Osasuna, virtualmente salvado a falta de cuatro jornadas para la conclusión de LaLiga, festeja haber recuperado para la causa a Chimy Ávila (Rosario, Argentina, 6-II-1994), su jugador franquicia. El argentino, que cautivó a la afición rojilla la pasada temporada en su primer curso como osasunista, vuelve a sonreír en los terrenos de juego tras dejar atrás dos graves lesiones de rodilla que le mantuvieron alejado de la competición 435 días hasta su regreso el pasado 3 de abril. Fue entonces, casi quince meses después de su última puesta en escena en un partido oficial, cuando Ávila reapareció en el minuto 76 para disputar la recta final del encuentro que albergó El Sadar ante el Getafe y que finalizó sin goles.

Al margen del resultado, relegado a un segundo plano, no hubo mejor noticia para el equipo dirigido por Jagoba Arrasate que la ansiada vuelta de un futbolista que, después de sumar minutos desde el banquillo posteriormente en otros cuatro compromisos ligueros, alcanzó el pasado sábado en Valdebebas su primera titularidad 463 días después. El rosarino, no en vano, no asomaba como titular desde el fatídico 24 de enero de 2020 en el que se rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha contra el Levante en El Sadar. Comenzó entonces el particular calvario del bravo delantero rojillo, que se prolongó en el tiempo al romperse los ligamentos de su otra rodilla, la izquierda, en la pretemporada del presente ejercicio.

El golpe, mayúsculo en todos los sentidos, volvió a frenar en seco a un ariete que se había convertido en el jugador revelación del pasado curso hasta su lesión con continuas exhibiciones y una tarjeta personal de 11 goles en sus primeros 22 partidos con Osasuna. El conjunto navarro, que se quedó así sin su principal activo sobre el verde, acusó sobremanera la ausencia del argentino en la segunda vuelta del campeonato y ha tenido que hacer también de tripas corazón esta campaña para sobrevivir sin sus goles. Dieciséis meses después de la primera de sus dos graves lesiones, sin embargo, Ávila vuelve a comandar la delantera de un equipo al que se incorporó en el verano de 2019 remarcando durante su presentación que "en el campo, partido a partido, es donde demostraré si tengo ADN Osasuna o no".

Dicho y hecho. En su primer encuentro oficial como rojillo, correspondiente a la jornada inaugural de liga de la pasada temporada, un tanto suyo dio los tres puntos a los iruindarras en la visita al Leganés. Así comenzó la intensa historia de amor entre Ávila y la siempre entregada hinchada de Osasuna, que no tardó en convertir en ídolo a un delantero acostumbrado a encarar cada partido como si fuera el último de una carrera deportiva marcada por las dificultades y por los obstáculos superados en el camino.

La vida, sin ir más lejos, se ha encargado de poner a prueba una y otra vez al argentino, nacido en la humilde y conflictiva localidad de Empalme Graneros, donde se vio rodeado de unos vicios y de unas peligrosas compañías que pusieron en jaque su sueño de convertirse algún día en futbolista profesional. Con la necesidad de ir descalzo y a caballo durante media hora a fin de llegar a los entrenamientos durante su infancia, Ávila reconoció años atrás en una entrevista que "el ambiente de mi barrio era tal que hoy podría hacer esta entrevista o estar detenido".

BAUTISMO EN SAN MAMÉS

Renacido en términos futbolísticos con el reto de volver a ser quien fue año y medio atrás, el argentino asomará mañana sábado en San Mamés con el grato recuerdo de su primera comparecencia en el coliseo rojiblanco, donde se estrenó como goleador en Primera División. Fue el 27 de agosto de 2018 y dejó su huella para lamento del Athleticropezó así el conjunto rojiblanco, dirigido entonces por Eduardo Berizzo y convertido en el rival al que más veces se ha medido en Europa el siempre incisivo y ya recuperado Ávila, que suma un empate y cuatro derrotas en sus cinco partidos contra el Athletic, al que ha batido en dos ocasiones al ver portería también con Osasuna en El Sadar en el derbi disputado en noviembre de 2019.