Extraterrestres en el planeta Miranda
La ciudad burgalesa está absorbida por un estado de euforia a pesar de la crisis galopante, al tiempo que confiesa su amor por la capital vizcaina
miranda de ebro
ES como si la nave del misterio de Cuarto Milenio (el programa de Iker Jiménez) hubiera aterrizado en Miranda de Ebro. No solo es extraño que la ciudad parezca la sede de un congreso de la CNT, plagada de banderas rojinegras en balcones y ventanas, sino que sea un bastión rojo en plena Castilla y León, con un ayuntamiento gobernado en coalición por socialistas e IU y un alcalde del PSOE, Fernando Campo. ¡¡¡Eh campo!! y entonces buscamos el Anduva, y vemos, desde atrás, algo parecido a un gran pabellón industrial descubierto, con un lodazal a sus pies. Solo un aparcamiento al otro lado hace presagiar un uso lúdico. Sí, ahí debe ser, un estadio sin estrella catapultado al estrellato.
Los mirandeses parecen abducidos, como si hubiesen entrado en un agujero (rojo) y negro que hubiera absorbido cualquier atisbo de problema. Andan sumidos en una catarsis colectiva y flotan en una nube de felicidad. Son tan raros... que hasta en el entrenamiento del viernes, realizado a puerta cerrada, los jugadores del Mirandés, esos chavales que se han subido a la gloria como si ascendieran en un ascensor de las torres Petronas, van entrando a los vestuarios, saludando y sonriendo a periodista y fotógrafo, casi deseosos de que se les pregunte algo. Lo siento, también somos raros. No hay preguntas.
Definitivamente hay algo insólito. Tampoco parecen respetar los clichés ni mantener esa relación de amor-odio que caracteriza cualquier relación de vecindad que se precie. "En Miranda, tenemos buena onda hacia los de Bilbao. Date cuenta que estamos a tres cuartos de hora en coche de la capital vizcaina, a veinte minutos de Gasteiz. En Miranda ha habido siempre cierto punto vasquista. Aquí, el ambiente es muy diferente, por ejemplo, al que se puede respirar en Castro o en ciertos pueblos de La Rioja como Haro o Cenicero..., más hostil con todo lo vasco. En Miranda no, aquí hay una relación laboral y comercial increíble", dice Alejandro Iruarrizaga, de la peña del Athletic en Miranda y socio, a su vez, del Mirandés.
Ni siquiera metiendo las gomas e intentando provocar, aparece un asomo de crítica. "Todos queríamos que nos tocara con el Athletic desde el momento que empezamos a eliminar primeras. Aquí los vascos tienen mucha cabida, sois queridos. Tenemos mucha gente de Euskadi viviendo aquí, incluso tenemos tres jugadores que van y vienen todos los días a los entrenamientos", dice Gonzalo Herrero, del bar Los Ases, "por nuestros dos ases, el Mirandés y el Athletic", subraya.
Y seguimos indagando en ese periodismo de lo desconocido a ver si encontramos alguna tendencia sádica hacia los vecinos del norte, pero no. "Nos llevamos súper bien con los de Bilbao, tenemos unos amigos estupendos en Basauri, compañeros de trabajo de mi marido. Siempre habrá alguno que sea más cabestro, pero las relaciones son estupendas", dice Lourdes, una de las cuidadoras del patio del colegio Príncipe de España, frente al estadio. ¿A qué son algo lunáticos?
Solo en una cosa la ciudad recobra la normalidad. Y es que cuando, de fútbol se trata, se para el mundo. Con 37.000 habitantes y 3.600 desempleados, conoce de primera mano el paro y lo que es pasarlas canutas, pero estos días nadie sabe de dificultades. "Han sido dos años complicados, con empresas que han cerrado, con talleres en ERE, con multitud de pequeñas empresas de diez o veinte trabajadores con problemas. Está todo muy parado..."
Y todo el mundo, como Mari Cruz, la responsable del comedor del Príncipe de España, se acuerda de la papelera Rottneros, antigua Fefesa, cuyo cierre ha dejado en la calle a más de 160 operarios directos y a otros 100 que trabajaban de manera indirecta. "Ni paro, ni crisis, lo único que ocupa ahora a Miranda, lo mismo en bares, que en colegios o que en las casas es el Mirandés. Se ha olvidado todo el mundo de cómo está la ciudad", matiza Gonzalo Herrero. Lo ratifican los 400 chavales que estudian en el colegio de nombre principesco. "Los niños están que se suben por las paredes, cantando en el comedor, saltando...", explica Mari Cruz, señalando una marea de sudaderas rojas y negras.
Antonio lópez
"Pagar 140 euros por dos entradas es mucho dinero"
Miranda de Ebro, antaño nudo ferroviario, -ahora dicen los locales que ni eso, que ha bajado muchísimo el tráfico de trenes-, desborda alegría hasta en las taquillas. "Con estos tiempos que corren, pagar 140 euros por dos entradas para mí y para la parienta, me parece demasiado caro", dice Antonio López, un paisano que examina las obras para la nueva tribuna. "Es que ser del Mirandés el día que juega solo contra el Athletic no vale", cuela por lo bajini José Fermín Pirón, de la Peña del Athletic.
"A siete kilómetros hay un polígono industrial que está vacío porque no le han dado las licencias porque se encontraron restos de una ciudad romana. En el polígono de Bayas, las empresas están a medio gas..., pero estos días nada importa porque todo el mundo se ha vuelto loco", dice Ángel Moreno, uno de los socios históricos del Mirandés.
Moreno confirma que nunca se había visto algo igual, por eso a él le parece correcto el precio de las entradas. "Lo hemos levantado a pelo los socios, sin patrocinios, así que no me importa que las entradas cuesten 70, 80 y 90 euros. Lo veo perfectamente porque para nosotros es como una final". Un campo de seis mil localidades que ahora se apresura a conseguir un aforo extra. "Han traído una grada supletoria desde Madrid y el mismo miércoles la desmontan. La ponen exclusivamente para eso, es la misma que llevan al Circuito de Jerez para el campeonato de motos, han tenido que hormigonar el suelo para asentarlo. Solo la volverán a montar si jugamos la fase de ascenso en junio", explica Gonzalo Herrero, que ayer se desplazó a Segovia para verles jugar, orgulloso de esos puntos que sacan a la Ponferradina.
Aunque la economía ande a trancas y barrancas, nadie pone en duda la necesidad de la grada, a pesar de que la estadística diga que la crisis ha eliminado el 15% de la actividad industrial de la ciudad. O a pesar de que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria sea un hecho y los carteles de venta que pueblan todos los edificios, una realidad. "Con el boom inmobiliario mucha gente se trasladó de Vitoria a vivir aquí, pero un piso de 70 metros cuesta 180.000 euros y ahora ya...", dice José Fermín Pirón que ha puesto en su casa las dos banderas, la del Athletic y la del Mirandés.
Javier Díez Arbaizar
"Con el Athletic tengo una hemorragia de placer"
Tanta extravagancia se da cita toda junta en la Peña del Athletic en la ciudad burgalesa, cuyos socios son también abonados del Mirandés y se debaten entre el equipo de su corazón y el de su alma. A última hora de la tarde y en esa búsqueda de lo desconocido, nos encontramos con su presidente Javier Díez Arbaizar y unos socios enfebrecidos, intentando conseguir entradas para acudir a San Mamés. "Somos alrededor de sesenta socios, y aproximadamente, el ochenta por ciento de la peña también somos socios del Mirandés», explica Javier Díez Arbaizar, quien lanza una frase definitiva para expresar su amor hacia los colores rojo y blanco. "Yo, cuando salta el Athletic al campo y suena el himno, tengo una hemorragia de placer", confiesa.
Solo expresa un reparo. "Cualquier domingo que el Athletic juega a las diez, de sesenta, vamos veinte. Ahora, sin embargo, también juega a las diez y tengo 200 peticiones. Si se enfrenta a un Real Madrid o un Barcelona, la gente se desvive por ir, pero si se enfrenta a un Getafe, con todos mis respetos, el personal pasa", se lamenta.
Definitivamente, un agujero negro se ha tragado a Miranda. Y una se queda mirando al cielo buscando la luz de un ovni, alguna señal caprichosa o lo que sea... pero solo caen chuzos de punta.
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