OPORTO 2-1 ATHLETIC
OPORTO: Fabiano, Danilo, Maicon, Martins Indi, Alex Sandro, Herrera, Casemiro (Min. 71, Quaresma), Brahimi, Quintero (Min. 64, Rúben Neves), Tello (Min. 82, Óliver Torres) y Jackson Martínez.
ATHLETIC: Iraizoz, De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga, San José (Min. 46, Beñat), Iturraspe, Susaeta, Mikel Rico (Min. 73, Gurpegi), Guillermo y Aduriz (Min. 46, Muniain).
Goles: 1-0: Min. 45; Herrera. 1-1: Min. 58; Guillermo. 2-1: Min. 75; Quaresma.
Árbitro: Damir Skomina (Eslovenia). Amonestó a Maicon (Min. 22) y Danilo (Min. 59) por parte del Oporto; y a San José (Min. 29), Susaeta (Min. 59), Mikel Rico (Min. 65) y Gurpegi (Min. 86).
Incidencias: Partido correspondiente a la tercera jornada del Grupo H de la Liga de Campeones, disputado en un estadio Do Dragao con más de dos tercios de entrada ante 38.116 espectadores. De ellos, al menos 4.500 animosos seguidores del Athletic.
Europa es desde anoche un escenario donde el Athletic cuenta sus opciones con los dedos de una mano y le sobra alguno. La derrota en Portugal le deja muy maltrecho, anclado en el fondo de la clasificación, de modo que únicamente un pleno en las jornadas restantes invertiría su suerte. La imagen que ofreció ante el Oporto no invita a esperar una proeza, pues se dejó comer la tostada por un enemigo que durante muchos minutos pareció más de lo que es gracias a su blandura. También los de Lopetegui necesitaban el triunfo para enmendar su reciente eliminación copera y, al contrario que los rojiblancos, pusieron el grado de garra que la coyuntura requería, siendo netamente superiores de salida en este concepto básico, lo cual les permitió llevar el mando y desplegar sus armas. Ese plus de convicción se echó en falta entre los de Ernesto Valverde, que aunque despertaron de la segunda mitad y equilibraron el marcador, no supieron culminar la reacción. Hubiesen necesitado más entereza, pero anda este Athletic demasiado justito de ideas y de genio, sin la presencia de ánimo que exige una cita de este calado.
Hubo cambios en el once, con Etxeita en la zaga y San José al lado de Iturraspe, mientras Rico ejercía de enlace y Guillermo ocupaba el ala derecha, pasando Susaeta a la izquierda. No funcionó. Con Iturraspe de nuevo desaparecido y San José sin hallar su sitio, la fragilidad fue meridiana. Esta impresión se corregiría posteriormente, la entrada de Beñat y la reubicación de Rico mejoraron la propuesta. El de Igorre distribuyó con criterio durante un rato y todo el equipo dio un paso adelante, presionando para dejar en evidencia las limitaciones de un Oporto que perdida la iniciativa ya solo crearía peligro muy esporádicamente, además de pasar por varias situaciones comprometidas en su área. Ahí se vio que el Oporto no es tan fiero si se le planta cara, aunque el problema estuvo en que el Athletic no es aún el conjunto compacto que fue y siguió generando dudas, cosa que el veterano Quaresma aprovechó para sentenciar a un cuarto de hora del final.
El Athletic se dejó intimidar desde el inicio, casi nunca estuvo a la altura de su rival en agresividad, lo que acabó pagando con un gol que hacía justicia al desarrollo de la primera mitad. Enseguida se comprobó que no estaban los rojiblancos en disposición de equipararse en intensidad y velocidad. Así, aunque defensivamente subsanaron, a menudo con apuros, casi al límite, las acometidas lusas, el desesperante desperdicio de balones permitió que el Oporto jugase muy cómodo, en el sentido de que apenas se vio exigido en defensa. Esa falta de temple para combinar, distribuir y forzar a que el contrario se desgastase, es el síntoma más evidente de la inseguridad que atenaza al equipo de Valverde y le hace aparecer como un bloque poco fiable, abocado a sobrevivir de mala manera.
El disparo que San José estampó en la madera cerca de la media hora fue un hecho aislado, casi un accidente porque la producción de juego fue ridícula, pese al enorme esfuerzo de Aduriz y Susaeta, tan activos como desamparados. Resultó bastante descorazonador ver cómo se fajaban ambos, siempre en inferioridad, sin el apoyo del resto, siendo a menudo víctimas de la violencia que emplearon los anfitriones, cuya actitud, a ratos muy descarada, contó con la desmedida permisividad del árbitro: un escándalo la leña que repartió Casemiro y algún otro. Pero ya que el listón en las disputas estuvo muy bajo, hubiese tenido el Athletic que tomar nota e imprimir idéntico nervio e intención en el cuerpo a cuerpo. No lo hizo y le costó muchas pérdidas y desajustes, así como amonestaciones por acciones de pura impotencia.
Reacción Valverde tomó nota en el intermedio y retiró a Aduriz, sometido a un auténtico suplicio, entendió que no era cuestión de exprimir más a uno de los pocos activos que tiene hoy día. Guillermo agradeció su reubicación como ariete con un gol característico en él, a la carrera, tras un bonito pase de Beñat, que recogió tras robo de Susaeta. Era la fase en que el Athletic funcionó. El propio Guillermo dispuso de otro mano a mano antes con Fabiano, sin mucho ángulo para marcar. Tras el empate estuvo el partido donde interesaba, pero Brahimi y Tello reaparecían esporádicamente para sembrar inquietud, mientras Jackson se pegaba con todo el mundo. No pudo el Athletic sostenerle la mirada al Oporto con el encuentro en su recta final.
Lopetegui arriesgó con los cambios y le salió bien. Del enésimo despeje mal ejecutado nació el gol que significó la derrota. Todavía tuvo una ocasión estupenda Laporte, en falta muy bien templada por Beñat, pero ahí Fabiano tuvo fortuna, se encontró con la pelota. Fue el último coletazo de un Athletic impotente para subir, con Muniain ausente y Susaeta machacado, que recurrió en vano al pelotazo para avanzar. Al filo de la conclusión, Jackson malgastó un servicio inmejorable de Brahimi, imparable ya para De Marcos. El árbitro, por si acaso, no alargó más la contienda. Dos minutitos de añadido para redondear una actuación tremendamente casera, si bien no tiene sentido cargarle la responsabilidad del revés.
Todavía no está el Athletic en condiciones de competir con garantías, solo le llega para ofrecer momentos convincentes, en que se activa y pone en práctica lo que sabe. Le pasó contra el Celta, ganar requiere perseverancia y sobre todo firmeza, una virtud que escasea viendo el estado de varios jugadores, que impide rentabilizar la generosidad y la disciplina táctica. Anoche el Oporto ganó por decisión a un Athletic que quiere y no puede.