al libreto del broche a la temporada en San Mamés no le falta de nada, viene completito. Antes de la definitiva bajada del telón, los platos fuertes para el espectador serán la disputa de un encuentro clave para las aspiraciones europeas y la despedida a tres futbolistas sin los que resulta imposible entender la última década del Athletic. Son las dos partes del programa y están dispuestas para que se aborden en ese orden, aunque cabría que ambas cuestiones se mezclasen en la hipótesis de que alguno de los homenajeados tuviese hueco en la convocatoria de Gaizka Garitano. Una posibilidad en principio remota salvo en el caso de Markel Susaeta, cuya presencia en el equipo en los últimos meses sin ser trascendental es incomparable a las de Ander Iturraspe y Mikel Rico, sometidos ambos a un ostracismo permanente salpicado con apariciones muy esporádicas.

Tan significativa jornada ofrece un tercer asunto de interés que se escenificará en el tiempo de descanso. Una familiar y un compañero de equipo recogerán de manos de José Ángel Iribar el One Club Man Award que en su quinta edición ha recaído en Billy McNeill, capitán del Celtic de Glasgow fallecido pocos días después de que el Athletic anunciara que su nombre engrosaba la lista en la que figuran Matthew Le Tissier, Sepp Maier, Paolo Maldini y Carles Puyol.

La atención de los aficionados que acudan al estadio se enfocará de entrada en el desarrollo de un duelo donde al aliciente de los rojiblancos, que ganando darían un paso casi definitivo para asegurarse la séptima posición, se suma la necesidad de un Celta que todavía no tiene garantizada la permanencia en la categoría y pretende eludir el trance de jugarse su futuro a una carta el siguiente fin de semana, en la fecha que cierra el campeonato. Que el personal reunido en el campo esté pendiente del balón y se vuelque en apoyo del equipo de Garitano es previsible y conveniente, además de que satisfacerla el deseo manifestado por Susaeta en Lezama ante la prensa. Tras pasar de puntillas por la situación personal que le ha tocado vivir estos meses y que ha desembocado en un desenlace traumático que le va a impedir emular, por ejemplo, a Mc Neill, el capitán quiso priorizar los intereses deportivos del club, consciente de que el equipo agradecerá un ambiente propicio en su intento de ponerle la guinda a una campaña compleja.

Lograr los tres puntos es pues el objetivo y vendrá bien que se consiga porque da la impresión de que el equipo llega justito de fuerzas y más vale que Europa no dependa de lo que vaya a suceder en el desplazamiento al Sánchez Pizjuán. Ahora bien, sin duda este Athletic-Celta pasará a la historia por el otro asunto, el que dará comienzo cuando el árbitro dé por terminado el partido. En años anteriores se ha asistido a actos de idéntica naturaleza dedicados a futbolistas asimismo referenciales, expresiones de admiración y gratitud hacia un individuo en exclusiva, fuese Iraola, Gurpegi o Iraizoz, pero en esta oportunidad la novedad es que el protagonismo recae en un trío y no es cualquier trío el que se marcha de casa.

Contabilizadas las veces en que Rico, Iturraspe y Susaeta han sudado la camiseta, salen un total de 1.002 citas oficiales, que se dice pronto. Es la suma de 176, 320 y 506 partidos, en seis, once y doce ejercicios completos en el primer equipo. Números correspondientes a un período particularmente fructífero para el club, que engloban un título, varias finales y un buen puñado de calificaciones para torneos continentales. Números que son el testimonio de unas aportaciones de relieve al propósito colectivo y, para decirlo todo, números que dejan tras de sí la estela de un comportamiento modélico, discreto, sin estridencias, tanto en las duras como en las maduras.

EL IDEAL El Athletic está a punto de perder de golpe y porrazo a tres convencidos, que no conversos; va dejar de poseer en sus filas a tres tipos leales a la causa, que ejercen de rojiblancos desde la cuna. Susaeta e Iturraspe tuvieron encima el privilegio de ser captados siendo unos niños y han consumido más de dos terceras partes de su existencia integrados en la estructura deportiva de la entidad. Es el suyo un itinerario que ilustra el ideal del club y sin embargo resulta poco común, no hay muchos que hayan subido la escalera hasta el último peldaño y luego completado una carrera con los mayores. Más intrincado fue el camino recorrido por Rico, a él le tocó dar muchas vueltas por ahí, lejos, antes de que el Athletic tomase la determinación de extenderle un contrato cuando se acercaba a la treintena.

Lo trascendente del tema es que los tres respiran igual, su identificación con el escudo no está a prueba y dado que no son ni uno ni dos, sino tres, su salida es algo que a la fuerza se tiene que dejar sentir en el seno de la plantilla. De repente va a notarse un hueco, lo van a percibir quienes continúan en la caseta, ellos antes que nadie, y habrá que confiar en que el resto no nos demos demasiada cuenta de que faltan, querrá decir que alguien les coge el relevo. Pero no será fácil compensar la pérdida de un poso de sabiduría que se ha ido sedimentando lentamente gracias a 1.002 partidos e incontables experiencias encadenadas desde aquel verano de 2007 que sirvió para que Susaeta se estrenase en el primer equipo. Un año después ya tenía a Iturraspe a su lado.

Hoy compartirán sensaciones tres muy buenos futbolistas que son del Athletic. Suena esto último como una obviedad, pero no lo es en absoluto. San Mamés querrá transmitirles calor y ellos, probablemente, sentirán destemple en el cuerpo y en el alma.