La pandemia, inmisericorde en todos los órdenes de la vida, arrebató a Beñat Etxebarria (Igorre, 19-II-1987) la posibilidad de despedirse del Athletic con una final de Copa que verá un año después a través de la televisión como jugador del Macarthur, equipo perteneciente a la A League australiana en el que comparte escudo con su amigo Markel Susaeta. Centrado en el presente, el de Igorre se pronuncia también sobre su salida de Bilbao sin rencor alguno hacia nadie.

Se encuentra a casi 18.000 kilómetros de Bilbao, pero seguro que se siente cerca del Athletic.

—Sí, tengo excompañeros y amigos en el vestuario, mantengo la relación con ellos, hablamos e intento ver sus partidos cada vez que puedo. El mejor horario para eso es el de las 21.00 horas de allí al ser las 7.00 de la mañana aquí. Si no, más que partidos veo los resúmenes.

La final de Copa empezará a las 21.30 horas. No se la perderá.

—Espero no tener partido, ni nada. Creo que no, así que me levantaré pronto para verla.

¿Qué sensaciones tiene desde la distancia?

—Al ser una final de Copa y un derbi, además, las sensaciones dan un poco igual. Es un partido a vida o muerte que lo tiene todo y un equipo puede estar en mejor o peor dinámica, pero este tipo de encuentros se ganan por pequeños detalles.

¿Se juntará con Markel Susaeta para ver el partido?

—Dependerá de la situación. Si tenemos entrenamiento, en ese horario nos cogería yendo a entrenar y quizás podríamos verlo con el móvil en el vestuario como solemos hacer. Si no tuviéramos nada, cada uno lo tendría que ver por separado en casa al estar los críos dormidos y no ser tan fácil ya.

Esta final también es suya.

—Sí, la verdad es que es una pena la situación, pero lo importante el año pasado era que se pudiera jugar con las aficiones y nadie se esperaba que esta pandemia fuera a durar tanto, ni fuera del grado que ha sido. Se optó por retrasarla y, sobre todo, es una pena que los seguidores no puedan disfrutar de ella.

¿Daría muchas cosas por poder vivirla desde dentro como hubiera sido el caso de jugarse en la fecha original?

—Claro que me gustaría estar allí y vivir con los compañeros todo lo que se vive en la semana previa dentro del vestuario, con esa tensión y ese nerviosismo que aparece en términos positivos. Hubiera sido muy bonito y me habría encantado, porque son experiencias que te marcan y que recuerdas cuando dejas el fútbol o, en mi caso, ahora mismo al estar lejos de allí.

En la final de Copa de 2015 fue titular contra el Barcelona en el Camp Nou. ¿Le quedó clavada esa espina al tener que abandonar el club sin poder resarcirse en esta cita histórica ante la Real?

—Bueno, aquella final fue en otra época en la que el Barça estaba muy bien y fue una pena no poder ganarla, pero aun perdiéndola como digo te queda esa experiencia positiva de haberla vivido con el apoyo de toda la gente. Es difícil explicar lo que se siente, porque el ambientazo que hubo en el Camp Nou fue impresionante y esa espinita, en cierto modo, me la pude quitar con la Supercopa viendo a toda la gente disfrutar con el título y con aquel 4-0 al Barcelona en San Mamés.

Cuando vio que la final contra la Real se aplazaba y no había renovado su contrato, ¿tuvo la sensación de que ya no la jugaría o mantenía la esperanza de poder estar en ella este año?

—Fue después del aplazamiento cuando me comunicaron que no iba a continuar, por lo que cuando se decidió retrasarla todavía tenía esa esperanza de continuar, aunque sabía que iba a estar bastante complicado. Dicho esto, ya digo que la situación requería ese aplazamiento para tener la opción de que la gente pudiera disfrutar de este partidazo, aunque al final no vaya a poder ser y sea una pena.

Le comunicaron tarde que no contaban con usted para esta temporada. Sucedió también con San José y un año antes con el propio Susaeta.

—Igual fue también por la pandemia y quizás sí tomaron las decisiones un pelín tarde, pero nada que objetar.

Al igual que San José decidió permanecer en el Athletic hasta el final del pasado curso, el 19 de julio, cuando su vinculación con Ibaigane finalizaba el 30 de junio. ¿Volvería a hacerlo?

—Sí, volvería a hacerlo porque no tenía ningún motivo para no ir esos 19 días a entrenar cuando tenía un compromiso con los compañeros y con el propio club. No nos parecía a Sanjo, ni a mí que a falta de esos días tuviéramos que dejar de asistir a los entrenamientos a pesar de que acabaran nuestros contratos y estuviéramos en nuestro derecho. Entendimos que no era el momento, ni mucho menos, porque nos estábamos jugando mucho intentando acceder a Europa y decidimos estar con el equipo hasta el final.

Aun así, lo cierto es que ninguno de los dos tuvo minutos en el último partido de liga ante el Granada sin tener el equipo nada en juego. ¿Le dolió?

—No es que me doliera. En el momento no me paré a pensarlo tampoco. Después, con el tiempo, sí piensas que igual podía haber jugado aquel último partido en Granada, pero no es algo en lo que haya pensado mucho y no cambia para nada la sensación y el recuerdo tan bonito que tengo de mi paso por el Athletic. De los siete años que estuve en el equipo, jugamos Europa en la mayoría de ellos compitiendo en la Champions League, en la Europa League, jugando una final de Copa y ganando una Supercopa. Con esto quiero decir que estoy más que satisfecho y orgulloso de mi trayectoria en el club.

Dicho lo dicho, la gestión de su salida, como la del propio San José y Susaeta, dejaron dudas en el entorno. ¿Cómo lo vivió desde dentro?

—No es que durante la temporada supiera nada, pero por cómo se dieron las cosas durante el año uno veía venir lo que podía pasar. La esperanza de seguir no la perdí y continué trabajando hasta el final, pero si yo mismo hago la evaluación de la temporada veo que no tenía minutos, no jugaba y así tenía difícil continuar. No sé si el club tenía ya la decisión tomada conmigo, la tomó durante la temporada o al final, pero era complicado poder demostrar si no jugaba y una vez la situación era esa, uno mismo se da cuenta de que es muy difícil seguir. Cuando en marzo se paró todo, eso sí, mantenía esa esperanza y esa ilusión de poder continuar.

¿Se veía con pilas?

—Sí, me veía bien y aquel parón en casa, con tanto tiempo libre, permitía pensar mucho y entrenar fuerte cada día para volver lo mejor posible con el objetivo de quedarme, pero no pudo ser.

¿Cómo finalizó su relación con Alkorta y Garitano?

—Muy bien, fenomenal. Mi relación con Gaizka fue perfecta y más cercana al ser el entrenador. Con Rafa fue la normal, bien también. La que tiene que haber entre un director deportivo y un jugador.

De continuar en la plantilla, tal vez tuviera hueco como titular en la final. No termina de asentarse en el once ningún mediocentro.

—Bueno, por lo que se ve desde fuera, creo que Marcelino rota bastante y quiere tener a todos enchufados. Así consigues que entren y salgan jugadores sin que se note y se está viendo que el Athletic tiene una plantilla muy amplia y fuerte, con gente joven y experimentada.

¿Qué hará si el Athletic gana a la Real?

—No sé, lo más seguro es que algo hagamos, aunque tampoco se pueden hacer muchas cosas desde aquí. Espero que podamos celebrarlo aun así con una comida o así, porque aquí no podremos sacar la gabarra.

¿El título de la Supercopa cómo lo vivió?

—Con mucha felicidad y enganchado a la televisión hasta el último momento, porque fueron dos partidos muy exigentes para el Athletic y la final fue un partidazo. Jugarlo no sé, pero verlo fue una gozada y más que contento de que consiguieran el título ganando a Real Madrid y Barcelona.

Estuvo Aduriz en La Cartuja, pero no San José, ni usted, que también completaron el trayecto hacia ella. ¿Le llamaron?

—En mi caso era imposible ir desde aquí. No podía.

En caso de ganar esta nueva final y poder celebrarla con la gente en algún momento, soñará con subirse a la gabarra con sus excompañeros.

—Sí, sería muy bonito poder celebrar esta Copa con ellos. De darse la situación y aplazarse un poco la celebración, a ver si llego a tiempo. Pero no, lo importante es que la ganen y lo disfruten, porque el año pasado hicimos nuestros méritos para llegar donde se ha llegado y, aunque el título también cuente para mí, el partido es de ellos.

¿Qué consejo les envía desde Australia?

—Que jueguen como saben, porque ya demostraron en la Supercopa que si juegan como saben, es muy difícil ganarles y estoy convencido al 100% de que así lo van a hacer.

"Las sensaciones dan un poco igual; esta final es un partido a vida o muerte que lo tiene todo"

"Claro que me gustaría estar allí y vivir todo lo que se vive en la semana previa en el vestuario"

"Cuando se aplazó tenía la esperanza de continuar, aunque sabía que iba a estar bastante complicado"

"No es que supiera nada, pero por cómo se dieron las cosas durante el año uno veía venir lo que podía pasar"