VALLADOLID: Masip; Hervías (Min. 58, Luis Pérez); Joaquín Fernández, Bruno González, Nacho; Orellana (MIn. 68, Waldo), Fede, Alcaraz, Plano (Min. 82, Carnero); Marcos André (Min. 81, El Yamiq) y Sergi Guardiola.

ATHLETIC: Simón; Capa, Yeray, Iñigo Martínez, Yuri; Unai López (Min. 75, Zarraga), Dani García (Min. 53, Vesga), Williams, Muniain (Min. 75, Sancet), Morcillo (MIn. 53, Berenguer); y Raúl García (Min. 53, Villalibre).

Goles: 1-0: Min. 19, Orellana, de penalti. 1-0: Min. 48; Marcos André. 2-1: Min. 86, Williams, de penalti.

Árbitro: Soto Grado (Comité Riojano). Amonestó a Hervías, Alcaraz, Masip y Carnero, del Valladolid; y a Simón y Muniain, del Athletic.

Incidencias: Partido correspondiente a la novena jornada de LaLiga Santander, disputado en el estadio Nuevo José Zorilla, sin público.

Nada, que no hay forma de que el Athletic despegue. La visita al colista asomaba como una oportunidad para adecentar el balance de comienzo de temporada y asentarse, pero el empeño resultó baldío. Quinta derrota. Hay que decir que esta vez el marcador pudo ser más benévolo, de hecho computados los méritos de unos y otros hasta cabría afirmar que los tres puntos perfectamente pudieron viajar a Bilbao. En todo caso, un empate hubiese reflejado con mayor fidelidad lo ocurrido, pero no fue así y a la hora de dar con la clave del desenlace es obligado apuntar que el Valladolid se encontró, así, como suena, con una ventaja de dos goles que condicionó mucho el choque. Uno de ellos, el primero, fue un regalo en sí mismo y por lo que significó en el partido, pues destrozó el guión. Fue evidente que el Athletic acusó el golpe, perdió la iniciativa que había trabajado con bastante sentido, y lógicamente al conjunto local le dio el oxígeno por el que lleva semanas implorando.

En el segundo gol, nada más regresar del descanso, acaso hubo un fallo de concentración coral. Sea como fuere, vino a complicar en exceso el objetivo. Remontar dos goles son siempre palabras mayores. El esfuerzo posterior se quedó corto, el Valladolid terminó colgado del larguero y aguantó de aquella manera un marcador que inaugura su casillero de triunfos en un contexto ciertamente agobiante. Se dirá que mira por dónde tuvo que ser el Athletic la primera víctima de los de Pucela, una noticia que encaja con su contrastada vocación samaritana, y aunque el 2-1 sea inamovible, al menosr el equipo de Garitano bajo la lluvia en el Nuevo José Zorrilla.

En definitiva, el Athletic no fue peor que el Valladolid. Hay datos elocuentes para sostenerlo, pero no le alcanzó para compensar sus limitaciones. ¿Cuáles? Son conocidas y es de ley empezar por las concesiones graciosas en área propia, origen de varios reveses desde septiembre. El panorama se completa con las omisiones en el área ajena, dentro de la misma y en sus alrededores, un mal instalado en el equipo desde hace muchísimos meses.

La tarde se torció del modo más tonto. Una cesión de las tantas que efectúa la defensa a Unai Simón derivó en un control horrible del portero, que no estaba exigido y reaccionó derribando a André. Una acción desgraciada que Orellana transformó desde los once metros. Apenas iban veinte minutos, una fase en que los rojiblancos habían peleado por asumir el gobierno, como el duelo demandaba. El equipo estuvo aturdido el siguiente cuarto de hora y a punto de echarlo todo por la borda en la única combinación ligada por el anfitrión. Guardiola no acertó a embocar en el segundo palo con el arco desguarnecido.

El formidable desperdicio de centros, en parado o en movimiento, volvió a penalizar el afán ofensivo del Athletic. Mordía el Valladolid, sobre todo para entorpecer la salida de la pelota hasta la divisoria, pero el problema estaba en lo dicho, puesto que cada avance o intento de profundizar moría por la irritante falta de tacto de los encargados de conectar con un posible rematador. Así, generar peligro se convierte en una misión imposible. Morcillo estuvo particularmente negado en esta faceta, al igual que en el chut, pero tampoco Yuri, Capa y el resto dieron una a derechas. Bueno, una sí puso Capa tras pisar línea de fondo y el remate de Muniain fue repelido por San Emeterio al límite, desde el suelo.

La desventaja mínima invitaba a perseverar. El Valladolid había realizado un gasto físico enorme y a Garitano le correspondía agitar el colectivo para lograr una puesta en escena más incisiva. Lo hizo el técnico, aunque muy forzado ya por culpa del segundo gol, obra de André, que solo tuvo que empujar el despeje corto de Simón a tiro de Hervías en una situación ventajosa, en la que participaron hasta cinco hombres con la zaga pillada a contrapié. Triple sustitución, de desigual y retardado efecto. Tanta alteración de caras y posiciones suele precisar un rato de adaptación. Garitano retiró al acelerado Morcillo y a los inoperantes Dani García y Raúl García, algo que no es novedad y quizá sugiere otro tipo de medidas.

Continuaba el Valladolid remando (concedió once córners) y pegando (se le señalaron 24 faltas), mientras cargaba con todo el Athletic, cuyo empuje adolecía de filo, para variar. Le cuesta hallar vías ante estructuras replegadas, fue la tónica en el primer acto y el asunto se repetía, pero a base de insistencia y con las aportaciones de Villalibre, que se hizo notar en cada intervención, de Yuri, que se fue calentando, y el correcto manejo de la pareja Vesga-Unai López, luego Zarraga, la superioridad se materializó y provocó un par de situaciones ideales para acortar distancias.

Masip, DECISIVO

Villalibre, en plancha a centro de Yuri, forzó la mejor intervención de Masip y un minuto después, Muniain sirvió sobre el desmarque de Williams, que no supo cómo resolver el mano a mano con el portero, quien no se dejó vencer por la finta y le dejó sin ángulo para golear. Fue un instante crucial porque restaba más de media hora y difícilmente el cuadro local hubiese resistido en pie el asedio con el cariz que estaba tomando el partido. A ese par de ocasiones flagrantes replicó el Valladolid cortando el juego con más faltas y simulaciones. Apurado, Sergio González fue poblando su formación de defensas, hasta siete juntó para gestionar el tramo final. Garitano por su parte agotó su cupo de cambios con Sancet y Zarraga.

Con el cronómetro muy avanzado Yuri forzó un penalti que Williams ejecutó con cierto suspense, alto por el centro y con Masip sin perder la vertical. Y todavía dispuso el Athletic de tres jugadas para igualar. Fueron balones puestos en el área chica que ni Villalibre, ni Sancet, ni Williams atinaron a embocar en medio de un mar de piernas enemigas. Si ganar está caro, yendo dos goles por debajo es un milagro y ya se asistió a uno la semana anterior frente al Sevilla.