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Munir y la huella vizcaina

La nueva perla de la Masia, nacido y criado en Madrid, procede de una numerosa familia de emigrantes marroquís, la mayoría de ellos afincados en diferentes localidades vascas

Munir y la huella vizcainaJ.M.M.

Mungia - “Siempre pegado al balón”, así recuerdan los familiares a la nueva estrella del firmamento culé. Munir El Haddadi es la sensación en Barcelona, pero sus andanzas, su paso en apenas cuatro meses del juvenil del F.C. Barcelona al filial y desde ahí un salto más al primer equipo, o su escalada de la selección española sub’19 a la sub’21 con destino final en la absoluta, llegan muy lejos. A 600 kilómetros de la ciudad condal los miembros de la familia El Marrouti siguen “con mucha ilusión y alegría” los pasos del joven futbolista. Son solo una pequeña representación de su numerosa familia. Su árbol genealógico está desperdigado por Euskadi.

Emigrantes del norte de Marruecos, los primeros miembros de la saga de la que procede Munir llegaron a Euskadi hace más de cuatro décadas. Es una historia que se repite por todo el planeta. Buscaban trabajo y un futuro más halagüeño para los suyos. Más familiares siguieron sus pasos. Mimet, Omar, Abdelmajid y Lahit son solo una pequeña representación de la segunda generación de un clan que se reparte. Los cuatro se establecieron entre Mungia y Bilbao tras pasar por otras localidades como Zumarraga o Ermua. Munir es el exponente de la tercera generación.

El vínculo con Euskadi de la joven promesa del F. C. Barcelona llega también a Ermua o Barakaldo, localidades en las que residen más familiares, la mayoría primos del padre del futbolista, como los cuatro que ayer atendieron a DEIA en Mungia. De hecho, solo en la rama mungiarra el padre tiene doce primos.

Cocina vasca Más allá de la familia, Euskadi y más concretamente Bilbao, están muy presentes en la biografía vital de Mohamed El Haddadi, padre del futbolista. “Él vivió conmigo, en mi casa, durante cuatro años” explica Abdelmajid El Marrouti.

Hijo de “un herrero al que ayudaba en Marruecos”, el progenitor de Munir dejó su país natal como antes lo hicieran otros miembros de la familia y recaló en Bizkaia. Herrero como su padre, Mohamed aprendió un nuevo oficio en Euskadi, el suyo, el de cocinero. El mismo que más tarde le llevó a Madrid, donde sigue residiendo y donde nació y creció el deportista. La cocina vasca atrapó a Mohamed, que durante años trabajó en un restaurante madrileño especializado en estos platos.

De su paso por Euskadi sus primos guardan un gran recuerdo. “Iba de un lado para otro siempre con nosotros y hasta tuvimos un pequeño accidente de tráfico en Artebakarra”, rememora Abdelmajid. Su traslado “por motivos laborales” a Madrid no rompió los lazos. “Solemos vernos cada año en Marruecos y mantenemos un contacto constante, sobre todo con Mohamed”, añaden los El Marrouti.

“Su padre siempre nos hablaba de su hijo. ‘Va a ser futbolista’, nos decía. Teníamos fe en él, pero todo ha llegado muy rápido”, señalan los cuatro miembros consultados. Con su meteórico despegue al firmamento del balompié, el todavía casi adolescente “cumple un sueño familiar”, insisten. Acaba de alcanzar los diecinueve años de edad y el futuro se asoma brillante en el horizonte.

“Su familia se lo merece. Son luchadores, gente que ha tenido que pelear y que ha ido consiguiendo lo que tienen poco a poco, siempre con esfuerzo”, recuerdan sus primos. El futbolista ha mamado de esa cultura del sacrificio y ahora recoge lo sembrado. En su primer partido oficial marcó un gol y acaparó todos los flashes, casi hasta por encima del propio Lionel Messi, la otra estrella de aquel Barça 3 Elche 0.

“Él mismo no se cree lo que le está pasando”, apuntan sus familiares. “En muy poco tiempo ha ido dando saltos muy grandes. Está haciendo historia, no sé si hay muchos casos de futbolistas que poco después de debutar en Primera y con 19 años han jugado ya en la selección absoluta”, dice su primo Mimet. “Estamos muy orgullosos y creemos que puede llegar más lejos”, incide.

Paso a paso Pero el entorno mantiene los pies en el suelo al delantero culé, conscientes de que una rápida ascensión a los altares futbolísticos puede acarrear expectativas demasiado altas. “Su padre nos suele contar que la familia lo anima a esforzarse pero que sobre todo le transmite tranquilidad”. Es el mismo mensaje que públicamente traslada su entrenador, Luis Enrique.

“A Munir le gusta lo que hace, siempre ha estado pegado a un balón y sus padres le dicen que lo haga lo mejor que sabe y puede, que así llegarán los resultados”. De momento la fórmula es exitosa. “Tiene que seguir el ejemplo de Leo Messi, que por muchas patadas que le den sigue y sigue con la pelota en los pies. Él tiene que hacer lo mismo por su sueño, pelear y sobreponerse a los golpes, que seguro que tarde o temprano llegarán”, compara Abdelmajid. “En muy poco tiempo ha pasado de jugar en el juvenil del Barça a hacerlo en el primer equipo y en la selección absoluta pero sigue siendo jugador del filial”, añade Mimet.

Pese a todo, la familia vizcaina de la nueva perla de la Masia sueña con ver en directo a Munir en San Mamés. Ya lo hicieron la temporada pasada en Ipurua, cuando, jugando en Segunda con el Barça B, se acercaron a verle. “Cada vez que juega un partido nos juntamos toda la familia y lo vemos juntos por la tele en un bar en Mungia y claro que nos gustaría ir al campo”, atestiguan.

Mañana harán lo propio para seguir por televisión el encuentro entre Barcelona y Athletic. “Somos del Athletic, pero tendremos que repartirnos”, bromea Omar. “Estamos deseando que a él le vaya bien, luego que pase lo que tenga que pasar”, dice Lahit. “Este partido ya se sabe, no está tan claro que queramos que gane el Athletic...”, formula Abdelmajid. “Yo sí quiero que gane el Athletic, pero quiero que marque Munir. Que meta goles pero que gane el Athletic”, zanja Mimet. Si la nueva estrella culé vuelve a centellear, su brillo será difícil de apagar y los destellos serán muy celebrados a 600 kilómetros de distancia.