En el universo Athletic han sido muchas las generaciones que han consagrado su carrera profesional a la persecución de ese Santo Grial que es el título de Copa, estrellas del firmamento rojiblanco que lo han intentado por activa y por pasiva y que se han visto obligadas a colgar las botas sin poder borrar el 5 de mayo de 1984 como última jornada de gloria. Ilustres como Julen Guerrero, Josu Urrutia o Ismael Urzaiz ni siquiera tuvieron el privilegio de jugar una final; otros como Joseba Etxeberria, Aritz Aduriz o Andoni Iraola sufrieron la desazón de ver levantar el trofeo al equipo rival habiendo llegado hasta el último escalón. Pero en el deporte, como en la vida, también los hay afortunados, los que suman como los anteriores trabajo y sacrificio pero además cuentan con la suerte, la caprichosa suerte, de imprimir su nombre en la historia con letras de oro a las primeras de cambio. Llegar y besar la Copa.

Julen Agirrezabala, Dani Vivian, Aitor Paredes, Beñat Prados, Nico Williams y Unai Gómez (también Mikel Jauregizar, Imanol García de Albéniz, Unai Egiluz y Malcom Adu Ares, aunque este sábado no fueran de la partida) son ya historia, componentes de una retahíla de nombres que se recordará y se coreará por los siglos de los siglos. Tienen en común ser campeones de Copa habiendo debutado como rojiblancos después de la última derrota del Athletic en una final de Copa (17 de abril de 2021, frente al Barça).

Los disgustos de las ocasiones perdidas las vivieron desde la barrera, derramando lágrimas de lamento pero sin tener que mascar la decepción de la oportunidad perdida sobre el césped. En su primera comparecencia en una final del torneo de torneos para Bilbao y Bizkaia, saborearon el éxtasis y lo compartieron con los más de 70.00 aficionados desplazados a Sevilla en un nuevo éxodo rojiblanco que esta vez sí, por fin, pudo acabar la noche en el cielo futbolístico después de tantos regresos en los últimos años cabizbajos, preguntándose cuándo llegaría de una vez por todas su día, el momento de ser protagonistas de esa gesta que muchos solo conocían de oídas, desde la voz y recuerdos de sus mayores.

HEROICO ARRIZABALAGA

Cada uno tuvo su nivel de protagonismo en la agónica final, pero Agirrezabala, uno de los héroes de la tanda de penaltis con su parada a Manu Morlanes, abajo y a su izquierda, y Nico Williams, designado MVP del encuentro por la organización, brillaron con luz propia. El portero guipuzcoano, el encargado de defender la portería de los de Ernesto Valverde durante toda la Copa, cuajó un encuentro más que notable. Poco más pudo hacer en el gol de Dani Rodríguez que abrió el marcador para el Mallorca -desvió el segundo remate dentro del área pero nada pudo hacer en el tercero y definitivo-, pero a partir de ahí salvó a su equipo con un par de intervenciones de notable mérito, sobre todo en los primeros segundos del segundo tiempo a disparo de Cyle Larin tras superar a Dani Vivian y en el minuto 113 de la prórroga desviando un cabezazo de Vedat Muriqi, un tormento constante para la zaga rojiblanca.

Por su parte, Nico Williams fue el gran elemento desestabilizador entre los jugadores de ataque. En los mejores y peores momentos de su equipo sobre el verde, pidió el balón, encaró, buscó el desborde y fue el gran quebradero de cabeza de la retaguardia balear. Asistió a Oihan Sancet en el gol del empate y gozó de un par de ocasiones para evitar los penaltis, sobre todo en un remate en boca de gol en la segunda parte de la prórroga desviado in extremis por Maffeo a córner.

TRABAJO A DESTAJO

A Vivian y Paredes les tocó una noche poco grata, pues tuvieron que emparejarse con los mayores focos de peligro de los de Javier Aguirre. El juego de espaldas de Muriqi y Larin en los envíos aéreos les obligó a emplearse a fondo, ganando en aplomo con el paso de los minutos. Por su parte, Prados pasó bastante desapercibido, con problemas a la hora de distribuir el balón con velocidad y acierto desde la sala de máquinas de la medular y fue sustituido por Mikel Vesga en el descanso, mientras que Unai Gómez saltó al césped en el minuto 80 y aportó su eterno despliegue físico, jugándose la cabeza en un par de acciones.