Un mes después del bombardeo de Gernika, cuyo 85 aniversario se conmemoró el pasado martes, 4.000 niños vascos llegaron a Southampton. Recorrieron más de 1.200 kilómetros, atravesaron el Golfo de Bizkaia y el Canal de la Mancha para huir del primer ataque indiscriminado sobre civiles en Europa. Lo hicieron a bordo del Vapor Habana, un barco que en realidad tenía solo 400 plazas pero que pasó a convertirse en buque salvavidas. Todos ellos se refugiaron en Reino Unido, pero sobre todo, se refugiaron en el fútbol. Y es que, sin compartir ni idioma ni costumbres con los locales, todos encontraron en el balón un vínculo irrompible. Por ello, el Athletic homenajea a ellos, a los 4.000 niños, en la exposición temporal que ayer miércoles se inauguró en su museo: "Los niños del 37 en el Reino Unido". Un amalgama de fotografías, dibujos y objetos personales que narran la historia de los miles de menores que el club rojiblanco simbolizó y personalizó en Raimundo Lezama y Emilio Aldekoa. Ambos formaron parte de la masiva evacuación de 1937 y ambos regresaron a casa para convertirse en jugadores de la primera plantilla del Athletic.

Recuerdo de los niños vascos evacuados al Reino Unido en el Museo del Athletic. Fotos: José Mari Martínez"La mayoría de los niños pasaron el viaje en cubierta más devolviendo que comiendo. Lo primero que vieron cuando llegaron a puerto fue unas mesas preparadas con comida para ellos. Mi padre cuando vio el pan blanco se le saltaron las lágrimas como puños porque hacía años que no veía el pan blanco ni sabía a qué sabía", explicó ayer miércoles Manu Lezama, hijo del mítico portero que defendió la camiseta del Athletic desde 1941 hasta el 57, cuando decidió colgar los guantes. Raimundo huyó de Barakaldo para recalar en Southampton donde terminó en el primer equipo y, cuatro años después, volvió a casa para jugar primero en el Getxo y después en el Athletic. Es decir, fue corto el tiempo que el portero estuvo exiliado, pero lo suficiente para llevar en el corazón de por vida a la tierra que le acogió cuando no tuvo nada: "Allí aprendió a ser un buen guardameta, pero sobre todo a saber agradecer en todo momento a los ingleses todo lo que le dieron", concluyó Manu.Porque la vida de los 4.000 niños que arribaron a Reino Unido no fue sencilla, tal y como explicó ayer miércoles Carmen Kilner, la presidenta de Basque Children of 37? Association UK (BCA'37) e hija de una maestra refugiada: "Los fondos eran escasos y los niños tenían que recaudar sus propios fondos, así que hacían lo que sabían: cantar, bailar... y por supuesto jugar al fútbol". De hecho, Kilner recordó que los vascos no solo jugaban, sino que además ganaban. Dentro y fuera del campo. "Ganaban no solo partidos, sino también los corazones de los anfitriones y algunos de ellos llegaron a ser profesionales", matizó. Como es el caso de Lezama y Aldekoa.Vínculos "Cuando llegó la historia de estos chicos solo pude escuchar porque sabía que estaba ante una historia especial", dijo Aitor Elizegi. El presidente de Athletic se mostró orgulloso de la nueva exposición del museo, justificada por el vínculo que refugiados y británicos forjaron gracias al balón: "El fútbol era algo que podía ayudar a aquellos niños que no conocían ni el idioma a relacionarse en el país en el que estaban refugiados. Algunos de ellos, como Aldekoa, Barinaga o Lezama, por su talento y a pesar de las dificultades, pudieron volver a casa". Por todo ello, Kilner agradeció al club rojiblanco el dar luz al relato de estos niños porque "es una historia que debemos recordar y nunca olvidar"."El fútbol es algo que ayudó a relacionarse a aquellos niños que no conocían el idioma"Aitor ElizegiPresidente del Athletic"Los vascos ganaron partidos y los corazones de los anfitriones. Algunos llegaron a profesionales"Carmen Kilner Presidenta de BCA'37"En Southampton mi padre aprendió a ser buen portero, pero sobre todo a ser agradecido"Manu LezamaHijo del portero Raimundo Lezama

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Recuerdo de los niños vascos evacuados al Reino Unido en el Museo del Athletic

"La mayoría de los niños pasaron el viaje en cubierta más devolviendo que comiendo. Lo primero que vieron cuando llegaron a puerto fue unas mesas preparadas con comida para elloss Manu Lezama, hijo del mítico porteroRaimundo huyó de Barakaldo para recalar en Southampton donde terminó en el primer equipo y, cuatro años después, volvió a casa para jugar primero en el Getxo y después en el Athletic. la vida de los 4.000 niños que arribaron a Reino Unido no fue sencilla"Los fondos eran escasos y los niños tenían que recaudar sus propios fondos, así que hacían lo que sabían: cantar, bailar... y por supuesto jugar al fútbol"Ganaban no solo partidos, sino también los corazones de los anfitriones y algunos de ellos llegaron a ser profesionales"

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"Cuando llegó la historia de estos chicos solo pude escuchar porque sabía que estaba ante una historia especial", dijo Aitor Elizegi.