bilbao - Extrovertido, afable y goleador por naturaleza cuando se maneja con un balón en los pies, John Guidetti (Estocolmo, 15-IV-1992) responde a la figura de un futbolista singular, capaz de enamorar a una afición como la del Celta de Vigo sin necesidad de asomar como uno de los principales estiletes del equipo de Eduardo Berizzo. El delantero sueco, que alterna titularidades y suplencias en su primera temporada como celeste, suma doce goles a la causa celtiña a la sombra del trío ofensivo que forman Orellana, Iago Aspas y Nolito.

Guidetti, con los colmillos siempre afilados para aportar su granito de arena, es el cuarto elemento de una delantera que colecciona elogios en un curso en el que el exjugador del Manchester City ha confirmado su valía para el fútbol de elite. Las últimas dudas en torno a su silueta se han esfumado sin previo aviso, al igual que desapareció tres años atrás un complejo virus estomacal que a punto estuvo de acabar con su carrera futbolística. Una intoxicación alimentaria en la fiesta de su vigésimo cumpleaños, organizada por su novia y unos amigos, le apartó 18 meses de los terrenos de juego. Fueron días, semanas y meses más que delicados para SuperGuidetti, como el propio jugador se hace llamar en Twitter.

La noche en la que un trozo de carne en mal estado puso en jaque su futuro, el sueco se despertó con violentos vómitos que no le impidieron ir a entrenarse al día siguiente, en el que Ronald Koeman, su entrenador en el Feyenoord, montó en cólera al creer que estaba ebrio. “¡Pero si no he probado ni una gota de alcohol en mi vida!”, le respondió Guidetti, quien guardó reposo diez días para descubrir después que su pierna izquierda había quedado totalmente entumecida. Tanto que cayó desequilibrado segundos antes de intentar calentar en una bicicleta estática, motivo por el cual fue trasladado a un hospital en el que quedó al descubierto cómo la infección y los anticuerpos que había generado su organismo habían afectado a su sistema nervioso.

Fueron muchas las voces que se atrevieron a vaticinar su prematura retirada del mundo del fútbol, pero Guidetti, guiado por las adversas experiencias vividas en su infancia, nunca se rindió y relanzó su carrera en el Stoke City. Hijo de un exjugador de rugby de origen italiano, el ahora delantero del Celta emigró con solo tres años a Kenia después de que su padre aceptara el cargo de director de la escuela sueca en Nairobi. Allí, entre niños que pateaban el balón descalzos y sin apenas recursos, comenzó a gestarse la personalidad de un chaval que regresaría a su país natal para volver a África con diez años de edad. Permaneció en el lugar otros cuatro años, hasta 2006, cuando volvió a Estocolmo convencido de haber estado en “el mejor lugar del mundo”.

El aprendizaje fue inmenso. “No tienen ropa, ni comida, pero dan las gracias al Señor por el regalo de la vida”, explicó en una entrevista John Guidetti, que sigue en contacto con Kenia hasta el punto de realizar frecuentes visitas al país, donde lidera una fundación que construye campos de fútbol. Su figura, más allá del fútbol, traspasa fronteras. En Suecia, mientras tanto, asoma como “el segundo jugador más famoso del país, después de Zlatan Ibrahimovic”, según destacan distintos medios de comunicación, que también se hicieron eco de que lo primero que hizo John cuando se trasladó a Kenia con 10 años: “Enterramos al capitán de nuestro equipo, que se ahogó junto con su hermano cuando iban a bañarse en la piscina de unos ricos después de un entrenamiento”.

Cercanía y humildad Aquel pasaje, profundamente doloroso, también marcó el carácter inquebrantable de Guidetti, un futbolista acostumbrado a expresar sus emociones independientemente del lugar o de las circunstancias. El pasado lunes, tras sellar matemáticamente la clasificación para la próxima edición de la Europa League gracias a la victoria ante el Granada, el sueco se convirtió en uno de los grandes animadores de la improvisada fiesta que futbolistas y aficionados celebraron sobre el césped de Balaídos. El ariete celtiña, que no dudó en ponerse el casco de un obrero, fue manteado y levantado en hombros por los seguidores, encandilados con el aura de un futbolista que a sus 24 años cuenta con varios vídeos jugando con niños al fútbol en lugares de distinta índole.

Meses atrás, después de un partido, el delantero protagonizó otra divertida anécdota al pedir silencio a los aficionados que esperaban a los jugadores fuera del estadio de Balaídos. Tras conseguir la complicidad de los presentes, el sueco, ganador de la Eurocopa sub’21 en 2015, comenzó a entonar bajo la lluvia el himno del Celta, al igual que hizo el pasado 10 de abril en El Molinón tras la victoria de su equipo contra el Celta. La afición celeste desplazada hasta Gijón, entusiasmada y entregada a sus jugadores, celebró con Guidetti y el resto de futbolistas un triunfo que el Celta buscará también en San Mamés, donde el ariete sueco aspira a ser titular en la búsqueda de su octava diana en la liga. La superación, hecha gol, aterrizará mañana en La Catedral.