BILBAO. Santi Urkiaga (Sestao, 1958) se abona a la lista de esperanzados de cara a la gran cita de mayo. Estuvo en Mestalla y asegura que disfrutó mucho, pero que nunca creyó que fuese posible superar al Barcelona. Ahora no piensa lo mismo.
¿Por dónde empezaría si tiene que hablar de la Copa?
De chaval no tengo muchos recuerdos. Uno bueno fue que debuté con el Athletic en un partido de Copa, estando todavía en el Bilbao Athletic. Uno malo, el de la final que se perdió con el Betis a los penaltis. Estaba, con Mayayo y Guembe, en Túnez para jugar el Mundial Junior. Allí no teníamos nada de información y nos dijo el resultado un chico del Zaragoza. Estábamos concentrados y entonces no era como ahora, no había móviles y todo eso. Si querías saber algo había que utilizar cabina y en esos sitios no era tan fácil.
Como jugador sí que le tocó vivir intensamente este torneo.
Sobre todo me acuerdo de la que ganamos. De la otra también, pero menos, es como si perdiera valor en tu memoria. Tuve entrenadores que decían que las finales solo son bonitas si las ganas, de lo contrario te queda cara de bobo. Estoy de acuerdo con lo primero, pero en realidad, lo que queda si pierdes es un sabor muy amargo porque parece que todo lo que hiciste para estar en ese partido no sirve de nada.
Vamos con la del 84, la que ganó.
El Barcelona tenía los dos mejores jugadores que había en ese momento. No te diré que nos tomamos a la ligera la preparación de esa final porque no es verdad, pero nos presentamos en ella después de celebrar el título de Liga. El Barça era el favorito. Pero luego sales al campo y te la juegas. Nosotros también éramos conscientes de que no era nada fácil ganarnos. El tema era aprovechar las ocasiones que pudiese haber y luego aguantar un poquito. Es lo que pasó. Había que desactivar a Maradona, que además estaba muy cachondo, y nosotros con él por todo lo que había pasado.
Se refiere a lo de Goikoetxea.
Sí, por las declaraciones que Maradona hizo después, con la repercusión que tuvieron, y la injusta sanción que le cayó a Goiko. Todo eso se trasladó al terreno de juego, por parte de él y por parte nuestra.
¿Se diseñó alguna fórmula para frenar a Maradona?
No, no como se había hecho en algún partido anterior, no hubo nada especial. Si se nos recalcó a todos que aquel que estuviera cerca cuando recibiera, porque Maradona se movía por todas partes, le tenía que ir encima rápido para no dejarle maniobrar. Y la verdad es que esa labor se hizo bien y él se desesperó un poquito.
Así que luego pasase lo que pasó.
De ahí vino la impotencia que demostró por la derrota y ocurrió lo que nunca tiene que pasar en un campo. Lo peor fue que a Sola le partieron el labio, le dieron un montón de puntos y no pudo celebrarlo con todos.
Al año siguiente, con el Atlético de Madrid, fue otra historia.
Fuimos con ilusión, pero se nos puso cuesta arriba. No diré que no merecimos perder, pero que en una final te piten en contra un penalti que no es, es muy duro.
¿Es posible que fuesen algo relajados?
Relajados no, pero, por decirlo de alguna manera, no íbamos con urgencias.
Después de tantos años sin catar el título, ¿se puede ahora hablar de urgencias?
Vendría muy bien ganar para impulsar todavía más el sentimiento Athletic entre las generaciones más jóvenes. Pero bueno, creo que la gente también se hace cargo de que es difícil ganarle al Barcelona.
En Mestalla fue imposible.
Hace tres años fue la final de la ilusión. Después de esperar tanto tiempo, el simple hecho de estar en la final ya era un premio para el Athletic. Ahora la gente tiene esperanzas de darle guerra al Barcelona, por nuestra forma de jugar, por cómo nos encontramos. Hace tres años ganar nos parecía imposible.
¿Lo tuvo tan claro?
Yo era la primera final que seguía en directo como espectador y lo pasé muy bien con el gol de Toquero, pero veías que en cualquier momento ellos iban a meter. Creo que casi ni importó demasiado que te hicieran cuatro goles y ahora yo mismo digo que le podemos hacer daño al Barcelona. Y ellos igual parecen algo más vulnerables, lo que no quita para que si tienen el día, adiós. El otro día por ejemplo, les vi por la tele en un partido de Champions y daban miedo.