El tiempo dirá si es o no la mejor noticia que en el plano individual ha ofrecido el Athletic en la presente temporada. Mientras, habrá que reconocer que la serenidad que emana de la figura de Unai Simón, casi un recién llegado a la exigente portería de San Mamés, es motivo de alegría después de las vicisitudes habidas en dicha demarcación estos años. Cumplirá 23 años el próximo mes y mantiene un nivel más propio de un hombre curtido, lo que le ha instalado en la titularidad y le ha valido un reconocimiento generalizado.

Su rendimiento en el campeonato liguero le sitúa a la altura de Ter Stegen y Oblak en el apartado estadístico y le perfila en el ranking estatal como seria alternativa a De Gea o a un Kepa Arrizabalaga que parecía predestinado a marcar época en Bilbao. La espantada que organizó es quizá lo que más se recuerda del ondarrutarra, a quien por lo demás nadie añora ahora que milita en el Chelsea. Simón tiene la culpa de la rápida digestión de lo que en su momento, dos veranos atrás, se valoró como un duro golpe para el porvenir de la entidad.

Unai Simón debutó en el primer equipo por puro accidente el 20 de agosto de 2018, luego se vio relegado por la experiencia de Iago Herrerín, conveniente en una coyuntura delicada a juicio de Eduardo Berizzo y Gaizka Garitano. En su segundo curso en la élite es indiscutible y ha confirmado cuanto apuntó en aquel precipitado y efímero estreno. Continúa haciendo gala de un poso impropio de su edad y no solo con los guantes puestos. Ante el micrófono gasta idéntico temple. Ayer restó trascendencia al trabajo que venía realizando: "Estaba contento con la dinámica que estaba siguiendo y creo que estaba relacionada con la que tenía el equipo".

Confía en que al cabo de esta pretemporada exprés, el equipo rescate las sensaciones positivas que transmitió en los últimos partidos oficiales, allá por marzo: "Conseguíamos la final de la Copa, alcanzábamos unos resultados muy buenos y surgieron todas las complicaciones que estamos viviendo ahora, pero en eso estamos trabajando, en recuperar la forma igual o mejor que la que teníamos, en volver a la dinámica que teníamos".

No obstante, admitía que dada la particularidad de su oficio, en el arranque de las sesiones le han pesado un poco los dos meses largos de confinamiento domiciliario: "Poco a poco estamos recuperando la normalidad, viendo que hace un par de semanas estábamos entrenando individualmente. Tienes esa alegría de volver a tocar la pelota y también querías volver a estar con los compañeros. Semana tras semana lo vamos consiguiendo, sumando número de jugadores, compartiendo con más gente la pelota. Al final lo que hacíamos en casa era más físico, correr, bicicleta y coger fondo y mantener la forma física, pero sí que es verdad que volver a tirarte al suelo, volar, despejar y parar balones se echaba de menos y parecíamos un poco torpes. Pero bueno, poco a poco le vamos cogiendo el ritmo".

Vamos, que notaba la falta de los ejercicios específicos de portero, ese bombardeo al que le someten los compañeros. A tres semanas de que se reanude la competición, trabajan para acelerar la preparación, no él sino todos, porque de ello dependerá la suerte del colectivo. El fin está perfectamente definido: "Es un objetivo que teníamos al principio estar en puestos europeos y sigue estando a mano. Si nos adaptamos rápido a la situación podremos engancharnos a esa dinámica con la que dejamos la liga hace unos meses y conseguir esos puntos que necesitamos para estar en Europa".

Máximo esfuerzo

Destacó la complejidad que entrañará asimilar un calendario muy comprimido: "Vamos a jugar seguramente entre semana y tienes que plantear un partido, jugarlo, ganar, perder o empatar, y olvidar rápidamente y recuperar rápido también porque te llega otro. Este es el esfuerzo máximo que tenemos que dar en estos meses para poder llegar al objetivo".

Le preocupa asimismo que los encuentros vayan a celebrarse sin aficionados, si bien no cree que vaya influir de distinta forma a los porteros, que físicamente viven muy cerca de las gradas. Augura que será raro "para todo el mundo. Sí es verdad que nosotros tenemos una relación un poco más cercana con la grada, pero creo que se va a notar mucho. Vemos la afición del Athletic cómo es, lo importante que es en todos los partidos en San Mamés y seguramente nos cueste un poco más. Se igualarán un poco más los partidos. Esa presión que tiene el equipo visitante por el ruido que hace la grada, por lo que anima al equipo local, se evita. Nos pasará a nosotros cuando juguemos en casa y cuando los partidos sean fuera tendremos esa ventaja". E insiste en la idea expresada al analizar la frecuencia de los partidos: "El que más rápido se adapta es el que consigue antes los objetivos, por eso se trata de adaptarse".