bilbao - “Guillermo siempre ha sido un 9, desde que diera el salto al juvenil”. Los técnicos que han manejado en Lezama al delantero rojiblanco resaltan la progresión del bilbaino, que el martes se estrenó en Champions con un bello gol marca de la casa. “Es un futbolista que nos tiene que dar mucho. Necesita minutos, que creemos los tendrá, para demostrar su valía”, coinciden en la factoría del Athletic, donde en los últimos años se ha llevado un seguimiento muy personal sobre Guillermo Fernández (Bilbao, 23-V-1993), del que se espera dé definitivamente ese salto que le afiance en la élite.
Guillermo dio un golpe sobre la mesa en Do Dragao. Era el momento del canterano, un tanto cuestionado desde el exterior por su impacto residual, hasta la cita en Portugal, el presente curso. Fue su segunda titularidad esta campaña, después de que tuviera que hacer frente al marrón de pelearse en solitario, debido a la ausencia de Aritz Aduriz, en el mismísimo Santiago Bernabéu ante Pepe, Sergio Ramos y Varane, centrales del máximo nivel que empequeñecieron al bilbaino en aquel partido, en el que pasó totalmente desapercibido, como un títere en manos de los poderosos defensas merengues.
El martes se rehizo. Firmó una horrorosa primera mitad, escorado en la banda derecha, pero en la segunda se enganchó, apretó los dientes y ofreció un bonito detalle que consumó con un preciso golpeo que superó a Fabiano, que minutos antes había abortado el primer remate de Guillermo, al que en Lezama le han reclamado en años anteriores “un poquito más de músculo competitivo, porque tiene cualidades”. “Es un chaval muy rápido, que se mueve como pez en el agua con espacios, aunque en algunas ocasiones le ha penalizado esa pizca de candidez que tiene, por lo que necesita que le pinchen”, añaden en tono jocoso.
un año después La espera ha sido muy larga para el nuevo Guillermo, que debutó como león hace casi un año, el 9 de noviembre de 2013 en San Mamés frente al Levante. Lo hizo como titular, lo que ratificaba la confianza que ha depositado Ernesto Valverde en el canterano, al que no ha querido precipitarle, con una gestión pausada. Lo que se entiende como un trabajo de slow food. El técnico, además, ha puesto a Guillermo por delante de Borja Viguera, el único fichaje para este curso, y de Kike Sola, relegado al ostracismo, con un protagonismo evidentemente nulo.
A Guillermo le toca esprintar. Su actual contrato expira el próximo 30 de junio, aunque en el club solo se observa la opción de que no habrá incovenientes para cerrar su renovación. La misma puede llegar por dos vías: la automática, como se recoge en su vigente documento, que contempla una serie de variables que no debería tener problemas para cumplir con lo que su relación se prolongaría por tres cursos más; y la institucional, en caso de que la Junta decida pactar a corto o medio plazo un nuevo contrato.
A la espera de blindar su continuidad en el Athletic, Guillermo se asomó en el Do Dragao. Celebró con rabia su tanto, que no sirvió para que los leones puntuaran. Echó muchas cosas que tenía dentro. Quizá quiso callar bocas. O quizá gesticuló porque el equipo necesita como agua de mayo llevarse una alegría al cuerpo. Esta fue efímera, porque el Oporto marcó el segundo y dejó a los rojiblancos de nuevo tocados.
El recorrido de los de Valverde en la Champions, por tanto, parece tener fecha de caducidad, el 9 o 10 del próximo diciembre, salvo que se dé una complicadísima carambola que meta al Athletic en los octavos de final. Quedan por delante tres partidos y posiblemente el canterano vuelva a tener oportunidades, siempre ya como la primera alternativa a Aduriz.