eL Athletic, con Europa entre ceja y ceja, se mide en la última jornada de liga a un equipo acostumbrado a relacionarse con el éxito en el último lustro, tiempo en el que el conjunto colchonero ha ganado una liga, una Copa, una Europa League, una Supercopa de Europa y otra de España, disputando además dos finales de Champions en las que el Real Madrid le apartó del título sobre la bocina. Es el Atlético que han construido los argentinos Diego Simeone (Buenos Aires, 1970) y Germán, Mono, Burgos (Mar de Plata, 1969), dos hombres unidos por un mismo objetivo y un sentimiento compartido: el intenso amor por la victoria. Eléctricos ambos por naturaleza, la dupla a la que han dado forma desde la llegada de ambos al banquillo local del Vicente Calderón en diciembre de 2011 asoma como una de las más reconocibles del fútbol europeo.
Si Simeone es la llama, el frenesí, El Mono Burgos es la calma, la templanza necesaria para equilibrar la inquieta personalidad del entrenador argentino, un auténtico huracán en la banda. La pasión con la que el Cholo vive cada partido, convertidos todos en auténticas batallas deportivas en las que el esfuerzo no se negocia, se ve neutralizada por la cordura que trata de mantener su compatriota, aunque para ello tenga que esforzarse sobremanera dada su fuerte personalidad. En ello radica una de las principales misiones del fiel aliado de Simeone, sabedor de la importancia que entraña llegar donde el primer entrenador no llega, aportando lucidez desde una posición más sosegada.
“Mi función es decirle la verdad a Simeone y equilibrarlo”, reconocía Burgos en una reciente entrevista concedida a la revista Papel, en la que incidió en su tarea de “liberar de dudas y ansiedades” al Cholo, dado que “los dos somos de carácter fuerte, pero yo no dudo. Nunca. Cuando vas con la verdad por delante no dudas. Mi papel es decirle la verdad: están para jugar este, este y este. El papel de primer y segundo entrenador es como esos dúos de las películas de éxito. Como Robert de Niro y Joe Pesci”, reflexionaba asimismo El Mono, que inició su aventura en los banquillos junto a Simeone en Racing de Avellaneda en el verano de 2011. Desde entonces, pasajes de todo tipo han fortalecido la unión entre uno y otro, aunque la sintonía entre ambos nació hace muchos años, cuando aún ejercían como futbolistas de élite.
Germán Burgos, que superó en 2003 un cáncer de riñón, es considerado uno de los cinco mejores porteros en la historia de River Plate, mientras que en el Atlético su figura es sumamente querida y apreciada por los aficionados colchoneros. Es en el club del Manzanares, no en vano, donde el exguardameta, cantante de rock, coincidió con Simeone antes de dar el salto a los banquillos para formar una pareja tan singular como productiva para los intereses del club madrileño. El fuerte carácter de ambos, no obstante, ha dado pie a más de un incidente en los últimos años. Uno de ellos tuvo lugar en febrero de 2015 con el Bayer Leverkusen como rival en la ida de los octavos de final de la Champions. Los nervios se fueron apoderando de ambos durante el partido disputado en Alemania y, por tanto, las protestas al colegiado fueron en aumento por parte de Simeone y El Mono Burgos, hacia quien se lanzó el entrenador del equipo alemán provocando la rápida intervención del cuarto árbitro y del Cholo.
Burgos, lejos de controlarse entonces, insultó al técnico alemán mientras le sacaba la lengua. En sala de prensa, el técnico Roger Schmidt se quedó a gusto a costa del segundo de Simeone al señalar que “el Atlético usa a su segundo entrenador para provocar al entrenador rival. Es una táctica. Le dije que se callara, pero le hable en alemán, porque no creo que entienda el inglés”.
PÉRDIDA DE PAPELES Recordada es también la escena en la que Burgos, pese a su función de templar los ánimos y equilibrar a Simeone montó en cólera en un choque liguero ante el Real Madrid en 2014. El Calderón fue testigo entonces de una de las versiones más enfurecidas del argentino, quien perdió las formas tras ser expulsado por Delgado Ferreiro. Tal fue el enfado del ayudante de Simeone que se requirió de la fuerza de cuatro hombres para detener el arranque de la mano derecha del Cholo, una de las dos piezas que conforman una pareja de cine.