El próximo domingo se celebra la Asamblea Extraordinaria del Athletic. El tiempo vuela y, por lo visto, no es lo único que vuela. Casi dos meses después de la Asamblea Ordinaria, la directiva de Aitor Elizegi se presenta ante los compromisarios con unas propuestas irreconocibles, tanto que bien podría afirmarse que el nuevo orden del día se parece al anterior como un huevo a una castaña. La severa derrota sufrida el 27 de diciembre, cuando las votaciones se saldaron con un rechazo que rondó el 60%, auguraba algún tipo de rectificación en los números. La realidad ha superado cualquier expectativa. Elizegi se ha abonado al espíritu del refrán que aconseja responder a grandes males con grandes remedios, y no solo en el capítulo relativo a las cuentas, puesto que no cabe pasar por alto que solo una semana después de que se plasmase en las urnas el rotundo rechazo de los socios a su gestión, procedió al relevo del entrenador.

La destitución de Gaizka Garitano, el mirlo blanco de Elizegi, fue la enésima prueba del estilo que impera en Ibaigane y no únicamente porque la medida se comunicase a posteriori al director deportivo y al director general. Recordar que fue tomada la tarde en que el equipo venció al Elche. Luego, con una separación de horas, llegó el anuncio de que su lugar lo ocupaba Marcelino García Toral, que ya había sido sondeado casi dos meses antes y se mantenía en su casa a la espera, a causa de la duda permanente en que se había instalado la directiva, reflejada en la sucesión de ultimátums con sordina.

Pese a las críticas recibidas por las formas empleadas con Garitano, Elizegi rentabilizó la jugada gracias a la conquista de la Supercopa y la sensación de que el equipo reaccionaba tras muchos meses sin brindar alicientes a la afición. De hecho, la comunicación de la fecha de la Extraordinaria y de los cambios en el presupuesto, se conoció a renglón seguido de sendas victorias, con el Getafe en liga y el Betis en Copa. Es evidente que por ahí, por el tema deportivo, empezó la estrategia de Elizegi en su afán por ganarse el favor de una asamblea que no ocultó su descontento por la trayectoria del primer equipo, aunque cabría meter en el mismo saco la del conjunto femenino, cuyo técnico fue asimismo despedido días más tarde.

El orden del día de la Asamblea Extraordinaria incluye una modificación significativa, pues la Gestión de la junta se vota en un punto aparte, no junto a las cuentas del ejercicio previo. Un cambio que acaso pretenda brindar una vía de desfogue a los contrarios al quehacer de la directiva, otorgándoles la opción de explicitarlo sin que ello afecte a los números, que en definitiva es la parte que Elizegi quiere sacar adelante sí o sí, a toda costa.

Esta reflexión encaja con la distorsión del mensaje lanzado por la directiva en su momento. Sucede que las claves del futuro económico de la entidad han perdido toda su razón de ser por arte de magia en la nueva propuesta que se someterá a plebiscito el día 21. En la escenificación del mea culpa de Elizegi en el día siguiente a la Asamblea Ordinaria, cerró el acto manifestando con solemnidad que "el club necesita las cuotas de los socios y el acuerdo con los jugadores". En sintonía con el contador de la junta, Jon Ander de las Fuentes, no menos claro al catalogar las cuotas como "ingreso imprescindible para la economía del club". El presidente aseguró que por supuesto se esforzaría al máximo en alcanzar un consenso a fin de que el presupuesto fuese aprobado: "A ver si somos capaces de llevar una propuesta clara", dijo en la rueda de prensa que arrancó con la firme promesa de practicar la "autocrítica, la reflexión y la escucha".

Bueno, pues esas loables intenciones han desembocado en una renuncia expresa a solicitar el abono de cuotas y en la inexistencia del apoyo de la plantilla, asunto este que ambos dirigentes decían tener muy avanzado. En diciembre, los socios no se negaron a pagar el carnet sino que rechazaron la fórmula de la directiva para hacerlo. A saber: la famosa "cuota social" fijada en un porcentaje del 30% ineludible. Al cabo de dos meses, ni cuota social ni nada, la directiva asume alegremente la pérdida de 7,4 millones por ese concepto y se remite a la asamblea del otoño que viene para abordar un reajuste en función de los partidos en que el público pueda a acudir a San Mamés, tal vez a la vuelta del verano.

Aquel lamento de que "es difícil presentarse con 37 millones en números rojos", ha dado paso ahora a una situación aún peor, pero que es la que defiende como válida la directiva, que viene así a reconocer que es perfectamente viable continuar el camino con unas pérdidas por encima de los 42 millones.

El ingreso derivado del título de la Supercopa, del que debe descontarse la prima consiguiente; una revisión urgente, que no se sabe por qué no se hizo antes, de gastos de gestión ordinaria, que se traduce en casi un millón extra; y un par de millones que salen de la hucha conocida como provisión, ejercerían de leve contrapeso frente a los gastos extra que implica el fichaje de Marcelino y su grupo de colaboradores, más los 7,4 que no se les imputa a los socios. Estas son las cifras que en opinión de los directivos solucionan el entuerto, cifras que lógicamente en absoluto cuadran el presupuesto de 2021, pero que confían puedan servir para salvar las reticencias del compromisario.

En suma, la Junta Directiva ha limado todos aquellos aspectos conflictivos, "impopulares" en palabras de Elizegi, que detectó dos meses atrás en la asamblea, con el exclusivo objetivo de invertir el signo de las votaciones.