En el antebrazo izquierdo, a la altura de la muñeca, lleva tatuado el número 27; el dorsal que lució en su primera temporada con el Athletic, la 2016-15. Ha llovido desde entonces. Bastante menos desde el último partido que disputó, el de la derrota ante el Cádiz del viernes de la semana pasada. Un encuentro cuyo resultado aún sigue escociendo en Bilbao.

¿Se han quitado ya de la cabeza la derrota ante el Cádiz o le siguen dando vueltas?

—Seguimos dándole vueltas, Esta semana, hasta el viernes que viene que tenemos otra oportunidad, se nos va a hacer larga. En los entrenamientos hemos trabajado las correcciones y lo que no tenemos que hacer.

¿Y qué es lo que no tienen que hacer?

—Creo que todo lo que hicimos en el partido. La precipitación, errores de jugadores que no los podemos cometer, gente intentando individualidades que al final no llegaron a nada... Nosotros no somos un equipo de individualidades. O vamos todos juntos o el equipo no funciona. Si uno o dos fallan, falla todo el bloque y creo que es lo que sucedió. Todos estuvimos mal, tanto personal como colectivamente. Fue un partido desastroso y no se puede volver a repetir.

Marcelino no quiso hablar de ello al término del partido, ¿pero hubo exceso de confianza?

—Sí... Estos partidos, con un gol en contra en el minuto 6, ya sabes cómo van a ser. Sabes que el rival se va a encerrar y a nosotros encima nos cuesta mucho crear ocasiones ante esos equipos. Cuando nos metieron el gol empezaron las precipitaciones. Queríamos darle la vuelta y en vez de tener la paciencia y la calma para seguir el plan que teníamos, seguimos haciéndolo todo mal. Y así no llegó el empate.

A la conclusión del partido, aún en caliente, el entrenador pidió perdón a la afición. ¿Es para tanto?

—Tanto Marcelino, como hizo Williams y hago yo ahora mismo, pedimos perdón. Más que porque saliera el partido mal, por la imagen de desesperación, de precipitación, de angustia que dimos. No conseguíamos enchufarnos nosotros y tampoco a la afición. En San Mamés se ha celebrado un córner o una presión de Iñaki (Williams) a un central rival. Y lo hacen como si fuera un gol. Y eso es porque les transmites cosas. Y hay que pedirles perdón por eso. El partido contra el Cádiz era un partido para achucharles, para tenerles metidos atrás y que el público fuese ese plus que les hiciese sufrir. No conseguimos en ningún momento del partido que surgiese ese impulso.

¿Ha habido bronca de Marcelino?

—Sí, obvio. Pero es normal. Como entrenador, que tu equipo dé esa imagen también te hace sentir tu parte de culpa, como la sentimos los jugadores. Así nos lo hizo ver; que todos, tanto él, los jugadores y el staff éramos partícipes del desastre. Y que no podía volver a pasar. Quería concienciarnos de que el partido se dio así, pero que ya no va a volver.

Ahora tienen otros tres encuentros ante equipos que están metidos abajo. Que con el Athletic nunca se sabe qué pueden deparar...

—Esos partidos nos cuesta sacarlos. Pero son partidos vitales para nosotros, porque después de esos tenemos dos partidos en casa en los que nos la vamos a jugar contra equipos de arriba -Sevilla y Betis-. En esos tres partidos, si queremos entrar en Europa el objetivo de ser mínimo ganar dos y empatar uno. Por no decirte que hay que ganar los tres sí o sí. Hay que concienciarse de que lo del otro día ya está, que ya ha pasado. Hay que volver al punto en el que estábamos. Lo del Cádiz no se puede volver a repetir.

¿Tiene la sensación de que se está repitiendo algo que ya pasó en años anteriores y es que no terminan de dar ese paso para asentarse en Europa cuando tienen los puestos a tiro?

—En estos últimos años siempre que tuvimos la oportunidad de engancharnos arriba era como volver otra vez para atrás. Y creo que ahora, estos tres partidos son para demostrar que no va a pasar como en los últimos años y que vamos a ir para arriba.

Estamos hablando en tono negativo, pero lo cierto es que están a un punto de Europa y tienen un partido menos. Habrá que mirar también el lado positivo, ¿no?

—Sí... Llevábamos varias semanas a un nivel altísimo. Ahí están los partidos contra el Villarreal, el del Valencia que nos empataron en los últimos minutos, el del Barça, en el que se jugó un partido de la hostia pero en el que un error nos penalizó. O el Espanyol, el partido en el que más ocasiones generamos. A la Real, que va líder, se lo hicimos pasar muy mal. No crearon las ocasiones que suelen crear contra otros equipos y se frustraron un poco. Son cosas difíciles de conseguir y no podemos desperdiciarlas de la manera en la que lo hicimos el viernes pasado.

¿Los empates les están lastrando?

—Te acuerdas de ellos. Pero sabemos que no somos un equipo goleador, que nos cuesta marcar y por eso tenemos que hacer muchísimas ocasiones para que al final llegue el gol. Y en eso estamos trabajando.

Ya que habla de hacer goles, ¿cómo ve a los delanteros?

—Este equipo, desde que salió Aduriz, nunca ha tenido un delantero como son, por ejemplo, Raúl de Tomás, Joselu o Lucas Pérez. Son goleadores, gente que tiene gol. Y en nuestro equipo eso no existe. Iñaki Williams es muy bueno en todo lo que hace, pero no es un goleador, no; pero te da muchísimas otras cosas. Te da 20 desmarques al espacio en un partido en el que si tú sabes que se la vas a dar, él va a llegar. Crea unas inseguridades a los defensas rivales que son muy difíciles de crear por un delantero y eso es algo que seguramente los goleadores no lo creen. Pero no es alguien que vaya a marcar 25 goles por temporada. Raúl García es más goleador que Iñaki, pero tiene ya 35 años y no es fácil mantener ese nivel. Que sigue estando muy bien para la edad que tiene, pero no es fácil aguantar y seguir metiendo goles. A Villalibre no le están respetando las lesiones y Oihan (Sancet) acaba de empezar.

Sancet es un futbolista diferente, ¿lo cree así?

—Es muy bueno. Hace las cosas con tanta facilidad que parece fácil lo que hace, y no lo es. Esos giros, los controles hacia adelante... Le falta lo que tenía Aduriz, aprender a definir. Aunque no hayas nacido con esa virtud, puedes mejorar en esa faceta y que los goles lleguen.

En defensa, al contrario que en ataque, están muy bien.

—Hasta hace poco éramos el equipo al que menos ocasiones le creaban. En este equipo no tendremos goleadores, pero todo el mundo trabaja: los delanteros, los extremos, los medios, los defensas... Es por el trabajo de todo el equipo, no porque haya unos centrales que son la hostia, unos laterales que...

Hombre, si de algo pueden presumir es de calidad en los centrales...

—No vamos mal de eso, no. El trabajo defensivo es mérito de todo el equipo. Williams aprieta, Sancet y Raúl aprietan; los extremos van, los laterales les acompañan y los centrales también vamos con ellos. El balón lo recuperaremos los defensas, pero ese primer trabajo parte del delantero.

Aunque en los últimos cuatro partidos no han podido dejar la portería a cero, que es algo en lo que Marcelino hizo hincapié al inicio de la temporada. Como central, ¿que opinión le merece?

—Son goles qué... Dos penaltis, la mano de Vesga y el de Iñigo (Martínez) en Anoeta; el del Villarreal, que fue tras varios rebotes... Los goles que nos meten son de acciones raras. Pero defensivamente, quitando el partido del Cádiz, del que no voy a hablar más, el equipo ha estado bien. Concedemos muy poco y cuando haces eso, tienen que meterte de penalti o en acciones muy puntuales. Tenemos que seguir en esa línea.

¿Qué sensaciones ha tenido en los tres partidos que ha jugado?

—En los dos primero, muy buenas. Llevaba desde mayo sin competir, cinco meses, y es complicado. Lo ves desde fuera y dudas con la rodilla, si va a ir bien, va a ir mal... Había días que me levantaba bien, días mal; días que entrenaba sin molestias, otros con un poco de molestia... Es algo que te hace dudar. Y yo no quería empezar a jugar si no iba a estar bien.

Y no lo hizo.

—Yo podía pensar: 'Hostia, está Nuñez, este año sube Vivian... sigo con las molestias y como el año pasado ya jugué así, hasta que reviente'. Pero hablamos el míster, el preparador físico y yo y llegamos a la conclusión de que no podía seguir así. No podía entrenar a gusto y en competición iba a estar al 60-70%. Y para estar así no merecía la pena.

¿De cuándo le vienen los problemas?

—Del año pasado. Del partido contra el Sevilla. Ya antes de la final contra la Real tuve molestias. No era cómodo estar así. Estamos acostumbrados a jugar con dolores en muchas ocasiones, pero estar así era muy incómodo. Pensamos en tratarme con plasma, pero al final de temporada lo descartamos, confiando en que en vacaciones se recuperaría. Pero cuando empecé a entrenar por mi cuenta, antes de la pretemporada, noté molestias en la rodilla. Hablé con el club y apostamos por el plasma. Empecé a entrenar y antes del partido del Borussia Dortmund, que no estaba para mucho, quise probar y me hice daño.

Hace poco, en sala de prensa, comentó que valoró pasar por el quirófano. ¿Por qué lo descartó?

—Sí, se valoró. Probamos con otro tratamiento hasta que di con el que parece que ha funcionado. Hablé con José Vilariño, que ya me trató el pubis tiempo atrás, se consensuó con el club, y antes de operar apostamos por una EPI, que de momento parece que ha funcionado.

En esa misma comparecencia puso en valor la cantera de Lezama. Qué no va a decir usted, que creció en ella.

—Es que el Athletic es un claro ejemplo de un club de cantera. En algunos momentos pueden subir jugadores que no terminan de despuntar o que no tienen continuidad, pero ahora tenemos ejemplos de todo lo contrario: Sancet, Vencedor, Vivian... Son jugadores que están manteniendo el nivel una vez que han entrado en el equipo.

Y eso es quizá lo más complicado, ¿no?

—Es jodidísimo. Este año hemos dado un salto con la cantera. Ha llegado Vivian, que ha hecho unos partidos muy buenos. Oihan y Vencedor se han acentuado, Nico Williams ha empezado a entrar y se ve que el chaval tiene potencial, Zarraga ha tenido problemas de rodilla, pero le vemos día a día y tiene nivel. Eso es algo que no habíamos conseguido que pasase durante algunas de las últimas temporadas. O los chavales tenían pocas oportunidades o no tenían regularidad o no encajaban con el entrenador. Y este año parece que varios encajan. Eso al equipo le hace apretar. Tu quieres jugar y ellos también y para el equipo es súper bueno porque hace que todos estemos enchufados.

En lo que a usted respeta, Vivian le está apretando.

—Pero desde que tuve la quimio siempre he estado peleando con Unai (Nuñez). Cuando volví, jugaba él. Con Eduardo (Berizzo) jugué dos partidos y dejé de jugar. Incluso en la derrota contra el Levante antes de que le despidieran, que jugamos con tres centrales, yo estaba en el banquillo. Aquí peleamos todos.

Parece que ha regresado para asentarse. Vivian está lesionado.

—Ahora le ha tocado a él estar parado. Cuando vuelva seguiremos peleando para ver quién juega. Y si le toca a él, yo seguiré entrenando igual para que me toque jugar a mí. Y si pasa con Nuñez, igual. Jugará el que el míster crea conveniente para cada partido. Y habrá opiniones de todo tipo. Los cuatro centrales tenemos que estar a lo nuestro, pensando en el partido del fin de semana y estar preparados, que nunca sabes cuándo te va a tocar.

Ha citado antes el tema de la quimio. ¿Cómo va el proceso?

—Sigo con las consultas periódicas. Ahora, cada seis meses y me toca en breve. Va todo genial, sin ningún problema.

"Iñaki Williams es muy bueno en todo lo que hace. No es un goleador, no; pero te da muchas otras cosas"

"Quisimos darle la vuelta al partido ante el Cádiz y en vez de tener paciencia , seguimos haciéndolo todo mal"

"El trabajo defensivo es mérito de todo el equipo. Williams, Sancet y Raúl aprietan, los extremos van..."