EL fútbol, como la vida, acostumbra a dar muchas vueltas. Fe de ello puede dar Ousmane Dembélé (Vernon, Francia, 15-V-1997), quien ha pasado del infierno al paraíso en el Barcelona en apenas año y medio. Después de abandonar el Borussia Dortmund en agosto de 2017 tras declarase en rebeldía para poder poner rumbo a la ciudad condal, el francés se convirtió la pasada temporada en la firme apuesta de la secretaría técnica del Barça para contrarrestar la marcha de Neymar Junior al París Saint Germain. Los 105 millones de euros fijos y 40 millones en variables que accedió a poner sobre la mesa el club catalán hicieron posible el aterrizaje de Dembélé en un equipo plagado de estrellas y con sello propio. El proceso de adaptación, lejos de resultar sencillo, fue un auténtico tormento para el eléctrico extremo galo, a quien una lesión muscular nada más debutar con el Barcelona frenó en seco su puesta a punto.

Sin confianza y sin continuidad sobre el verde bajo la batuta de Ernesto Valverde, el francés cerró sin pena ni gloria su primera temporada como blaugrana. Las críticas hacia su figura se multiplicaron en un entorno siempre exigente que, no obstante, concedió el beneficio de la duda a Dembélé en la puesta de largo del presente curso, el cual encaró con aires renovados. El pasado 9 de noviembre, sin embargo, desapareció después de completar una gris actuación individual ante el Inter de Milán en la Champions League. No se presentó al entrenamiento programado por Valverde y nada supieron de él desde el Barcelona durante una hora y media tras la cual adujo que sufría una indisposición.

El acto de indisciplina le costó a Dembélé ver desde la grada el siguiente partido del conjunto culé. La prensa y la afición montaron en cólera y le señalaron duramente, pero a partir de entonces, contra todo pronóstico, salió a la luz la mejor versión del francés. Imparable en el uno contra uno, goleador y con una punta de velocidad extrema, se reivindicó sobre el césped antes de volver a protagonizar un nuevo retraso a un entrenamiento el 9 de diciembre.

LA MANO IZQUIERDA DE VALVERDE Aquel episodio, sin embargo, se resolvió con una multa económica superior a los 100.000 euros. Fue la decisión que adoptó Valverde para no embarrar más la situación personal de un jugador que, a día de hoy, suma 13 goles en los 27 partidos oficiales disputados esta campaña con el Barcelona. Recuperado del esguince de tobillo que sufrió ante el Leganés el pasado 20 de enero, el mosquito apunta a ser una de las principales armas de Valverde para intentar asaltar mañana La Catedral, donde el 11 blaugrana aún no sabe lo que significa vestirse de corto? ni picar.