Bilbao - De estar terminantemente prohibida la derrota a ser asumible, esa es la mayor diferencia que hay entre los dos compromisos que el Athletic afronta esta semana. El martes en la Copa era secundario que el partido saliese mejor o peor siempre que se amarrase la clasificación, mientras que de cara a la cita de hoy se admite que, incluso en una versión muy sugestiva, el rendimiento propio perfectamente puede no ser garantía de éxito. Tenerlo así de claro no es sinónimo de resignación sino de realismo y es un punto de partida muy aprovechable por los hombres de Gaizka Garitano para jugar sueltos, sin miedos, sin complejos. Nadie les va a pedir cuentas si dan la cara y se la parten. Rascar algo en el Santiago Bernabéu es una empresa de altos vuelos que, por ejemplo, nadie ha culminado en lo que va de temporada.

No obstante, afirmar que nada hay que perder esta noche en el feudo del Real Madrid quizá sea improcedente. Perder significa dejar de sumar tres puntos de idéntico valor al del resto de las jornadas o incluso superior porque hablamos de unos puntos vedados para la inmensa mayoría. Por lo tanto, el triunfo es el único objetivo que debe inspirar al Athletic. Luego pasará lo que tenga que pasar, pero solo si actúa en consecuencia, es decir, echa el resto y aprieta las tuercas a su oponente, se dará por bueno el desenlace. Sea cual sea. En todo caso, siguiendo con el razonamiento, de volver de vacío a Bilbao habiendo dado el nivel exigible, el cabreo durará menos pese a que caer contra los blancos siempre moleste especialmente. ¿Por qué? Pues porque el efecto es asimismo extremo en la hipótesis opuesta: la sonrisa no se borra de la cara.

Jugar para ganar y acabar hincando la rodilla, hasta ser goleado, es una experiencia vivida unas cuantas veces por el Athletic, que acumula tres lustros, desde 2005, padeciendo toda clase de reveses en el Bernabéu. Es el riesgo inherente a las visitas a estadios "prestigiosos", parafraseando al entrenador. En realidad, el prestigio es la estima que obtiene el equipo que demuestra su valía en un campo así, no depende de lo que refleje el marcador. A Gaizka Garitano le encantaría que los suyos se hiciesen acreedores a la consideración del mundo del fútbol y sobre todo de la afición propia, esta noche. Si fuera sumando, entonces ya sería el broche perfecto del año que acaba.

al alza Los síntomas que emite el Madrid son propios de un grupo al alza, convencido de su poderío como para ir al asalto del Camp Nou. En casa ha fallado poco, dos empates apenas ensombrecen una trayectoria muy distinta a la del ejercicio anterior, cuando le birlaron dieciséis puntos. La balanza se equilibra con el tute invertido en los 180 minutos de tremendo combate con Valencia y Barcelona y la baja de Casemiro. El rumor de las últimas horas apuntaba a una improbable indisponibilidad de Ramos, con un tobillo lastimado, pero Zidane cuenta con una nómina de lujo, al frente de la cual figura Benzema.

El delantero francés firma uno de cada tres goles del Madrid y su puntería es fundamental: un triunfo, cuatro empates y una derrota, sin gol de Benzema; nueve triunfos, dos empates y cero derrotas, con gol de Benzema. Datos elocuentes sobre un tipo a menudo indetectable para los defensas. La pareja de centrales y Dani García, el medio de cierre, tienen pues una tarea prioritaria. Son más los jugadores capaces de romper líneas y rematar, pero se antoja clave que siempre haya un ojo puesto sobre quien marca las diferencias.

De las intenciones de Garitano nada ha trascendido. Dando por hecho que Lekue suplirá a Capa en el lateral derecho, las pocas dudas se localizan en la línea de centrocampistas. Después del fallido experimento con San José en el sitio de Unai López y este de enlace, es difícil saber a qué carta quedarse. Reubicar al segundo donde mejor responde podría ser la novedad, pero habría que escoger un hombre para actuar por detrás del delantero. Salen varias opciones: Raúl García y Williams, arriba; Raúl García y otro delantero. Y si mueve a Williams, hará falta otro en la banda donde se juntan dos bajas: Capa y De Marcos. Por liarla un poco, acaso sea el día de Balenziaga a la espalda de Yuri, con Córdoba cambiado de lado para colaborar con Lekue.

Por mucho que el Bernabéu infunda respeto y aunque, por supuesto, acertar con el once de salida sea interesante, para romper la negativa dinámica de este clásico o brindar al menos una buena versión, el Athletic deberá evitar en lo posible consumir muchos minutos metido en su parcela. La valentía, además de agradecerse, suele resultar más rentable a efectos prácticos.