Las cifras ofrecidas por las autoridades sanitarias apuntan a un descenso de la curva de la pandemia del coronavirus que impacta en Euskal Herria y en el Estado español, sensaciones que se reciben con un prudente optimismo entre la sociedad, ya metida en la cuarta semana de confinamiento. Un encierro que se hace largo, también en el entorno del fútbol, donde, pese a estos números tranquilizadores, se mantiene la incertidumbre sobre un posible regreso a la actividad, de la que no hay fecha, por lo que de momento todo son especulaciones a falta de que el Gobierno de Madrid dé el visto bueno al inicio de la misma. El Athletic se encuentra expectante y esa inquietud no solo afecta a la primera plantilla de Gaizka Garitano, sino también al primer filial de Joseba Etxeberria, en el que ejercen varios cachorros cuyos respectivos contratos expiran el próximo 30 de junio, aunque deberían ser revisados con anterioridad al 15 de mayo, fecha tope en la que el club debe anunciar a los afectados si tiene intención o no de ejecutar la cláusula automática de renovación de los mismos.

La situación generada por la enfermedad que salpica a todo el planeta es extraordinaria y así se debe manejar. La dirección deportiva, liderada por Rafa Alkorta, es consciente de que se le acumulan los papeles en el despacho, aunque el propio jefe de Lezama reconoció en la noche del domingo en un medio audiovisual que ya está trabajando para confeccionar la plantilla y que él desea que la vuelva a dirigir Garitano, que ya sabe el interés de la entidad para que continúe en el banquillo de los leones la próxima temporada. Los casos más urgentes los encarnan Beñat y Mikel San José, cuya relación con el club expira en junio; además de gestionar el devenir de Unai Núñez, al que le siguen desde la Premier League; posibles refuerzos, de los que poco se conoce, y las intenciones sobre los rojiblancos cedidos este curso en conjuntos de LaLiga SmartBank y Segunda División B. Alkorta, con todo, también debe manejar el futuro de los futbolistas del Bilbao Athletic que acaban contrato, con la posibilidad de que alguno de ellos realice la pretemporada con el primer equipo.

Jon Morcillo, Antonio Salado, Javi Murua, Jon Rojo y Oier Luengo son cinco de esos futbolistas que se encuentran a la espera de recibir alguna comunicación por parte de la dirección deportiva. No son los únicos, porque también Iñigo Baqué, Oier Zarraga, Ander Tascón y Víctor San Bartolomé están pendientes de lo que se cueza en Lezama en las próximas fechas. El 15 de mayo se acerca y la dirección deportiva debe acelerar sus movimientos respecto al Bilbao Athletic, que justo en el parón competitivo por culpa de la pandemia presumía de su segunda posición en el grupo II de Segunda B, es decir en puestos de play-off de ascenso. Se desconoce también cómo se reformulará la categoría con el nuevo calendario que supuestamente se aplicará en verano, pero antes se debe solucionar el matiz normativo de los futbolistas mencionados.

Se detectan casos que llaman la atención. Uno de ellos es el referente a Morcillo, pichichi del Bilbao Athletic con una tarjeta de nueve goles pese a no ser un delantero. Este cachorro se ha destapado como goleador tras las lesiones de larga duración que han sufrido Tascón y Ewan Urain, dos nueves clásicos. El extremo izquierdo se ha revalorizado este curso y está en la agenda de otros clubes, por lo que Alkorta tiene la última palabra para firmar un nuevo contrato que propicie el salto del de Amorebieta y que pueda reivindicarse en pretemporada. Si fuera así, Morcillo podría renovar por dos temporadas más a imagen y semejanza de lo que el club decidió un año atrás con Gaizka Larrazabal que, pese a ello, se ha resignado a ejercer un rol secundario en el colectivo de Garitano.

Otro caso parecido es el de Luengo, que regresó el verano pasado a Lezama tras cumplir su cesión en el Amorebieta. El central, de la generación del 97, ha tenido más protagonismo en la segunda vuelta y se ha ganado la confianza de Joseba Etxeberria, también propiciado por la lesión de Daniel Vivian, con chance para llegar al primer equipo. Luengo, no obstante, podría continuar una temporada más en un filial que incluso no descartaría luchar por el ascenso a Segunda División, por lo que tendría que revisar su modelo en caso de consumar el complicado retorno a la categoría de plata, siempre en función de en qué condiciones se retomaría la competición después de la crisis sanitaria. Más complicados son los supuestos de Jon Rojo, el más veterano de la plantilla tras sumar tres temporadas en el filial; el central Murua, que ha participado en seis partidos; y Antonio Salado, de 23 años de edad y que ha completado tres cursos; que podrían dar por cerrada su etapa en la disciplina rojiblanca.

En las próximas fechas se desvelarán ciertas decisiones sobre estos cachorros pendientes de su futuro a corto plazo. Iñigo Baqué también acaba contrato, pero la grave lesión que sufrió en enero le permitiría seguir un año más tras su recuperación, en tanto que se da por hecha la continuidad en el Bilbao Athletic de Zarraga, que ha sabido aprovechar su oportunidad; misma situación que podría darse con San Bartolomé y el mismo Urain, del que se espera que las lesiones no le priven de ese crecimiento que se intuye a un delantero de 192 centímetros que destacó el ejercicio anterior en el Basconia.