Los cuatro puntos que ha perdido el Athletic volaron de San Mamés. La gravedad del dato podría quedar atenuada porque le ha tocado ejercer de anfitrión en tres de las cuatro primeras jornadas celebradas. Es decir, que las probabilidades de que tal cosa sucediese eran mayores que si hubiese alternado más desplazamientos en este inicio de campeonato. Pero precisamente porque el calendario es el que es, la lectura de lo sucedido se torna menos amable. En realidad, el empate con el Mallorca y la derrota con el Espanyol suponen una seria contrariedad en las expectativas generadas en el despegue del proyecto que encabeza Ernesto Valverde.

Cuando se anunció el calendario de liga, de inmediato se resaltó su cariz benévolo. Al Athletic le tocó disputar en su campo cinco de los siete partidos encuadrados en el primer mes y medio. Esa impresión inicial se veía reforzada además por la identidad de los rivales de dicho período. Por Bilbao irían desfilando Mallorca, Valencia, Espanyol, Rayo Vallecano y Almería, mientras que el equipo visitaría a Cádiz y Elche. Como puede comprobarse, ninguno de ellos terminó por delante del Athletic en la anterior edición del campeonato y el Almería es un recién ascendido a la categoría.

Por tanto, existían razones de peso para aspirar a un comienzo que, como mínimo, permitiese al Athletic asentarse. Tampoco había que ponerse estupendo para pensar que, en condiciones normales, se trataba de una excelente oportunidad para buscar una colocación interesante de mitad de tabla hacia arriba. Vamos, que el destino le había puesto en bandeja de plata la opción de despegar con fuerza, de ir dando forma al objetivo de opositar a plaza continental que el club oficializó en un acto que contó con la participación de Jon Uriarte, Valverde e Iker Muniain.

Presidente, técnico y capitán quisieron dar un paso adelante, conectar con el entorno a través del subrayado de un mensaje que lleva un lustro revoleteando en las múltiples ruedas de prensa ofrecidas en Lezama a lo largo de un período saldado con cinco intentos frustrados. Los portavoces reforzaron su posicionamiento aludiendo al aliento extra que proporcionaría la recién ampliada grada de animación. La aportación del público allí reunido y su capacidad de contagio al resto de las tribunas no ha fallado. Al contrario, se ha dejado sentir, pero a tenor de los marcadores acumulados todavía sus efectos no son los deseados.

Del repaso pormenorizado de los tres partidos en los que el Athletic ha actuado como local, se desprendería que en su cuenta aparecen menos puntos de los merecidos. Asedió sin pausa el área del Mallorca, al que apenas le dejó atravesar la línea de medio campo; mantuvo un tono convincente frente al Valencia aguerrido y valiente que ha diseñado Gennaro Gattuso y la fortuna le hizo un guiño en la jugada que cerró la contienda y pudo arruinarle la victoria; desde luego no se hizo acreedor a la derrota con el Espanyol, aunque tampoco pueda decirse que acariciase el triunfo.

Los antecedentes

Temporada 2007-08. Empató con Osasuna (0-0), Zaragoza (1-1) y perdió contra el Atlético (0-2).

Temporada 2002-03. Perdió frente al Barcelona y el Mallorca, ante ambos por 0-2, y empató contra el Málaga (1-1).

Temporada 1991-92. Cayó frente al Sevilla (0-2), el Madrid le goleó (1-4) y no pasó del empate a cero ante el Deportivo.

En función del rendimiento podría tener más puntos, apuntar que tres más no sería una frivolidad. Sin embargo, es una cantinela que por desgracia lleva tiempo acompañando las andanzas del equipo, para nada exclusiva del vigente curso. Otra forma de valorar cuanto ha ocurrido en San Mamés saldría de constatar que en 270 minutos, siendo estrictos 290, el equipo arroja un balance realizador paupérrimo: un gol. Así, normal que de los nueve puntos posibles solo haya sumado cuatro. Imposible rentabilizar mejor el remate que Berenguer coló en la red de Mamardashvili. Ni los enamorados de la estadística podrán esgrimir argumentos que desmientan esta cruda realidad.

De acuerdo en que en cada uno de los compromisos enumerados, el Athletic ha mostrado una acusada vocación ofensiva. Ajeno a la especulación, se ha vaciado en su afán por traducir la iniciativa en guarismos favorables en el marcador, pero no le alcanza. Podrá anotar un montón de remates o, como ayer, quedarse corto en este apartado, da igual mientras no corrija el índice de acierto, mientras el déficit de puntería continúe enquistado en el rendimiento.

Insistir y explorar

En este contexto, perseverar es obligatorio tal como sostiene Valverde, ir cuantas más veces se pueda en busca del premio suele favorecer una mejora en la finalización. Pero tampoco sobra la exploración de vías alternativas a las ya conocidas. Desde la pretemporada se viene comprobando cómo el entrenador introducía en sus alineaciones variantes, posicionales y de hombres, respecto a la propuesta de años previos. Retoques enfocados a potenciar la creatividad y la profundidad, especialmente en la confección de la línea del centro del campo, lo cual de momento ha deparado una respuesta un tanto tibia.

Visto lo visto, se antoja absurdo agarrarse al 0-4 registrado en el Nuevo Mirandilla en un intento por compensar la triste producción observada en el resto de las citas, con la particularidad de que todas ellas se han desarrollado en campo propio. Contra el Cádiz hubo acierto, al igual que unas facilidades extraordinarias para rubricar la goleada cobrada o una bastante más contundente. Frente a rivales que han puesto más pegas, cada cual a su estilo, el equipo se ha encasquillado, no ha abierto fuego con la frecuencia o el tino deseable, uno que vaya a tono con la propia exigencia de la competición. A ver cómo reacciona Valverde en los próximos partidos, pero su elección inicial, la que prácticamente ha calcado en estas cuatro jornadas, no ha carburado. De ahí que ya se añoren puntos que se entendía eran asequibles. Y aún estamos en el tramo inicial del calendario. l