nápoles - El sueco Jonas Eriksson, el encargado de impartir justicia en el partido de esta noche en San Paolo, es un caso atípico en el mundo del arbitraje. A sus 40 años, el colegiado del Nápoles-Athletic no tiene problemas con su cuenta corriente. Se puede decir que arbitra como un hobby más, un pasatiempo sin preocuparse con lo que gana cada vez que se viste de corto, porque el dinero que ingresa en cada encuentro significa poco más que calderilla si se compara con lo que acumula en el banco. Eriksson, que ya sabe lo que es arbitrar al conjunto rojiblanco -en la ida de las semifinales de la Europa League ante el Sporting de Lisboa- se convirtió en millonario tras comprar el 15% de los derechos globales de una empresa de derechos deportivos. El colegiado sueco, que estará asistido en las bandas por sus compatriotas Mathias Klasenius y Daniel Warnmark, es internacional desde 2002 y tiene bastante experiencia en la Champions. La temporada pasada, además de arbitrar la final de la Supercopa de Europa entre Bayern de Múnich y Chelsea, pitó tres partidos en el Mundial de Brasil. - U. M.
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