A precocidad en su mayor expresión. ¿Quién da más? El último en elevar el listón hasta el cielo y convertir en realidad lo imposible ha sido un adolescente llamado Luka Romero (Victoria de Durango, México, 18-XI-2004) y apodado el Messi mexicano. Sí, como lo leen. Casi nada para el chaval, nacido el año en el que debutó el astro argentino en la máxima categoría del fútbol estatal y convertido el miércoles, en la visita del Mallorca al Real Madrid -para más inri, en el día en el que el 10 del Barcelona cumplía 33 años-, en el futbolista más joven de la historia en debutar en la liga con solo 15 años y 219 días. Ver para creer. Con su melena al viento, el mexicano nacionalizado argentino e internacional sub'15 con la albiceleste superó la marca establecida en 1939 por el celtiña Francisco Bao, quien se estrenó con 15 años y 255 días.

81 años, ni uno más ni uno menos, ha durado un récord que mandó al baúl de los recuerdos Romero con el dorsal 41 a la espalda tres días antes de poder dar continuidad a su increíble historia en San Mamés. Su salida al campo, en medio de una tremenda expectación y tras un fraternal abrazo con su entrenador, hizo frotarse los ojos a más de uno, pero en el seno del club bermellón tenían claro que era su momento. Nada de fuegos artificiales. Estreno merecido y oportuno atendiendo al presente y al futuro más inmediato, según advirtió el técnico Vicente Moreno, quien habilitó la gesta de su jovencísimo pupilo en el minuto 84 del encuentro.

Fue un momento para la historia, mágico, pero sobre el verde, en las contadas ocasiones que el cadete entró en contacto con el balón, todo parecía de lo más normal. Por sorprendente que pudiera parecer, no hubo síntoma alguno de nerviosismo en la conducta del mexicano, sin contrato profesional con el cuadro mallorquín al no haber alcanzado las dieciséis primaveras, pero con el aplomo necesario para dar pequeñas pinceladas de la clase que se le atribuye como media punta zurdo de gran técnica y endiablada velocidad con el esférico pegado a los pies. "Ha sido un momento inolvidable. Gracias a todo el cuerpo técnico y al Mallorca por haberme dado esta oportunidad. Nunca olvidaré este día", escribió en sus redes sociales Romero, mientras que su entrenador aseguraba ante los micrófonos que "le eché la mano al corazón y le iba a 2.000 revoluciones, pero si le hemos metido ahí a jugar es porque pensamos que lo merecía y tiene condiciones".

Diego, exfutbolista profesional y padre de la criatura, apuntaba a su vez el jueves en Radio Marca que "estamos muy contentos con lo que está viviendo Luka, pero lo más difícil es mantenerse y él tiene los pies sobre la tierra. Tanto el club como la familia le educamos para que no se desvíe". Así respira la familia de un jugador elevado a los altares más pronto que nunca y que ingresó en la cantera del Mallorca a los diez años, tres después de que la situación laboral de sus padres, con Diego finalizando su carrera deportiva en Andalucía y en las Islas Baleares, le separara del Barcelona tras superar con éxito unas pruebas de acceso a La Masía.

A la espera de comprobar lo que le depara el futuro a Romero, llama la atención que dos de los últimos jugadores que fueron noticia por su precoz irrupción en Primera, casos del exmalaguista Olinga y del experiquito Paul Quaye, quienes marcaron y debutaron, respectivamente, con solo 16 años, jueguen en la actualidad en el Excel Mosucron de Bélgica y en el Moralo de Tercera División. Dos ejemplos de la necesidad de tratar con perspectiva y sosiego la histórica aparición de Romero, que apunta este mediodía a medirse al Athletic.