La celebrada progresión del Athletic La primera sería que el tiempo ha corrido de su parte. No se puede entender la mejoría observada en sus tres últimas actuaciones sin dar importancia a lo realizado previamente. Desde agosto se había asistido a una versión que no acababa de llenar, a causa de un juego encorsetado, habitualmente plano con pelota. Los jugadores estaban tan pendientes de evitar problemas en defensa, tarea que por cierto ejecutaban con gran éxito, que no les alcanzaba para levantar la cabeza y mirar hacia adelante con determinación. De repente, en tres partidos consecutivos, ha aflorado otra disposición que se interpreta como una apuesta más ambiciosa, atrevida, valiente, como se prefiera, que tiene la virtud de equilibrar el siempre complicado balance defensa-ataque.

El pilar que sostiene la estructura continúa siendo la ejemplar aplicación sin balón, una organización muy trabajada que rara vez concede margen a los rivales, solo que ahora también se percibe un mayor afán por aprovechar la posesión y con ella gobernar en fases más o menos amplias de los partidos. La creación ha dejado de ser materia secundaria. El Athletic demuestra que está dotado para ofrecer un repertorio más rico y atractivo, y comparativamente más útil para opositar a la victoria.

La verdad es que la tónica de los resultados no ha variado en exceso, pero de perseverar en esta línea deben aumentar las opciones de sumar de tres en tres. Frente a Villarreal, Espanyol y Real se computaron un triunfo y dos empates, siendo este el marcador que no ha dejado de repetirse con Marcelino a los mandos. Salen seis en once jornadas, una cadencia que lastra a los rojiblancos o a cualquier aspirante a plaza continental. Tres cuartos de lo mismo podría decirse en el apartado del gol. A la mejoría en el rendimiento le falta una traducción proporcional en remates certeros. La media de gol por encuentro supone un serio inconveniente para escalar en la clasificación. La prueba está en que el Athletic es el peor en esta faceta entre los diez primeros, la mayoría de los cuales prácticamente le dobla en puntería.

MUNIAIN CARBURA

Admitido que por ser el fútbol una disciplina coral, es la suma de aportaciones el factor que contribuye a subir o bajar la cotización de un equipo, no cabe obviar que hay jugadores concretos al alza últimamente. De ello se ha beneficiado el grupo para optimizar sus prestaciones. Iñigo, Vivian, Lekue, Balenziaga o Simón han mostrado regularidad, en todas las jornadas o casi han merecido una buena calificación. El resto ha tenido de todo, tardes felices y grises, y los hay que no han estado finos. Berenguer, por ejemplo, se asemeja muy poco al de la campaña anterior.

En una tesitura parecida se encontraba Muniain, hasta el punto de que costaba comprender su permanente titularidad. Que Marcelino creyese oportuno sacarle la cara en diversas ocasiones confirma que el capitán no iba. Pero ha revivido y acaso esté agradeciendo la libertad de que goza para moverse a su antojo en la franja central. Además, se le ve más entero, aguanta la exigencia, cosa que no ocurría en agosto y septiembre, de ahí que a menudo fuese sustituido.

Será que ha cogido el tono físico, se siente más cómodo y asume con todas las consecuencias la responsabilidad de dar fluidez a las maniobras ofensivas. Desde el día del Villarreal es un Muniain distinto, con peso en el juego. Ya no se limita a ejecutar el balón parado para ser protagonista.

EL EJE

Esta realidad coincide con el afianzamiento de la pareja de centrocampistas específicos. Seguramente, en el plano individual la principal noticia en este Athletic pujante sea la progresión de Vencedor y VencedorDani García. Al más joven le ha costado dejarse ver en la función que le distingue del veterano. No es un especialista en la contención como Dani García. Carece del poderío en la disputa del guipuzcoano, pero a cambio posee interesantes recursos para la distribución. Es quien puede establecer el ritmo y asegurar el pase que favorece la salida del equipo. En bastantes jornadas, dio la sensación de que Vencedor se perdía en la vorágine de la presión, se ahogaba y apenas se prodigaba en aquellas facetas que domina y que están relacionadas con el manejo de la pelota.

Aún es un crío que vive su segunda campaña en la élite, por lo que es normal que tenga dificultades para realizarse. Si encima el equipo está diseñado o aleccionado para desarrollar una propuesta de un corte marcadamente conservador, resulta lógico que Vencedor tenga problemas para expresarse. Ahora lleva una serie de jornadas erigiéndose en brújula para los compañeros y Dani García lo nota positivamente. En su caso también se apreció que asimilaba mal tanto desgaste, noventa minutos haciendo recados a todo el mundo se le hacían eternos, por eso a raíz de que el equipo se ha soltado y se preocupa de elaborar más, de controlar los partidos no exclusivamente presionando y basculando, Dani García luce.

El fútbol se resolverá en las áreas, pero el centro del campo dicta la pauta, establece la personalidad, el aire de un equipo. Con esta pareja entonada y la conexión con Muniain, el Athletic ha recibido un impulso evidente.