerviosismo atenaza al club navarro tras una ristra de resultados que abarca más de la mitad del calendario consumido: un triunfo, nueve empates y seis derrotas arrojan un balance demoledor. La insistente apelación al infortunio o los detalles y la sugerencia de que tanto empate indica que el equipo sigue enchufado, no ha bastado para impedir la apertura de un debate que va subiendo de temperatura. No solo se cuestiona abiertamente ya la validez de los atenuantes citados, está en tela de juicio la propia continuidad de quien los esgrime: el técnico valenciano.
De momento, a Osasuna no le confortan ni los buenos antecedentes que le contemplan en sus recientes viajes a San Mamés. Aunque a algo deberá agarrarse para reaccionar. El último, especialmente doloroso para el Athletic, que en enero se vio apeado de la Copa en la ronda de octavos celebrada a partido único, 2-3. Un marcador que a fecha de hoy parece imposible de reeditar viendo cómo les va la feria en un bando y en el otro.
Este derbi posee un gran valor para el Athletic, que mantiene su pujanza en los dos frentes, liga y Europa League. Aparte del detalle mencionado en el comienzo, se debe advertir que va a sumergirse en la enésima fase densa de la campaña, un mes de abril con seis compromisos en el siguiente orden: Villarreal y Rangers fuera, Rayo y Rangers en casa, Real Madrid fuera y Las Palmas en casa. No haría falta añadir nada, pero si por descontado el doble cruce con los escoceses es decisivo, tres cuartos de lo mismo sería aplicable a las jornadas ligueras enumeradas.
Pendiente de los partes médicos de aquellos hombres que causaron baja en encuentros anteriores, los Vivian, Sancet y Paredes, a quienes se acaba de unir Galarreta, víctima de otro contratiempo muscular, Valverde gestiona una inercia ascendente. La plantilla se mantiene a pleno rendimiento y pese al trajín que soporta desde el otoño no se vislumbran indicios que sugieran decaimiento. Ello no quita para que, de inicio, el pulso de mañana esté abierto a cualquier desenlace. Las rentas no puntúan, pero en el reparto de probabilidades de éxito cuesta no adjudicar un porcentaje superior al Athletic.
En el actual contexto, será interesante comprobar el efecto que causa la reaparición de Sancet, si es que por fin tiene lugar, que tiene pinta de que sí. La espera se ha hecho larga, aunque tampoco haya supuesto una merma demasiado evidente en la marcha del grupo. Notar que no está, claro que se ha notado, pero tanto la eficacia del colectivo como la utilidad de las alternativas empleadas han servido para que el Athletic se haya comportado como acostumbra. No obstante, el poder desequilibrante del media punta proporciona un plus al juego del que todo el mundo se beneficia.
En todo caso, la vuelta de Sancet sería la segunda noticia en importancia del fin de semana, por detrás de la suma de los puntos en liza. Objetivo viable a costa de un Osasuna con mal color que ansía alcanzar el punto de inflexión que le libre de mayores penalidades.