Bilbao - La guerra acabó con todo. El Athletic se encontraba con la difícil misión de reconstruir un equipo casi desde la nada. El reto era volver a tener un equipo campeón, pero de la exitosa plantilla de antes de la guerra solo quedaban Gorostiza, Oceja, Unamuno, Garate y Urra.
El conflicto no había hecho añicos solo el equipo. En una sociedad que intentaba levantarse de entre las cenizas no era de extrañar que el número de socios del Athletic disminuyese drásticamente. De los 3.000 socios que el club tenía antes de la guerra, se pasó a tener únicamente 587.
La directiva buscó la fórmula para rehacer el equipo... y acertó. Una vez más, la solución estaba en la filosofía. Se decidió organizar un torneo entre equipos de toda Bizkaia. El único requisito era que en cada conjunto se alinease como mínimo cinco jugadores menores de 17 años. Se buscaba savia nueva. Gracias a aquella iniciativa el Athletic pudo captar a hombres como Bertol, Panizo, Arqueta o Gainza, a los que más tarde se unirían Lezama, Iriondo o Zarra. Ya estaban en el club los jugadores que volverían a llenar de esplendor las páginas de la historia del Athletic.
Poco a poco volvió a surgir el compromiso de la población con el equipo. En 1941 la lista de socios del Athletic ya alcanzaba los mil quinientos. La ilusión se retroalimentó con la buena marcha del equipo y en Bilbao no tardaron en celebrarse nuevos éxitos. Se ganó la Liga 1942-43 y tres Copas de manera consecutiva: las de 1943, 1944 y 1945. El Athletic, una vez olvidada la guerra, volvía a por sus fueros.
Pasó a la historia la segunda gran delantera de los leones, un quinteto recitado todavía de carrerilla: Iriondo, Venancio, Panizo, Zarra y Gainza. Pero para ser justos, en aquel equipo campeón también tenían mucho talento los que escoltaban a los delanteros: Lezama, Oceja, Ortuzar, Bertol, Arqueta, Mieza, Garate, Ortiz, Unamuno, Celaya...
Mientras tanto, la Liga comenzó a expandirse. En la primera mitad de la década dio el salto hasta los 14 equipos, pero en años sucesivos seguiría creciendo, aumentando la dificultad de cosechar títulos.
Uno de los artífices del resurgimiento del Athletic fue Juan Urquizu. Tras defender la camiseta rojiblanca como jugador, Urquizu aceptó el reto de convertirse en su entrenador cuando tan solo contaba con 39 años. Su desempeño en los banquillos fue excelente, cosechando un doblete y otras dos Copas más. Él fue quien decidió hacer debutar a hombres que entrarían en la historia del Athletic, como Zarra, Iriondo o Lezama. Sumando los trofeos que conquistó como jugador y entrenador, Juan Urquizu sigue siendo la persona que más títulos ha ganado con el Athletic. Además, es el único que ha conseguido ganar la Liga y la Copa tanto siendo jugador como siendo entrenador.
El Athletic estaba a punto de cumplir medio siglo de existencia. Todo Bilbao y toda Bizkaia estaba ya totalmente contagiada de la fiebre rojiblanca. Pero no todos tenían la suerte de poder acercarse a las gradas de San Mamés para ver marcar goles a los ídolos de masas. Una temporada ingresado en un hospital podía dejarle a uno incomunicado, sin poder estar al tanto de lo que ocurría en el césped de San Mamés. Menos mal que hubo quien se preocupó de solucionar este problema. En la temporada 1946-57 Remigio López empezó a acudir a cada partido de San Mamés con una bandada de palomas en cajones de madera. Entrenó a sus aves para que volaran directas hasta el sanatorio de Santa Marina. Si les hacía llegar una paloma blanca, era que el Athletic había marcado gol. Si la paloma que sobrevolaba Bilbao era oscura, el gol era del equipo rival. Se dice que incluso llegó a optimizar su sistema de palomas mensajeras anudándoles notas con el nombre del goleador y el tanteo del marcador. Un gol del Athletic puede ayudar mucho a sanar.