Sopla el viento gélido en Donostia mientras el invierno se apaga en la capital guipuzcoana, que poco a poco se va tiñiendo de los colores de la Real. No es para menos, en solo once días a muchos les aguarda el partido de sus vidas, ese que no pudo disputar nuestro protagonista, que fue subcampeón de liga con su equipo, lo que le llevó a participar en la Liga de Campeones.

¿Qué tal le va la vida?

—Bien. Hace tiempo me saqué varios títulos, todos enfocados al fútbol. Tengo el de director deportivo, el de entrenador, aunque eso no quiere decir nada, pero ahí está, y ahora colaboro con una empresa de representación inglesa.

De todo eso que ha comentado, ¿qué es lo que más le gusta?

—Hasta el momento lo que más me ha gustado ha sido entrenar. De director deportivo prácticamente no he tocado nada más que sacarme el título. De entrenador estuve varios años y me gustó. Estuve a gusto. Pero llega un momento en el que tienes que tomar decisiones y para tener un proyecto atractivo igual no soy el más apropiado. Muchas veces he tenido el viento a favor por haber sido jugador, pero no quiero hacer cualquier cosa tampoco. Entrenar por entrenar no. El año pasado se puso en contacto conmigo Luis Alonso, que es el jefe de ICM Stellar en Madrid, me propuso varias cosas y he empezado a moverme en ese mundo.

¿Echa de menos jugar a fútbol?

—Sí. Mucho.

Se lo pregunto porque hay muchos exjugadores que dicen que no, que cerraron una etapa y no quieren saber más...

—Yo eso lo tengo asumido. Hasta donde llegué, llegué. En mi caso, por ejemplo, echo mucho de menos las concentraciones, las relaciones que se hacen el fútbol, que para mí es una de las cosas más importantes. Así como competir como tal, no, pero sí esa manera de pelear por objetivos en un grupo, en un equipo.

¿Es muy aficionado a la Real?

—A mí me gusta el fútbol. Evidentemente por mi histórico y por mi pasado tengo un carácter realista profundo, pero tampoco soy de los que no duermo o no ceno si mi equipo pierde. Cuando mi hijo me pregunta que quién quiero que gane, si juega la Real, evidentemente quiero que gane la Real, pero luego no soy de los que quiero que pierda el Athletic.

Por lo que comenta, no parece usted muy forofo€

—No soy un forofo de porque sí. Me gusta ver un buen partido, lo que supone el hecho de los preparativos, cómo enfoca el partido cada uno de los equipos, qué análisis táctico se puede hacer del mismo, cómo juegan los jugadores€ ese tipo de cosas.

¿Cómo se está viviendo en Donostia la previa de la final?

—Como en todos los sitios, con esa pena de no poder estar más cerca del equipo, intuyo que como pasará también en Bilbao. Y con cierto yuyu. Porque estamos viendo que el Athletic está encarando las finales de manera muy muy competitiva y encima está sacando resultados. Y la Real en ese sentido pues probablemente tiene que dar un paso adelante y todos confiamos o tenemos esa perspectiva de que ahora es el momento, pero también hay ese pequeño miedo a que el Athletic pueda encararlo de mejor manera.

¿Esa experiencia a la que hace referencia puede ser definitiva de cara a la final?

—No, definitiva no. Es un dato, un precedente. Pero al final cada partido se mueve en torno a una historia diferente. Y ahí sí que es importante cómo lo enfoca por un lado el entrenador, por otro lado los jugadores, la importancia que le den€ Todos somos capaces de motivarnos ante una final, pero luego el que es más capaz de tolerar bien ese sufrimiento, de pasar momentos jodidos en el propio partido, es el que probablemente pueda llevarse la final.

La cantera de la Real está dando buenos frutos en la actualidad. Pero hace no demasiados años desde el club pareció mirarse a otro lado, ¿no lo cree?

—Sí que hubo unos años, por lo menos en los que coincidí yo, que la idea era contar con la cantera y traer el diferencial que necesitaba el equipo desde fuera. Sí que a partir de los años 2000 hubo una época en la que se perdió un poco el hilo de eso, de que la base fuera proveniente de la cantera, y se fichó bastante. Pero son circunstancias del propio fútbol. El club como tal tiene que tener claro por dónde tirar, a quién dar oportunidades, etc. Pero en aquellos momentos probablemente se hizo lo que se pudo. Si había gente trabajando para el equipo que no confiaba en lo que venía por debajo, había que fichar fuera. Sí que se perdió algunos años ese norte, pero creo que la Real lleva un tiempo enfocada en la cantera de nuevo. La cantera guipuzcoana goza de muy buena salud.

¿En qué momento considera que llegan ambos equipos a la final?

—Para una final creo que no es referencia este momento. Sí que es verdad que el hecho de mostrar cierta regularidad y solidez te hace confiar más en ti mismo, pero de cara a una final lo más importante es cómo la preparas, desde qué punto de vista. Creo que eso es más determinante que la situación que esté atravesando ahora cada equipo.

¿Cree que el parón por el compromiso de las selecciones puede afectar a la preparación de la cita?

—Eso nos lo dirá el propio partido. Siempre han sucedido este tipo de circunstancias. Sí es verdad que no es lo más idóneo probablemente para el enfoque del partido y cómo prepararlo, pero es lo que hay. En ese aspecto los dos equipos están más o menos parejos.

¿Qué partido espera en La Cartuja?

—Creo que va a ser un partido bastante más cerrado que abierto simplemente por el miedo a perder. Yo confío en que se intente transmitir al jugador más desde el punto de vista de ir a por el partido, no vamos a perder, pero creo que eso está por ahí.

El que pierda pierde mucho más que una final.

—En teoría podríamos pensar que no, pero probablemente sí.

¿Recuerda algo de las finales que jugó la Real en el 87 y en el 88?

—Me acuerdo de las dos, mi hermano jugaba en la Real entonces. La primera, la de Zaragoza, fue espectacular. Vivir eso con 13 años, viendo a tu hermano competir y ganando la final es algo indescriptible. Y la siguiente, contra el Barcelona en Madrid, solo me acuerdo de ir por la Castellana y que nos fueran persiguiendo los caballos. Encima pierdes, el miedo, con mis padres corriendo€ Son experiencias que en el primer caso fueron muy bonitas, aunque la de Zaragoza la recuerdo con muchísimo calor, y la siguiente, todo lo contrario. Perder y encima con unas circunstancias no muy favorecedoras para poder disfrutar. Esto es la vida y el fútbol, que puedes vivir una cosa y la otra.

En su larga carrera como futbolista no le tocó vivir ninguna final de Copa, ¿pero se puede poner en la piel del equipo que pierda?

—Me acuerdo de una frase de Michael Jordan que decía que si cuando vas a tirar un tiro libre están pensando en qué va a suceder luego normalmente vas a pensar o en perder o en fallar el tiro en este caso. No creo que haya que estar pensando en qué va a pasar luego dependiendo del resultado. Creo que hay que enfocarse en el presente, en trabajarlo bien y en intentar enfocarse en qué es lo que hay que hacer en el propio partido. Luego el resultado será el que sea. Y cómo lo vayamos a interpretar o qué vamos a aprender dependiendo del resultado ya nos lo plantearemos más adelante. Ahora hay que enfocarse en intentar prepararlo en las mejores condiciones posibles.

"Tengo un carácter realista profundo, pero no soy de los que quiere que pierda el Athletic"

"Creo que va a ser un partido bastante más cerrado que abierto simplemente por el miedo a perder"

"La final del 87 fue espectacular. Vivir eso con 13 años, con tu hermano jugando, es indescriptible"