Bilbao - Para el Athletic no existe peor enemigo que el Barcelona. Los resultados habidos en sus enfrentamientos y el elevadísimo número de veces que se han visto las caras en las últimas temporadas a causa de los frecuentes cruces en la Copa, no dejan lugar a la duda. La negativa tendencia de este duelo, apenas compensada por la Supercopa de 2015, está salpicada de experimentos tácticos imaginados como válidos para contrarrestar el potencial azulgrana. La intimidante identidad del rival, su particular concepción del fútbol y la presencia de Messi, han cargado de razones a diferentes entrenadores para elegir propuestas que se revelaron estériles y que nunca osaron emplear ante otros equipos. Está por descubrir si Gaizka Garitano pertenece a este grupo que aspira a sorprender al inaccesible Barcelona con algo novedoso o se ciñe a la idea sobre la que trabaja desde el primer día.

Hay asimismo expectación en torno a las decisiones que tomará Ernesto Valverde, que el pasado fin de semana gestionó un partido duro con el Valencia y anoche recibió al Real Madrid, su mayor contrincante. Pendiente del estado de Messi, aquejado de una molestia física que el club mantiene en secreto, y con la baja segura de Jordi Alba para San Mamés, suspendido tras ver la quinta amarilla del curso, en Bilbao se sueña con la posibilidad de que Valverde dé un respiro al argentino. En cualquier caso la alineación del Barcelona no figura entre las competencias de Garitano, quien deberá introducir una variante puesto que Capa acumula cinco amarillas. Presumiblemente habrá más alteraciones en su pizarra, de entrada porque cuesta imaginar un once sin Raúl García, que reapareció en el derbi después de perderse enero al completo.

La deficiente actuación colectiva en Anoeta, donde muchos titulares acabaron señalados por sus flojísimas prestaciones, se antoja otro argumento de peso para esperar retoques en la alineación. La verdad es que Garitano se halla ante una situación desconocida para él. Hasta caer con la Real Sociedad mantuvo un bloque casi inamovible, los marcadores y las sensaciones eran favorables, de manera que los contados cambios obedecían a causas de fuerza mayor, lesiones o sanciones. La máxima de que no se toca aquello que funciona, pierde fuerza tras el desastre de San Sebastián. El entrenador no necesitaría justificar la conveniencia de realizar descartes, se entenderían aplicando a la inversa idéntico criterio: no ha funcionado, por lo tanto...

Un fijo Dado que Garitano no suele adelantar sus intenciones, el margen para especular se prolongará hasta el mismo domingo. No obstante, además de la natural decepción y de las consecuencias que podría acarrear, se antoja inevitable que el técnico haga sitio para que juegue Raúl García. Fue uno de sus fijos, formando pareja con Aduriz, hasta que ingresó en la enfermería y extrañaría que perdiese tal condición una vez recuperado porque su carácter y modo de competir encaja demasiado bien en la mentalidad que ha transmitido el equipo en los últimos tiempos.

El problema es dónde ubicarle. En Anoeta, Raúl García se incorporó en el descanso supliendo a Córdoba y se ubicó como interior derecha, desplazando a Ibai a la izquierda. En el 70, Guruzeta relevó a Muniain y se colocó como ariete, Williams pasó entonces a la derecha y Raúl García ejerció de enlace, que es la función que desempeñaba antes de sufrir la lesión. Mientras estuvo indispuesto, esa demarcación fue para Muniain, un jugador que agradece moverse por la franja central y decae si su punto de partida es el costado izquierdo. Algo similar cabría decir de Raúl García, más cómodo cuanto más cerca está de la zona de remate, del área.

Resulta evidente que Muniain y Raúl García compiten por un puesto concreto en el dibujo habitual del Athletic. Ambos prefieren estar justo detrás del ariete y agradecen que se recorte su campo de acción, que es lo contrario de lo que sucede si quedan escorados. Se trata de futbolistas que poseen características muy distintas. Muniain es más conductor de pelota, puede desequilibrar entre líneas con la pelota atada a la bota y este curso hace gala de un gran oportunismo con irrupciones en el área pequeña traducidas en media docena de goles. Raúl García destaca por su poderío en el juego aéreo, el chut con los dos pies y una acusada agresividad para la disputa. La cuestión es por quién decantarse para acompañar al delantero, dando por hecho que ninguno quedará fuera del equipo frente al Barcelona. Eso sí, algún otro atacante irá al banquillo y no será Williams.