bilbao - Mikel Balenziaga (Zumarraga, 29 de febrero de 1988) es un chico entrañable. Por lo menos es el retrato que proyecta y según le describen los que le conocen y le tratan. Es, sencillamente, un futbolista que hace vestuario, que no levanta una palabra más alta que otra, que es solidario y que es un jugador de equipo, un gregario de los que gusta tener a un entrenador. Claro está que tiene sus defectos, muy evidentes en determinadas situaciones de juego, pero se le reconoce su empeño, su esfuerzo y su afán por mejorar, lo que le convierte en una persona muy querida en el colectivo. En esta segunda etapa de Ernesto Valverde en el banquillo del Athletic se ha convertido en un intocable y ayer hizo realidad un sueño que perseguía desde que recalara en Lezama en verano de 2008. Firmó su primer gol como profesional en su partido 270, tras ocho años de espera y que son diez si se echa mano de su historia en la página web del club, que no apunta ningún gol en sus dos temporadas, 53 encuentros, en las filas del filial de la Real Sociedad en Segunda División B.

El gol de Balenziaga, que suponía el determinante 2-1, es incluso el gol de todo athleticzale, ya que se celebró de una manera extraordinaria, por el perfil de su autor, porque existía una oculta sensación de que el guipuzcoano quizá no sería capaz de ver puerta a lo largo de su carrera y porque, lo más importante, valía para poner por delante a los rojiblancos en un partido durísimo. Por ello, sus compañeros le premiaron por este momento histórico y le homenajearon con todos los honores. Primero, en el propio césped, después en el círculo central cuando expiró el choque y más tarde dentro del vestuario, en el que fue manteado, agasajado y objeto de todo tipo de chanza que requería el instante.

Porque no fue un tanto de churro. Se sabe que Balenziaga no es un portento de técnica y que sus incursiones en al área no son excelsas. Pero sí es un cabezón dentro del campo, donde llega a agobiar a su par y donde su derroche físico es impagable. Ayer, además, asomó un virtuosismo desconocido en esa acción, muy estética, a los 66 minutos de juego y que ya no olvidará. Él mismo la explicó con pelos y señales: “Ha sido una jugada muy rápida, no he tenido que pensar mucho. Me he hecho con el balón, me he encontrado con Mariano delante, he decidido hacer un autopase y después he visto claro que tenía que disparar. Por suerte, el balón ha entrado y estoy muy contento”.

El lateral reconoció ese punto de ansiedad que entraña no hacer gol desde que compite en la élite, ni en Primera División ni en Segunda, con el Numancia y Valladolid. Por ello se mostraba tremendamente feliz y agradecido: “Estoy muy feliz por mi primer gol, sobre todo, porque ha servido para ganar el partido. Llevaba muchísimos años sin marcar y ha habido muchas bromas en el vestuario al respecto. Ver que todos los compañeros se alegraban tanto por mi gol ha sido algo muy bonito”.

Balenziaga ha recorrido más de cien partidos de liga, 104, con Valverde como entrenador frente a los 25 que acumulaba con Joaquín Caparrós, el técnico que dio el visto bueno a su compra a la Real por un millón de euros. Marcelo Bielsa, como se sabe, no confió en él y tuvo que ganarse las habichuelas en el Valladolid. El Txingurri, por ese motivo, emergió su satisfacción por el éxito del lateral: “Esperaba que Balenziaga hiciera un gol un día de estos. Es un jugador que nos da muchísimo en defensa y mucho también en ataque, porque siempre está dispuesto a sumarse arriba. Me ha alegrado mucho que el gol haya llegado en este partido y en estas circunstancias”. Lo llaman ya el Balenziagol.