Memorias del derbi
Dani, Larrazabal, López Ufarte y Alberto, históricos de Athletic y Real, echan la vista atrás para sumergirse con DEIA en un pasado repleto de pasajes y recuerdos
Bilbao - El derbi es pasión, sentimiento, orgullo, ambición y, por encima de todo, único en su atmósfera. Real Sociedad y Athletic, vecinos con mejor y peor trato a lo largo de los años, vuelven a verse hoy las caras (12.00 horas, beIN LaLiga) con los donostiarras como anfitriones. Anoeta, donde unos y otros han saboreado el dulce sabor de la victoria y el amargo trago de la derrota, alberga una nueva cita entre dos ilustres conocidos destinados a medir sus fuerzas temporada tras temporada.
El pasado, siempre presente, dibuja todo tipo de recuerdos que figuran en poder de quienes tuvieron el privilegio de asomar como protagonistas en uno u otro bando. DEIA, a fin de dar voz a quienes gritaron con fuerza tiempo atrás, recupera las huellas futbolísticas de los exrojiblancos Dani Ruiz Bazán (Sodupe, 1951) y Aitor Larrazabal (Loiu, 1971), así como de los exrealistas Roberto López Ufarte (Fez, Marruecos, 1958) y Alberto López (Irun, 1969). Sus experiencias en los derbis, de todos los colores, corresponden a las intensas décadas de los ochenta, los noventa e inicios del 2000, respecto a las cuales observan ahora similitudes y diferencias en el plano deportivo y ambiental.
Los ochenta, que se cerraron con siete victorias del Athletic, cuatro empates y nueve triunfos donostiarras en liga, pertenecen a Dani y López Ufarte, quienes se vieron las caras en derbis de altos vuelos. “Para nosotros, el partido del año era el de la Real, el que afrontábamos con más ganas en la caseta”, destaca el excapitán y emblema rojiblanco, quien recuerda que “ir a Atotxa era como ir a una batalla, sabíamos lo que nos esperaba, pero siempre estábamos motivados porque para nosotros era muy especial poder ganar a la Real y demostrar de alguna manera que el mejor equipo vasco era el Athletic. Ellos querían demostrar lo contrario, claro”.
El pique, entonces, era sumamente sano entre los jugadores de ambos equipos, a quienes les unía una relación que sobrepasaba el fútbol. “Solíamos reunirnos para cenar una o dos veces al año en Getaria o algún sitio intermedio, aunque luego en el campo saltaban chispas”, apunta López Ufarte, a quien Dani define como “el Messi de aquella Real”. El exrealista, por su parte, admite que la vigilancia sobre el 7 del Athletic siempre debía ser “máxima”. “En aquella década nos repartimos cuatro ligas y éramos todos amigos, por así decirlo”, resalta Ufarte, quien añade que “nuestro equipo era más de cantera aún que el Athletic, que abarcaba más regiones. En aquella Real casi todos habíamos pasado previamente por el Sanse o las categorías inferiores, aunque yo estuve en el Real Unión”. En cuanto al ambiente, Dani defiende que “antes igual se vivía más el derbi en la calle y eran más pasionales, aunque ahora también lo vive la gente”.
nuevas décadas y experiencias La entrada de los noventa la experimentaron en sus carnes Larrazabal y Alberto, rivales también en multitud de encuentros. Los empates se sucedieron entonces, hasta el punto de que once de los veinte derbis ligueros de la citada década terminaron en tablas, resultando vencedores los leones en cuatro ocasiones y los txuriurdin, en cinco.
Aquella época, además, estuvo marcada por la llegada de Joseba Etxeberria al Athletic en 1995, lo que provocó un auténtico terremoto que salpicó a las relaciones entre ambas instituciones. “Ese buen ambiente que había en nuestra época se rompió a raíz de aquello y hay que decirlo claramente”, indica Ufarte. Larrazabal y Alberto, con más de diez años de servicio a sus respectivos equipos, ponen el foco sin embargo en el “gran ambiente” que acompañó siempre a los derbis en las gradas, aunque al loiutarra, que finalizó un partido como portero en Anoeta, no se le ha olvidado que en su primera visita a Atotxa, en 1990, “tuvimos un recibimiento totalmente hostil, con lanzamientos de huevos desde el mercado. Fue algo que me sorprendió”.
Alberto, ilustre exguardameta de la Real, recuerda que “jugué más de quince derbis y perdí muy pocos. De hecho, no conocí la derrota en el antiguo San Mamés y siempre fue un placer para mí y para mis compañeros jugar el derbi”. “También para nosotros, aunque que la Real haya jugado con tantos extranjeros puede haberlo devaluado en cierto modo”, afirma Larrazabal, sabedor al igual que Dani, López Ufarte y Alberto de que “en los derbis no suele servir de nada el cartel de favorito”.