AIZKA Garitano apostó ayer frente al Sevilla por Mikel Vesga en el centro del campo del campo del Athletic. El gasteiztarra de 27 años relevó a Unai López, que en los últimos tiempos ha rendido a buen nivel. Ha ofrecido trabajo en la recuperación del balón, circulación, visión de juego y también calidad en el golpeo, no en vano se ha convertido en el principal lanzador a balón parado, condición con la que ha metido en problemas a los últimos rivales del equipo bilbaino. Esta vez el entrenador optó por Vesga, que asistía a su décima titularidad de la temporada, en la que ha participado en 17 encuentros, con una media de unos 60 minutos por cada juego. Garitano optaba por un jugador menos habitual y ganaba presencia el aspecto físico del conjunto bilbaino. "El Sevilla es el equipo más físico de LaLiga", advirtió. Se intuye que el derioztarra trató de contrarrestar el potencial hispalense con la apuesta por Vesga.

Quizá también tuvo algo que ver la ausencia de uno de los jugadores más poderosos, Raúl García. Y es que la otra novedad en la alineación -la de Unai Núñez era lógica tras la lesión de Yeray Álvarez- fue la inclusión de Oihan Sancet, esta más previsible que la de Vesga, dado que Raúl García no podía ser de la partida al estar sancionado por acumulación de cartulinas. Proteger la fructífera banda derecha del Sevilla podía ser otro argumento para la elección de Garitano.

Vesga se centró en tareas de contención y sin complicarse la vida con el balón. Tampoco es que tuviera muchas opciones de dominar la pelota, puesto que el Athletic fue vertical e incapaz de retener el esférico en los primeros compases. De hecho, la posesión se repartía preocupante en el primer cuarto de hora: el Athletic amasaba un escaso 16% y el Sevilla, el 84%. Vesga vivía abrazado a la discreción. El centro del campo rival reinaba sobre el césped.

Si bien Vesga se transformó en el jugador que más peligró llevó a la portería rival hasta esas alturas. En el minuto 25, llegando desde atrás, recibió la pelota en la frontal del área, disparó, su envío se estrelló en un rival y el balón volvió al área de acción de Vesga, que conectó un segundo intento con una volea que se marchó cerca del gol. Tres minutos más tarde, Vesga, incorporándose de nuevo al ataque, fue asistido y ejecutó un golpeo que rebotó en Koundé, con la fortuna de que el balón cayó en las botas de Capa, quien anotó el gol que adelantó al Athletic. Un tanto que cambió la tendencia del partido, que diluyó a un Sevilla que instantes antes había sido un chaparrón para la tropa de Garitano. El técnico de Derio podía respirar en el día de su 45 cumpleaños. El marcador sonreía a un equipo que no pudo coger las riendas del primer tercio del partido, pero que ganaba al descanso. La acción de Vesga, quien tuvo escasa incidencias en la elaboración del juego, cambió sin embargo la cara al partido. Tres minutos de protagonismo cruciales.

Pero en el segundo acto el Sevilla volvió a ser el Sevilla del arranque del partido. El cuadro de Julen Lopetegui recuperó el gobierno. El Athletic reculó. Lo hizo temprano, demasiado, y sin ofrecer síntomas de retornar la situación. Vesga era uno más tratando de contener las acometidas, de ofrecer coberturas. Del balón, sin noticias. Pura agonía. Hasta que la lógica se impuso. El plantel sevillista, a través de la posesión y con un certero cambio de esquema, remontó. Los tres minutos de protagonismo de Vesga perdieron su incidencia. Tampoco la tuvo a nivel de creación. Aunque esto fue algo generalizado.