Rafa Leva, el héroe de la ronda previa al anotar el penalti, pese a ser portero, que permitió al Rubí enfrentarse a un equipo de Primera División, llega al entrenamiento que comienza a las 21:15 horas con mucha antelación. Aún hay bastante luz natural y alguno de sus compañeros bromea con él porque no lleva cinturón ni calcetines que le tapen el tobillo. Cuestión de modas.
Minutos antes de que arranque el entrenamiento, el segundo de la semana y el penúltimo antes del partido de liga, el entrenador, Jordi Peris, analiza en vídeo a su rival del fin de semana y cita a sus futbolistas en el gimnasio, una sala amplia, bastante bien equipada, que con motivo del encuentro de Copa se convertirá en la sala de prensa. Allí con la ayuda de la pizarra da instrucciones tácticas a sus jugadores, quienes atienden a las mismas y participan activamente en la charla con el técnico.
Acabada la misma, los tres porteros se retiran a vestuarios para terminar de prepararse mientras el resto de sus compañeros comienzan a realizar distintos ejercicios de calentamiento al calor del gimnasio, bien resguardados del viento que, por momentos, sopla con virulencia en el Municipal de Can Rosés, ubicado en la parte de alta de la ciudad de Rubí, en una zona poco resguardada.
“Aquí se toman las cosas muy en serio, se trabaja de la manera más profesional posible dentro de nuestros medios, claro”, apunta Rafa Leva según enfila el pasillo que conduce del vestuario local hacia el terreno de juego.
Él es el más veterano y es el director de una oficina de seguros. Todos, o casi todos, al menos los que no están estudiando, tienen trabajos que compaginan con los entrenamientos, pues con lo que reciben del club, aunque todos cobran, no les da para mucho. Tampoco es un hecho novedoso, pues en este tipo de equipos es la norma, tanto en Catalunya, como en Euskal Herria y el resto del Estado. Nada que ver, claro, con el Athletic y el resto de clubes de Primera y Segunda División.
En el Rubí, por ejemplo, convive un mecánico, David Picón, con un profesor, como el entrenador Jordi Peris. Pero también hay un estudiante de relaciones laborales, Jordi Masip, o un opositor a Mosso d’Esquadra, Muñi. Aitor Torres, el capitán y fiel seguidor del Athletic, trabaja como repartidor de leña y carbón y entrena al juvenil A del Rubí, mientras que Adrià Carricondo va para ingeniero, pues cursa estudios de electrónica industrial y automática. Ejemplos varios de un equipo de una pequeña ciudad no muy alejada de Barcelona que sueña con dar la campanada y eliminar al Athletic este próximo miércoles. El Rubí, un equipo de trabajadores y estudiantes.
PLANTILLA DEL RUBÍ
- Jordi Peris (Entrenador). Profesor de grado medio y superior de fútbol
- Rafa Leva. Director de oficina de seguros.
- Aitor Torres. Repartidor de leña y carbón + Entrenador de Fútbol
- Òscar Morell. Administrativo
- Tenorio. Estudiante de fisioterapia
- David Picón. Mecánico
- Adrià Recort. Estudiante de economía
- Jordi Masip. Estudiante de relaciones laborales
- Dani Muela. Carpintero
- Pau Albelda. Marketing en Puma
- Muñi. Opositor de Mosso d’Escuadra
- Capurro. Informático
- Mario Hervías. Estudiante Ciencias de la actividad física y el deporte
- Adrià Carricondo. Ingeniería electrónica industrial y automática
- Cristian Mulero. Administrativo contable
- Marc Rodríguez. Estudiante de ingeniería informática + contable
- Abde. Envasador de comida para repartir a los niños pequeños
- Alex Ruiz. Repartidor
- Sergio Mulero. Mozo de almacén
- Marc Cintas. Monitor de comedor
- Eloi Moral. Encargado de almacén