Se dan casos en que las matemáticas son inexactas cuando se aplican al lenguaje del fútbol. Así hay que entenderlo respecto al encuentro de ayer en Mestalla. El Athletic sumó un punto y restó dos. La enrevesada ecuación se explica en unos factores que alteraron la suerte final de un encuentro que apuntaba a la segunda victoria lejos de Bilbao el conjunto rojiblanco, pero que se frustró por culpa de un error de bulto de Unai Simón, que sale señalado por la salida en falso que propició el 2-2 y que se produce un partido después de que también la pifiara ante el Celta, aunque en esa ocasión no supusiera la pérdida de punto alguno. Vamos, que salió a escena el famoso peaje que acuñó el mismo Gaizka Garitano tras la derrota sufrida ante el cuadro vigués y del que no hizo mención ayer. Son las contradicciones de los discursos del entrenador, que también se retrató con la gestión a la hora de decidir las sustituciones, alguna de ellas difícil de digerir por el gran público. Fue, además, el partido de los más jóvenes.Garitano presumió en la previa del perfil juvenil de su plantilla. O sea, dijo que el Athletic es el “equipo más joven de la liga en minutos, el equipo que juega con más canteranos, un 51% de los minutos… A veces hace falta un poquito de paciencia”. Pues resulta que en Mestalla prescindió de Unai Vencedor, el benjamín del grupo, cerró el partido con solo seis futbolistas hechos en Lezama y con cuatro que tienen o superan los treinta años de edad, que evidentemente superan la media vital. Precisamente el Athletic no fue un equipo de pipiolos, pero paradójicamente fueron los chicos más jóvenes o los menos veteranos, según se mire, los principales protagonistas. Para bien y para mal. En el primer caso, emergió la figura de Asier Villalibre, el más novel ayer de los leones a sus 23 años y poco menos de tres meses, que volvió a ser titular por cuarto partido consecutivo -marca que iguala a la que registró la pasada campaña entre las jornadas 21 y 24-, y que vio puerta por segundo duelo seguido lejos de San Mamés. El de Gernika sacó del apuro al Athletic con el 1-0 gracias a un tanto propio de un delantero con instinto, como ya lo hiciera en el Coliseum Alfonso Pérez.

Fue el primer peaje que se pagó por la juventud. Un peaje bendito. Garitano renunció a la inspiración del Búfalo para dar entrada a Raúl García, el futbolista de más edad del plantel y que le ha tocado chupar banquillo durante cuatro partidos consecutivos. La experiencia, en este caso, sí fue un grado, porque el navarro asumió, cuando solo llevaba un puñado de segundos en el césped, la responsabilidad de lanzar el penalti que supuso el 1-2. El Athletic se disponía a celebrar su segundo triunfo como visitante y ganarse de paso una pizca de tranquilidad en vísperas de visitar al Real Madrid, pero, de repente, asomó esa “realidad” a la que aludió el derioztarra en la previa del choque en Valencia y ante la que no entendía “el revuelo que se había creado” por sus palabras tras el revés frente al Celta. Unai Simón, el más joven en el verde tras la marcha de Villalibre de los leones a sus 23 años y medio, la pifió con un error infantil que restó dos puntos a su equipo. Un peaje, en este caso, demasiado oneroso.

A Garitano le debió pillar desprevenido la salida en falso del portero internacional con España, que la volvió a liar por segundo partido consecutivo. El técnico ni se inmutó. Tenía previsto un cambio defensivo desde que Raúl García puso a los rojiblancos en ventaja y no se le ocurrió rectificar. Retiró a Iker Muniain, víctima del penalti y sensiblemente enfadado al arrojar al suelo una botella de agua, para dar entrada a Unai Núñez y jugar el tramo final con tres centrales. El de Derio sacó a relucir su lado amarrategi. También lo había apuntado en la previa: “Estamos a un punto del Barcelona”. Es decir, estará contento en ese aspecto. Anoche el Athletic se acostó a cero puntos del cuadro culé. También es cierto que recordó que el Sevilla, sexto clasificado, estaba a tres puntos. Esta mañana se encuentra a cinco puntos y en la quinta posición. Es otro peaje que toca pagar.