¿Qué le pareció el partido del Sánchez Pizjuán?

Lo que vi me encantó. Es desde que ha venido Bielsa. Había que darle un margen y ahora da gusto verle al equipo cuando vas a San Mamés o por televisión. Es ilusionante para el aficionado ver cómo ha evolucionado el equipo, porque estamos hablando de la misma gente que ha habido estos cuatro años anteriores, con la única novedad es Herrera. A mí lo que había antes no me iba nada. Les ha costado un poquito y a veces hay algo de mala suerte y falta el gol, pero los jugadores van cogiendo confianza y empiezan a hacer cosas, así que el aficionado empieza a decir "¿qué es esto?".

También su Athletic hacía un buen fútbol.

En aquella época éramos un bloque de 16 o 17 jugadores que solía repetirse en las convocatorias y era igual quién saliese: si no estaba Irureta o Villar, salía Oñaederra, o Iñaki Garai, estaba Rojo II... Con los cambios no se notaban las diferencias, estaba todo bien coordinado. El año que llegamos a las dos finales, con el Betis y la Juventus, nos salió todo, menos ganarlas, perdimos las dos… Bueno, y en la Liga hicimos terceros.

Si tiene que elegir una temporada, será esa, la de 1976-77.

Recuerdos tengo de todas. Ese año no fue tan agradable porque tuvimos el caramelo en la boca y nada. Arrasábamos. En la final, en San Mamés, le teníamos cogida a la Juventus, pero al árbitro ya le tocaba retirarse y, ya sabes, solo veía lo que pasaba fuera de las áreas. Además, Zoff lo paraba todo. Fue muy bonito, pero nos faltó rematar. Si nos hubiéramos aplicado más en la Liga, igual… pero fueron muchos partidos: UEFA, Copa, todo a la vez. Nos salía todo.

Algo se notaría la mano del entrenador si el bloque funcionaba.

Koldo Agirre era el que hacía y deshacía. Fue una pena que jugando como jugamos al fútbol no hubiese ningún título porque merecer sí que lo merecimos.

El equipo se fue forjando tras un relevo generacional, como todos por otra parte. Cuando usted llega hay grandes jugadores que luego van siendo relevados.

Sí, fueron desapareciendo algunos. Fidel (Uriarte), al Málaga, y Antón (Arieta), al Hércules. Yo fui uno de los primeros fichajes, un año después vino Pedro Zabalza y luego Irureta, Txurruka,… la gente de más edad se iba supliendo también con otros que venían del filial o del Barakaldo. Subieron Alexanko, Goikoetxea, Dani... Sí, poco a poco se iba haciendo el relevo, reponiendo jugadores y llega un momento en que hay un grupo que ya coincide un par de temporadas. Así es como se va haciendo un equipo.

Dice que fue uno de los primeros, pero consta como que fue el primero que entró en lo que se denominó 'operación Retorno'.

Creo que el primero fui yo, pero es un tema que da para la típica discusión que sale en esas comidas que solemos hacer. Estos días precisamente tenemos una, aquí en Durango además. Son comidas que suele montar El Txopo. A veces se hacen en una sociedad que tiene que ver con Iñaki Sáez. Nos juntamos muchos y haces unas risas, recuerdas viejos tiempos.

Usted empezó a lo grande en el Athletic: llegar y título de Copa.

Ese año también llegó (Miroslav) Pavic de entrenador y quedamos campeones. Empezamos bien.

Le fueron a buscar al Granada, ¿tanto había llamado la atención?

No tengo ni idea, pero estaban emperrados en ficharme. Ese año del Granada se fueron al Barcelona De la Cruz y Barrios y en ese lío andaba también yo. El presidente, Candi, que jugó de portero por aquí, tenía relación con Venancio, que entonces estaba en la junta del Athletic. Yo no sé cómo se hizo aquello.

No tenían representantes que les mantuviesen informados.

¿Representante? Nada, si es que no te enterabas de nada. Lo único que sé es que terminó la temporada y el único que se quedó allí fui yo. Joseíto, el entrenador, me decía que había un equipo interesado y que andaban en trámites. Al de una semana me dijeron algo y fui desde Granada con el presi, Candi, y el secretario a Madrid, al Palace, donde estaban el gerente Zarza y Lamana por parte del Athletic. Así. El acuerdo lo hicieron entre ellos y a mí me comentaron que estaba hecho y que en Bilbao me daban más dinero que el que ganaba hasta entonces. Arreglado.

Vamos, que el futbolista era el último en enterarse.

Las cosas se hacían de esa manera. Habría alguno que sí intervendría, pero yo para nada. Lo que los clubes hacían era lo que valía y no había más que hablar.

No se sabía ni lo que pagaban por uno, para aquilatar un poco la ficha al menos.

No es como ahora que el jugador se lleva un porcentaje de lo que se paga en concepto de traspaso, qué va. Por mí decían que el Athletic pagó entre ocho y diez millones, un dineral entonces, pero yo no tenía ni idea. Hace poco nos juntamos en Granada la gente que coincidimos en 1970 y 1971; apareció Candi y salió a colación este tema. Le recordé que ellos no me querían vender y me lo confirmó, pero que como el Athletic pagó once millones, pues no les quedó más remedio. Era un pastón.

Vayamos al principio de su historia. Empezó en el pueblo, en Andoain.

En el Euskalduna. Jugábamos bastante bonitamente. Conmigo estaba Corcuera, que era de allí, vecino, y le fichó la Real. Entonces la Real quería jugadores muy fuertes, solían hacer las famosas regadas con la manguera y a mí aquello no me convencía. También andaba detrás de mí, pero yo pesaba 58 kilos y veía que no iba a encajar. Me dio la ventolera y me fui al Logroñés. Yo en esa época era rapidísimo, volaba en el barro, pero es que ni pesaba.

A Logroño, a la aventura.

Allí hice la mili de voluntario y coincidí con muchos. Cuando hicimos el campamento en Gamarra estaban Txetxu Rojo, Betzuen, Aranbarri, Corcuera… El Alavés estaba en Segunda y el Logroñés en Tercera y montaron un equipo en el campamento para jugar un amistoso en Mendizorrotza. Luego fui para Logroño y el cuartel era durillo, pero me fichó el Valladolid y me tuvieron que cambiar de región militar.

Subía un peldaño, a un club de Segunda.

Aquello fue como en las películas de Plinio: coger el petate y al tren, que iba lleno de inmigrantes, hasta Valladolid. Llegué a las 3.00 de la madrugada y allí no apareció nadie. Metí el petate en la consigna y estuve con el jefe de estación hasta las 8.00 de la mañana. Atxaerandio, el portero del Logroñés, me había dicho que fuese al restaurante Lucense, cerca del campo de Zorrilla. Allí me dieron cama. El equipo estaba fuera, haciendo la pretemporada. Yo tenía que presentarme en el cuartel porque igual me estaban buscando por desertor. Conocí a Toño de la Cruz y estuvimos cuatro años juntos, en el Valladolid y en el Granada.

Está claro que organización, poca. Había que buscarse la vida.

Pues fíjate, el entrenador era Barrios, un veterano ya, y le tuvo que llamar al capitán Marañón, para preguntarle a ver quiénes eran los dos que estaban corriendo con el grupo. Éramos De la Cruz y yo, era nuestro primer entrenamiento y nadie nos había presentado. Luego estuvimos dos años de maravilla, en uno hasta para subir a Primera, pero subió el Sporting. En el partido decisivo, el difunto Castro lo paró todo y Quini, su hermano, apareció para hacer el gol. Lo peor fue que no fuimos capaces de sacar un punto en las siete últimas jornadas y como teníamos peor gol-average que el Elche bajamos a Tercera. Fue de no creer, con dos puntos, con uno más, nos salvábamos y nada, cero puntos.

Nuevo cambio de aires.

Hubo una desbandada, gente que salió para el Deportivo, el Celta y yo, con De la Cruz, al Granada. El Valladolid quería tener liquidez y aunque tuve otra opciones… El club no me dejó ir a sitios con los que tenía deudas porque no veía un duro.

Otro salto, ya está en Primera.

Desde que estuve en el Logroñés sabía que había clubes que estaban pendientes y eso que entonces no podía ni andar. Tenía 19 años y solo aguantaba media hora por un tema de adductores. Tuve que parar y me fui al médico por mi cuenta, donde el doctor Etxebarren. Me metía unos pinchazos con un pedazo de jeringa. Hacía como si me estuviera cosiendo la ingle con cuatro o cinco pinchazos. Hacía reposo y me recuperaba, pero mal. En el Granada, muy bien. Una temporada, sextos, acabamos invictos en casa y vine para acá.

Con aquellos pelos.

Tenía unas melenas de miedo. Luego estando aquí me hice rizos. En la presentación en San Mamés algunos se descojonaban, pero no me dijo nadie nada. Me acuerdo que a Félix Oraá, el presidente, se le quejó un hijo porque a él no le dejaba ir con pelo largo y a mí en cambio no me puso ninguna pega. "A ése cómo le dejas", le debió decir. No hacía mal a nadie con el pelo largo.

Lo dicho, llegar y besar el santo: la Copa y un montón de goles.

Me parece que entre Txetxu y yo metimos ese año veinte goles. Nada más llegar fuimos al Carranza y le ganamos al Bayern Múnich. Y luego la final en el Manzanares contra el Castellón, con goles de Antón y Zubiaga. En aquel equipo había artistas y gente veterana, una cuadrilla muy maja. El Txopo y algún otro eran lo que mandaban; los demás, a hacer lo que ellos decían.

Luego, con Rafa Iriondo, se convierte de extremo en lateral. ¿Qué pasó?

Siempre había jugado de delantero o de extremo. En el Athletic empecé igual, aunque recién llegado me vi metido en una polémica a cuenta de si tenía que jugar Josu Ortuondo o yo. No era cosa mía, sino del entrenador. Luego Josu se fue al Logroñés y empezó el tema con Dani y yo, en todos los jaleos sin tener ninguna culpa.

Entonces fue la llegada de Dani lo que le llevó a la defensa.

El míster contaba conmigo. Fuimos a Granada, metí gol, con arbitraje de Lamo Castillo. Nos habían advertido que no le hablásemos, pero me dirigí a él para avisarle que queríamos hacer un cambio. Va el tío y me saca la amarilla y entonces le dije que solo le estaba diciendo lo del cambio y que se fuese a la mierda. Me echó y me cayeron cuatro partidos de sanción. Ahí es donde empecé a perder definitivamente el puesto arriba. Dani andaba bien, metía goles y… Todavía jugué de extremo bastantes partidos. Fue a raíz de una eliminatoria de Copa con la Real cuando ya pasé definitivamente a ser lateral. En la ida, en Atocha, nos metieron 3-1 y en la vuelta Iriondo me preguntó si jugaría de lateral. Le cubrí a Boronat y me salió muy bien. Empatamos la eliminatoria y pasamos a penaltis.

Un lateral de ataque que no duró demasiado en el Athletic.

Lo mío era ir siempre adelante. Había gente que te hacía bien las coberturas porque, claro, ibas hasta arriba y luego había que bajar y todo no se puede. Había quien decía que no defendía tan bien, pero tampoco era tan malo, cumplía. Lo que pasa es que me salía subir al ataque. Jugué muchos partidos, hasta que vino Fernando Tirapu y ya no entraba tanto. Tenía un año más de contrato y aparecí en una lista de transferibles en la prensa. El míster me dijo que él no tenía nada que ver, pero aunque jugase bien al partido siguiente ni me convocaba. Entraba por una lesión de otro, jugaba y otra vez desaparecido en combate.

Otro cambio de aires.

Vino el Zaragoza con la temporada empezada, estaba Boskov. Llegué a un acuerdo, volví aquí y luego fui directo a Gijón. Sin entrenar con ellos ni un día debuté y tuve que cubrir a Enzo Ferrero nada menos. El primer año fue muy bien y el segundo hubo cambio de técnico, se quedó Vilanova y casi al final de la Liga la tomó con los más veteranos. Antic y yo éramos de los que padecimos aquello, empezó a apostar por gente de la cantera y la verdad es que me cansé. Tuve alguna oferta, pero tenía tres hijas y me vine para Durango.

Tantas vueltas, pero le seguía gustando el fútbol.

Estuve un año sin hacer nada y me vinieron de la Cultu pensando que les iba a pedir no sé qué. No, les dije que me pagaran lo mismo que al que más cobraba, no quería más. Ese año subimos a Tercera, teníamos un equipo majo, yo ya jugaba en el centro del campo. Todavía estuve un año más en el Abadiño, de entrenador-jugador, bien, subiendo chavales. En esa etapa me llamó la atención el ambiente tenso, oías cada cosa, unas broncas y era lo que era, pero parecía la Champions. Nada, a descansar. Podía haber seguido, pero aburre que la gente se meta con uno, que si estaba robando; sí, claro, en Regional voy a robar, que si… Me gustaba jugar, pero así tampoco disfrutas, con un tío todo el partido encima de ti.

De chaval, cuando salió de Andoain no tendría tan claro que iba a ser profesional del fútbol.

Entonces, cuando fui a Logroño, trabajaba en una empresa de armas del pueblo y la madre me dijo que pidiese una excedencia de un año por si acaso. No lo hice, si me iba era para no volver, para tirar hacia adelante y entre una cosa y otra me arreglaría. Pensaba que si me llamaban de equipos era por algo y me fui.

¿Verá a su Granada en directo?

Sí, seguro. Normalmente siempre voy a San Mamés. Ahora encima sales a gusto, hasta el bocadillo sabe mejor. La gente ya está entrando, con partidos como el del Barcelona es normal, pero a mí ya me gustaba cómo jugaba. Tampoco vamos a echar las campanas al vuelo, puede haber lesiones, pero la idea de este señor va bien. Lo que no me gustó fue el apartado que hizo en verano, cómo lo hizo. No vi correcto cómo apartó a un grupo de jugadores, aunque luego se ha disculpado.