ATHLETIC: Herrerín; Capa, Yeray, Iñigo Martínez, Yuri; Dani García, San José; De Marcos, Muniain (Min. 79, Ibai), Córdoba (Min. 69, Balenziaga); y Williams (Min. 86, Guruzeta).
BETIS: Pau López; Barragán (Min. 58, Tello), Mandi, Sidnei, Feddal, Francis; William Carvalho, Canales, Lo Celso; Loren Morón (Min. 75, Sergio León) y Diego Laínez (Min. 75, Guardado).
Gol: 1-0: Min. 21; Muniain.
Árbitro: Estrada Fernández (Comité Catalán). Expulsó a De Marcos con roja directa en el minuto 84 y al segundo entrenador del Betis, Eder Sarabia.Además, mostró tarjeta amarilla a los rojiblancos Yuri (Min. 26), San José (Min. 31), Yeray (Min. 82) y Capa (Min. 87), y a los béticos Sidnei (Min. 25) y Loren Morón (Min. 50).
Incidencias: Partido correspondiente a la vigésimo primera jornada de LaLiga Santander, disputado en San Mamés ante 40.282 espectadores, según datos oficiales. Entre ellos unas decenas de seguidores visitantes.
bilbao - Tres puntos más en el saco. El Athletic empieza a tener por costumbre resolver sus compromisos, como hacen los buenos equipos. En un campeonato apretado, donde cuesta muchísimo mantener una línea positiva y los tropiezos están muy repartidos, no es broma lo que está logrando desde que Gaizka Garitano tomó el mando. No fallar al cabo de siete jornadas es sintomático y nada casual, máxime si se arranca de la zona de descenso, como es el caso. La derrota llegará, por una mera cuestión de probabilidades cada vez está más cerca, pero la resistencia que está ejerciendo el Athletic, el modo en que compite para escapar de la misma, resulta admirable. Ayer brindó otro ejemplo de inconformismo y fe para regocijo de una afición orgullosa.
Ganó bien, aunque no precisamente con holgura. Es el único pero que cabe ponerle a una actuación notable, incluso en las fases donde estuvo a merced de la iniciativa del Betis. El triunfo por la mínima induce a engaño, al igual que el desarrollo del último tramo del partido, con los rojiblancos concentrados en la defensa de la exigua ventaja firmada por Muniain, pues el cómputo de ocasiones, remates, incluso de sensaciones, le otorgarían al Athletic una neta superioridad que simplemente no tuvo reflejo en el marcador. La puntería le penalizó en exceso, no acertó a plasmar en algo tangible el caudal ofensivo que generó y ya se sabe cuál es el precio a pagar cuando se perdona. En la primera mitad pasó por encima del conjunto andaluz, coleccionó llegadas suficientes y de calidad para asegurarse una tarde plácida, luego tuvo que emplearse a fondo en la contención, y también entonces demostró entereza, apenas concedió en el área y con un jugador menos, por expulsión de De Marcos, tuvo a raya a su rival, que amasó posesión en vano.
La fase en que el Betis se hartó de dar pases pisando terreno local trajo tensión y nervios, más en la grada que sobre la hierba, pero no justificaría la conclusión de que fue un encuentro equilibrado. Esa idea se apoyaría exclusivamente en el hecho de que un gol no es garantía absoluta de éxito, impide respirar tranquilo a quien va por delante e impulsa a quien va rezagado. Sin embargo, a Herrerín se le contabilizó una parada comprometida, no más, y llegó a balón parado. Canales dirigió bien su chut, pero por lo demás el portero no tuvo protagonismo durante la media hora en que sus compañeros apostaron por el repliegue. Un detalle de enjundia para evaluar el rendimiento. Si a ello se añade cuanto dio de sí el primer acto, entonces el signo del desenlace no admite discusión alguna.
Athletic y Betis abrazan estilos opuestos. Del contraste salió vencedor el primero. De entrada, el ritmo ahogó la elaboración y pronto se tradujo en una ofensiva total que retrató las carencias de un colectivo que si pierde de vista la pelota baja muchísimos enteros. Después de varios intentos por salir desde atrás, el Betis asistió impotente al rompe y rasga que propone este Athletic. Presión y robo arriba, dos, tres pases a lo sumo, y situación de peligro. La pieza clave fue De Marcos, indetectable para la zaga de tres centrales de Quique Setién. Con el fuelle de un Capa inagotable y las apariciones entre líneas de Muniain, De Marcos se plantó hasta media docena de veces en posición de extremo, con ventaja para servir o rematar. Williams falló la primera, Muniain mandó la segunda la lateral de la red y la tercera trajo el delirio.
El capitán recogió el regalo y cruzó de zurda tras controlar, seguido, sin dar tiempo a que nadie le encimase, pillando a Pau López a contrapié. El equipo iba lanzado, a una velocidad exagerada para el Betis, desbordado ante el alarde de dinamismo y verticalidad. Muniain volvió a probar desde la frontal, Pau López cortó in exremis el enésimo centro venenoso de De Marcos, quien poco después remató alto tras ser asistido por Capa. San Mamés se recreaba con el vistoso espectáculo, al que le faltó la guinda. Ayer no fue necesario que Williams esprintase o que Córdoba percutiese por su lado, prácticamente todo sucedió por el ala derecha, pero el empuje era posible gracias al trabajo coral.
Revolucionado y certero, el Athletic no dejaba pensar a los andaluces, les negaba el balón y les castigaba con una sencillez que anunciaba la goleada. Canales y Lo Celso querían conectarse para frenar tanta intensidad. No había manera. Unos iban al paso y los otros al galope. Defensas y medios se abalanzaban como posesos si un rival osaba saltarse a primera línea de presión. El Betis atravesó la divisoria cumplida la media hora. San José se ganó la amarilla para interrumpir el avance de Lo Celso. A continuación hubo otro estiramiento, Laínez probó desde fuera del área y Herrerín desvió a córner. A la salida del mismo Feddal cabeceó en globo y su envío tocó el larguero por la parte exterior. Un breve paréntesis en medio de una vorágine que lamentablemente no certificó el abismo que separó a los contendientes.
Ya se percibió un talante más atrevido en las filas del Betis a la vuelta del intermedio, lo cual no impidió que el Athletic acariciase la ansiada puntilla en tres o cuatro contras. Tanto ir a morder sin reservas trajo su factura, probablemente de índole psicológica, más que física. El equipo sintió la inquietud, el triunfo era tan goloso que por instinto fue cediendo metros para proteger el botín. Es lo que tiene no cerrar el partido con el viento a favor. El tiro ya comentado de Canales que, ahora sí, acaparaba el foco dirigiendo las operaciones, supuso el definitivo paso atrás de los rojiblancos, por momentos muy incrustados en torno a su área. La afición alentaba y los futbolistas echaban el resto para tapar vías y alejar el balón como fuese. La roja a De Marcos elevó varios grados la tensión, pero el Betis no sacó un solo remate limpio más y el pitido final sonó a gloria.