Bilbao - La ocasión lo merecía y San Mamés, vestido de gala, no falló. El regreso del Athletic femenino a La Catedral más de dos años después de su primera y última puesta en escena en el nuevo coliseo rojiblanco, sumamente esperado, dio forma a un récord de asistencia que no hace sino poner de manifiesto la comunión existente entre una afición y un equipo que, a pesar de no conseguir el pasaporte para las semifinales de Copa, dio el do de pecho contra el Atlético. En las gradas, la fiesta fue mayúscula, pero no artificial. Lejos de limitarse a animar a las jugadoras de Joseba Agirre como si de un choque de exhibición se tratara, la hinchada bilbaina apretó, rugió y demostró que si un total de 48.121 almas decidieron desplazarse hasta San Mamés fue por algo. Con un motivo y una misión. Futbolistas y afición, con las garras perfectamente afiladas, unieron fuerzas en una tarde que, pese a la derrota, fortaleció la imagen y las señas de identidad del club rojiblanco en el plano futbolístico y social, al albergar el partido de fútbol femenino con más asistencia a nivel estatal.
El récord anterior, en poder del propio Athletic como consecuencia de las 36.000 voces que reunió la antigua Catedral en 2003 para ver a las rojiblancas ganar la liga ante el Hispalis (5-1), quedó pulverizado ayer. San Mamés, imponente, celestial, superó tamaña cifra en más de 12.000 espectadores para lanzar un nuevo mensaje al mundo. Minimizados quedan, así, los notables datos de asistencia que habían generado en los últimos años sendos partidos de liga del Valencia y del Atlético. El cuadro colchonero jugó ante 22.202 aficionados en marzo de 2018 contra el Barcelona en el Wanda Metropolitano, mientras que el Valencia, en abril de 2017, contó con el apoyo de 17.011 seguidores en Mestalla para hacer frente al Levante. San Mamés, que superó con creces dichos números en el compromiso copero de ayer rozando además la mejor entrada del primer equipo masculino del Athletic -49.095 aficionados contra el Real Madrid en liga en 2017-, refuerza de este modo su posición en el fútbol femenino, logrando, sin ir más lejos, otro récord a nivel europeo y rozando uno mundial en términos de asistencia.
Valga como dato y perspectiva, por ejemplo, los 22.433 seguidores que se dieron cita en Cardiff para presenciar en directo la final de la Champions League femenina en el curso 2016-17, las 45.619 personas que vieron en Londres un Inglaterra-Alemania en 2014 o las 41.301 almas que acudieron en la Eurocopa de 2018 a Estocolmo para ver un Alemania-Noruega. El impacto emocional, así las cosas, resultó de gran calado para las jugadoras del Athletic, a quienes ni mucho menos pesaron las piernas por la responsabilidad. Espoleadas por el ambiente, las leonas completaron un sobrio partido exigiendo al máximo al Atlético, obligada a sudar de lo lindo para hacer valer su condición de favorita.
LA GRADA DE ANIMACIÓN El partido, más allá del adverso resultado final, sirvió también para ver al grupo de animación Iñigo Cabacas Herri Harmaila alejado del córner. Desde una posición centrada detrás de la portería, no dejaron de animar a las leonas, que provocaron además que los anillos VIP se abrieran de par en par para dar cabida a numerosos aficionados y aficionadas del Athletic, que despidieron a las guerreras de Joseba Agirre con una calurosa ovación. Las jugadoras, agradecidas, devolvieron al término del choque los aplausos con una emotiva vuelta de honor en un día histórico para el club bilbaino en particular y para el fútbol femenino, en general.