Un punto extraño
El Athletic empata en un duelo trabado en el reencuentro de Caparrós con su antiguo equipo Los rojiblancos, grises, neutralizan con un gol de Amorebieta y la actuación de Iraizoz las contras locales
Mallorca. Dos Ligas después se ausentó por prescripción facultativa Fernando Llorente, vértice y caudillo del equipo por su ascendente en el juego, en la noche en la que el Athletic visitó al Mallorca, en cuyo banquillo masca chicle Caparrós, su extécnico. El reencuentro, que servía de acomodo para un debate plebiscitario sobre los estilos contrapuestos de Bielsa y Caparrós, entre el Athletic que es y el Athletic que fue, debió remover el biorritmo de los rojiblancos, abotargados en el banderazo de salida e interrumpidos en su propuesta porque su fútbol necesitó catalejo. Y el de Bielsa es un equipo que prefiere el billar al lanzamiento de bolos al que le obligó Caparrós en su desafío táctico, que interpuso unos operarios provistos de alicates para cortar el flujo bilbaino.
El partido, encapsulado en la disputa de pizarras, se desarrolló a trompicones, capado y con fórceps, trabado en una melé eterna. El descuento resultó lo único divertido y apasionante. El lugar común donde Athletic y Mallorca se acercaron al triunfo y a la derrota sin que nada de ello ocurriera. Tan esposado estuvo el duelo durante 80 minutos, aliviado en el último golpe de riñón por las emociones, que hasta los goles resultaron extraños. El del Mallorca porque Álvaro no es un dinamitero, y el del Athletic porque Amorebieta, un central, remataba en posición de ariete, donde se esperaba a Llorente, un futbolista capital para el Athletic, que le extrañó y le añoró. Y si no le lloró fue porque Iraizoz sostuvo a los bilbainos cuando despuntó el Mallorca entre el dominio rojiblanco.
Sin ángel con la pelota y apolillado sin ella, el Athletic, desorientado, perdió pie en la primera zambullida. Caparrós, hombre de fútbol, detectó el enrarecido hábitat en el que despertó el partido y tocó la corneta. El Mallorca, descolorido el pelotón de Bielsa, sacó el punzón y acuchilló a los rojiblancos, confundidos. Cendrós avanzó por el costado derecho y metió un pase al corazón del área, donde Álvaro encontró premio ante el enredo de Javi Martínez y Amorebieta, que no acertaron con la combinación para alejar la pelota, e Iraizoz vendimió el gol mallorquinista.
A contracorriente El Mallorca, que fijó la defensa adelantada para encoger el campo y estirar al Athletic, atacaba a la espalda de los rojiblancos, a los que les costó pasar por la sastrería para hacerse un traje a medida. La línea de medios carecía de finura para maniobrar con eficacia. Huérfanos de la exactitud que requiere el molde de Bielsa, los bilbainos no encontraban caminos al arco de Aouate porque les sobrevino un crisis de ansiedad. Era el Athletic un grupo bullicioso, efectista, pero en el que nadie tomaba la palabra en medio del barullo.
Más sosegados, los rojiblancos mejoraron el enfoque por la intervención de Muniain y Herrera. Su sociedad habilitó la posesión de la pelota, más fluida cuando trazaron los volantes, a los que siempre acompañó el turbo de De Marcos, un futbolista con un recorrido excepcional. Aunque el Athletic elevó la cadencia, el Mallorca apenas tuvo noticias del ataque rojiblanco, encasquillado en el desenlace, salvo por un cabezazo de Toquero a la red penado con fuera de juego por Muñiz Fernández, que tomó la decisión correcta. Para entonces, los bilbainos raptaron el balón y no dieron posibilidades de negociar un rescate al Mallorca, plegado, esperando algún desajuste, tratando de aletear en alguna imprecisión del rival, que ganaba en fotogenia pero no lucía su mejor pose.
El continuado tacto de la pelota otorgó otra dimensión al equipo rojiblanco, que no se desprendió de su manual de estilo para sobreponerse al Mallorca, que de cuando en cuando enviaba a algún explorador para otear el horizonte, pero cuya principal ocupación era la de protegerse y puentear el fútbol combinativo del Athletic, a cada fotograma mejor enroscado en el Iberostar Estadio, pero insuficiente todavía. Sucedía que no lograba enlazar con la cumbre, que se alejaba entre cierta propensión por la ornamentación y falta de entendimiento.
El último pase era una quimera para los de Bielsa, enquistados en el balcón del área, sin un cortachapas que desacreditara la defensa del Mallorca, en stand by. Hasta que Amorebieta brotó en el área inopinadamente en el desagüe del primer acto, a una pulgada del descanso, con un cabezazo magnífico que derrocó a Aouate. El gol del Athletic había crecido entre los fogones del costado izquierdo, donde maridaron Aurtenetxe, Iturraspe y Herrera, que envió una rosca para el emboque del central, que había acudido desde la posición de extremo diestro a su cita con el gol, el segundo como rojiblanco.
Más ataque El metraje de la reanudación comenzó con el intervencionismo de Bielsa, que dio vuelo a Gabilondo y sacó del encuadre a Aurtenetxe. Poco después realizó el traspaso entre Iturraspe e Iñigo Pérez. El Athletic alteró la escenografía reforestando el centro del campo. En el proceso, desabasteció la defensa, que se quedó al cuidado de Amorebieta y Javi Martínez porque el Mallorca se aculó con disciplina prusiana en el perímetro de Aouate. Al monólogo del Athletic, interrumpido por la lija de los mallorquinistas, le quedaba, empero, lejos la figura del meta, al que apenas interpelaron.
Forzado a jugar en largo el Athletic, el equipo de Caparrós se aproximó al éxtasis con Pereira y Hemed, dos solistas que exigieron la inspiración de Iraizoz, sobresaliente ante el veneno de ambos disparos. De repente, el partido, hasta entonces abrupto, feo y ovillado, entró en trance y mudó la piel para convertirse en una montaña rusa repleta de convulsiones. En ese cruce de caminos, tanto el Mallorca como el Athletic, ojipláticos ambos, saludaron el triunfo y la derrota en el mismo capítulo: Chico salvó sobre la línea el remate de Amorebieta y Ramis perdonó a Iraizoz antes de darse la mano por un empate, un punto extraño.
MALLORCA: Aouate; Cendrós, Chico, Ramis, Cáceres; Pereira, Tissone, Pina (Min. 54, Martí), Nsue (Min. 74, Aki); Álvaro (Min. 79, Hemed); Víctor Casadesús.
ATHLETIC: Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, Amorebieta, Aurtenetxe (Min. 46, Gabilondo); Susaeta, Iturraspe (Min. 55, Iñigo Pérez), Herrera, De Marcos, Muniain; Toquero.
Goles: 1-0: Min. 2, Álvaro Giménez. 1-1: Min. 47; Amorebieta.
Árbitro: Muñiz Fernández (Comité asturiano). Amonestó a Pina (Min. 28) por mano; Amorebieta (Min. 40) por entrada a Álvaro; Tissone (Min. 45) por falta a Muniain; Iturraspe (Min. 50) por derribar a Pina; Ramis (Min. 56) por empujón a Toquero; Martí (Min. 67) por falta a Muniain; Cáceres (Min. 70) por falta a Susaeta; Íñigo (Min. 71) por derribar a Álvaro; Chico (Min. 79); Hemed (Min. 83) por codazo a Amorebieta; Toquero (Min. 86) por derribar a Chico; Raúl (Min.92), por protestar.
Incidencias: 12.863 espectadores.