San Mamés estalló con la victoria del Athletic en Copa. No cabía ni un alfiler. Emoción, nervión, lágrimas y miles de abrazos. Más de 50.000 las almas que dieron cita en La Catedral para disfrutar de una noche histórica en el graderío que colgó el cartel de ‘aforo completo’.

Al filo de las 22.00 horas, las seis pantallas instaladas en el césped se encendieron súbitamente, provocando el júbilo en una catedral entregada con los leones. Eso sí, muchos se lamentaban por no haber podido acercarse hasta La Cartuja. "Estamos aquí porque no podremos acercarnos a Sevilla, pero sé vamos a vivir una noche mágica, ¡¡¡A por la copa!!!", exclamó Javi Ruiz poco antes de que el recinto abriera sus puertas, cuando faltaban pocos minutos para las 19.00 horas.

En ese instante la fiesta se prendió en La Catedral. Entonces, la marea rojiblanca anegó hasta el último rincón del alma mater del equipo bilbaino. “Venimos desde Venezuela para ver la final”, dijo Paul Aretxabaleta a quien acompañaba su hijo Paul. Emocionado, el joven apostilló que ha cruzado el atlántico para ver cómo su equipo del alma se disputa la final "en una noche mágica", a juicio de Aitziber Román.

¡San Mamés es una fiesta!

¡San Mamés es una fiesta! DEIA

Sentada en su localidad, la joven bilbaina no apartó la vista de la pantalla en ningún momento. Y es que la cita comenzó mal para los leones. Treinta minutos después de su inicio, los mallorquines metieron un gol a la portería rojiblanca adelantándose así el marcador. "Ya toca… Nos merecemos sacar la gabarra", comentó una preocupada espectadora a su acompañante.

El desafortunado inició, eso sí, no logró minar la moral de los cientos de miles de athleticzales congregados en el estadio, que han estallado de algarabía cuando poco antes de las 23.00 horas Nico Williams derrotó al portero del equipo contrario. "Gooooooooooóooooooooool". El estadio tembló. El árbitro pitó fuera de juego.

Al borde de las lágrimas

Los Black Eyed Peas han amenizado el descanso que los athleticzales aprovecharon para tomar fuerzas y continuar con una noche de auténtico infarto. "¡¡¡A por ellos, oe; a por ellos, oe!!!", vociferaron muchos, envalentonados por ese primer gol anulado de Nico Williams. Y es que la tensión se dejó notar a lo largo de toda la contienda, una lucha encarnizada por alzarse con la copa cuyos espectadores, aquí, en San Mamés, vivió con las emociones a flor de piel.

Los aplausos dieron paso a los pitidos, y los pitidos a los cánticos. Así, sucesivamente, a lo largo de los 90 minutos de este histórico partido. "Tenemos que ganar, hostia", gritó uno de los athleticzales, tratando de despertar emoción entre sus colegas, quienes, a tenor de su reacción, se sentió interpelados: "¡¡¡Mucho Athletic, mucho Athletic, eh, eh!!!", exclamaron a modo de respuesta.

Cuando la liza comenzó a acariciar el minuto 82, muchos de los hinchas empezaron a contemplar la posibilidad de que el partido se salde en una prórroga, que acabó confirmándose. "Estamos al borde de las lágrimas ", dijo una joven, visiblemente nerviosa por el resultado.

Otros aficionados señalaron, en un tono menos alarmista, que el club mallorquín ha comenzado a acusar signos de fatiga, "un cansancio del que el Athletic va a sacar ventana, seguro", ha indicado un esperanzado espectador.

A pesar del cansancio, los mallorquines llevaron a los leones a la fase de penaltis,  razón por la que el estadio se convirtió en un desfile de caras largas (larguísimas, kilométricas). "Venga, ¡jo ta le, irabazi arte!", ha exclamado Lander Otaola desde el escenario tratando de animar a los forofos. 

Y de la prórroga, el encuentro acabó en los penaltis. En el graderío caras de expectación, de nerviosismo... Y llegó el gran momento. Berenguer metió el gol decisivo que le dio la victoria a los leones 40 años después. En ese momento San Mamés estalló de júbilo y se fundió en un cálido abrazo. "Después de 40 años nos lo merecíamos. Aquí estamos, celebrándolo todos juntos. Y, cuando toque, recibiremos a los campeones", declaró un emocionado Ricardo.