- El Athletic cierra mañana la temporada en Granada, aunque en realidad lo hizo alrededor de las 23.00 horas del jueves, cuando el balón dejó de rodar en un vacío San Mamés con el Leganés sumando los tres puntos en un partido sin retorno para los rojiblancos. Cuando mejor pintaban las cosas, con el antepenúltimo clasificado de visita en Bilbao con un carro de bajas y con Europa a tres puntos de distancia gracias a la sucesión de regalos de Getafe y Real Sociedad, los de Garitano volvieron a fallar. Cabe subrayar que volvieron a hacerlo, dado que también resbalaron en la última jornada de la pasada temporada demostrando así su capacidad para dar la sorpresa y no precisamente para bien.

Entonces, con un Sevilla sin nada en juego como adversario en un aletargado Sánchez Pizjuán y con la sangre rojiblanca corriendo por las venas de Joaquín Caparrós bajo la condición de entrenador rival, el Athletic cayó derrotado con sumo merecimiento (2-0) para regalar al Espanyol el billete continental. Visto lo visto después, cierto es que quien más ha lamentado aquel inoportuno borrón de un inoperante Athletic ha sido el propio cuadro periquito, colista por méritos propios tras su gris experiencia en la Europa League y con plaza reservada en Segunda División de cara al próximo ejercicio desde tiempo atrás.

Los de Garitano, por tanto, se perjudicaron a sí mismos y a terceros en Sevilla en el cierre del último ejercicio tras completar una homérica resurrección desde la llegada del derioztarra y está por ver si su segundo intento fallido por alcanzar Europa vuelve a tener un impacto negativo en el equipo que resulte agraciado por ello, si bien eso importa entre nada y menos en Bilbao. Lo que realmente importa y cuenta es que el pasaporte continental ha vuelto a escaparse de la capital vizcaina tras no sacar adelante un encuentro con el papel de claro favorito pegado a la espalda. La autoexpulsión en el minuto 22 del tantas veces salvador Unai Simón lo complicó todo en la crucial cita con el Leganés y la discutible gestión de los recursos desde el banquillo, con el equipo roto físicamente sobre el césped a causa de la inferioridad numérica y el impacto añadido del tremendo desgaste físico soportado durante el último mes, enterró definitivamente al Athletic.

El choque, con todo, no hizo sino reflejar y poner de manifiesto varios de los males que ha evidenciado y coleccionado el conjunto bilbaino a lo largo del curso, en el que la andadura copera condicionó el tránsito liguero. A ello hace referencia una y otra vez Garitano para argumentar la falta de puntos en la clasificación, si bien en este punto cabría recordar que disputar dos competiciones no es algo de otro mundo. No debería servir como excusa. Menos, si cabe, atendiendo a los rivales sorteados en el torneo del K.O. hasta la final, con eliminatorias, a partido único, además, ante Intercity, Sestao River, Elche, Tenerife y Barcelona antes de batir a doble partido en semifinales al Granada con una agonía que se extendió de principio a fin del campeonato. La plantilla, de veinticuatro futbolistas al margen de unos cachorros con poco vuelo, no fallaba en número, aunque sí en prestaciones, aparentemente, a ojos de un entrenador que escapó de las rotaciones desde el primer partido de liga.

Ello se traduce en que solo doce jugadores de campo superen los 1.000 minutos en liga y que, junto con Simón, ocho hayan superado ampliamente la barrera de los 2.000 minutos a las puertas de la última jornada. Son los casos de Muniain (2.389), Raúl García (2.784), Capa (2.803), Berchiche (2.806), Yeray (2.810), Iñigo Martínez (2.880), Williams (2.921) y Dani García, primero en la lista al margen del portero con 2.938 minutos en las piernas. De todos ellos, Raúl García es el único que ha respondido plenamente tras el largo parón de liga marcando seis goles, aumentando su cuenta particular en la presente edición liguera hasta quince y alargando el sueño europeo hasta el jueves.

No ha habido, por el contrario, noticias de un fundido Williams, incapaz de aliviar la carga goleadora de Raúl García en una campaña en la que, sin Aduriz, solo suma seis dianas en liga. Tampoco se ha visto, asimismo, la capacidad de desequilibrio de un no menos desgastado Muniain, ni la mejor versión de Iñigo Martínez tras la reanudación de la competición, con Berchiche y Capa, dos balas hasta el ecuador del curso, obligados a frenar en las últimas semanas por problemas físicos. A pesar de ello, con Ibai, San José, Beñat, Balenziaga, Villalibre, Larra o Kodro presos de un papel testimonial, las opciones continentales han permanecido sobre la mesa hasta la penúltima jornada motivado, principalmente, por la incuestionable entrega, por encima del fútbol exhibido, de unos futbolistas que llegaron al parón en la misma posición que ocupan a día de hoy, pero con cinco puntos de desventaja respecto al séptimo clasificado.

No puede decirse, por tanto, que el rendimiento ofrecido por el colectivo tras el regreso a los terrenos de juego merezca un suspenso. Pero sí puede afirmarse que las piernas no han llegado donde debían y que sufrir tres derrotas consecutivas en San Mamés, por mucho que no hubiera público en las gradas, ha resultado determinante. No sucedía, sin ir más lejos, desde 2014, del mismo modo que las seis derrotas experimentadas en La Catedral en esta liga suponen un récord negativo desde la temporada 2012-13. Es, además, el tercer año consecutivo que el Athletic no logra clasificarse para Europa, lo cual no ocurría desde 2008 y sucede después de obtener cuatro billetes consecutivos bajo las órdenes de Ernesto Valverde.

Los rojiblancos, por tanto, no han cumplido el objetivo marcado por el propio vestuario en una temporada cuya nota final se verá retrasada al quedar a expensas de lo que depare la final de Copa ante la Real, la cual la Federación Española estaría barajando celebrar en navidades permitiendo en tan señalada cita el regreso de las aficiones a los estadios.