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"No me gusta este ambiente postelectoral tan tenso"

Debutó en el Athletic en la temporada 1988-89 donde estuvo hasta junio de 1996. Jugó dos años en el Celta, conoció un Villarreal que era un esbozo del actual antes de jugar en Amurrio, Pájara, Sabadell, Castillo, Indautxu, Leioa y, por fin, Ortuella, donde se despidió del fútbol a los 40 años

"No me gusta este ambiente postelectoral tan tenso"José Mari MArtínez

BILBAO. Este trotamundos vive ahora pendiente de su familia, de su hija, y sigue de cerca la marcha del Athletic, donde ingresó con 10 años. Desde la atalaya de su dilatadísima trayectoria futbolística, Andoni Lakabeg (Bilbao, 14-II-69) analiza la evolución de este deporte y de sus protagonistas. Se detiene asimismo en el presente rojiblanco y es rotundo en sus apreciaciones.

Resulta extraño no ver su nombre en la plantilla de algún equipo.

Hubiera aguantado otro añito más en su momento, pero desde el punto de vista físico y, sobre todo, familiar había llegado el momento de tener los fines de semana más tranquilos.

Con 40 años quería seguir jugando fútbol de competición.

Cuando llegas a ciertas edades cuesta entrenar, te duelen las rodillas, el pubis, lo que sea, pero a mí con 40 no me dolía nada y me encanta entrenar.

Lo suyo es afición de verdad.

Me gusta hacer deporte y todavía voy con los veteranos del Athletic, además pasó por el gimnasio, hago golf,... La cuestión era no dejarlo una vez acabada la etapa profesional. Hacer ejercicio me da muchas satisfacciones, pero ya había nacido mi hija y era hora de parar. En algún momento se tenía que acabar y después de los últimos años en la Regional vizcaina, era lo mejor para todos. Pero lo echo de menos, conocía a todo el mundo en esa categoría y ese ambiente te queda. Mantenemos contacto, quedamos de vez en cuando... Tengo muy buen recuerdo.

¿Encaja bien a esos niveles alguien que ha sido futbolista de élite en Primera División?

Podía haber sido algo complicado, podía tener dudas de cómo me recibirían, de cómo jugaría con gente que podía ser mis hijos por edad, pero tenía confianza en que todo iría bien porque soy una persona normal. Lo único que quería era seguir entrenando y divirtiéndome, y no he tenido problemas con nadie, ni con jugadores ni con entrenadores ni con árbitros. Quizás alguien pensaría "a dónde viene este tío", pero no, me ha ido bien.

No hay duda de que le gusta el fútbol.

Y me sigue gustando. Hace poco me llamaron desde Amurrio para participar en el partido de despedida de Jon Méndez y allí fui, con mis 42 años. Hice lo que pude, no me quedé estático, cuando juego me gusta correr, me gusta competir con mis limitaciones y volver a casa contento porque he dado lo que tenía.

Está muy satisfecho de su etapa en el fútbol modesto, pero ¿qué reflexión hace cuando mira más lejos, a su carrera en la élite, en Primera o en Segunda?

Te das cuenta de los cambios que ha habido desde que debuté en 1988 con el Athletic. De cómo ha evolucionado, se ha convertido en un espectáculo que llega a mucha más gente por el boom que ha tenido en los medios. Pienso también en cómo han cambiado los jugadores. Ahora todos son atletas, tienen unas condiciones que nosotros no teníamos. Cuando yo estuve era todo mucho más arcaico, dentro de lo avanzado que era ya todo en el Athletic, donde todo estaba muy profesionalizado. Ahora todos los métodos de entrenamiento, la preparación específica, los cuidados médicos, la alimentación, todo ha evolucionado mucho. Veo fútbol y me digo que lo hacen todo facilísimo, la velocidad en los desmarques... Es imposible comparar, ahora son más técnicos, más potentes, se juega a otro ritmo.

¿Le gusta más el fútbol de ahora?

Pues no sé si es más vistoso que antes porque las limitaciones que teníamos provocaban más errores, había más goles y quizás por ello más emoción. Sí que me hubiera gustado disfrutar de las ventajas que hoy existen para la puesta a punto, de todas esas cosas que sé que se hacen en Lezama, por ejemplo.

Y al margen del juego, qué opina de cuanto rodea hoy al futbolista de Primera.

Yo soy de Bilbao, me he criado aquí, he crecido y he jugado aquí y me gusta la ciudad, salir a la calle y vivir su ambiente. Nunca me hubiese ido al extrarradio a vivir, pero es que yo nunca me sentí agobiado y ahora parece que los jugadores se pueden sentir un tanto presionados. Ser famoso, entre comillas, era importante en mi época, pero ahora el jugador tiene que estar más pendiente de lo que hace y de lo que dice, ser muy cuidadoso. Nosotros éramos muy confiados con la gente porque no había ese riesgo que existe ahora de que todo trascienda. El fútbol en ese sentido se ha convertido en una bola muy grande.

No le agrada ese seguimiento que los medios hacen de los profesionales del fútbol.

Es que a veces me da la sensación de que los jugadores están demasiado preocupados de si dan una entrevista, de si dicen esto o lo otro, de si van a algún sitio y les ven. De todo, de donde no hay nada, se puede hacer un mundo o montar una polémica. El rumor ha adquirido una importancia enorme y eso me parece muy negativo.

¿Es para tanto?

Me gustaría verles en esa situación a los periodistas o la gente que fomenta bulos y rumores en los medios. De acuerdo en que somos unos privilegiados por jugar al fútbol, pero eso no debería ser una losa y que cualquiera pueda invadir tu intimidad o meterse en tu vida, y parece que hay gente dispuesta a alimentar el bulo, las insinuaciones, el rumor. Pasa un poco como con los programas del corazón y no soporto que nadie se meta en la vida ajena.

¿Percibe lo que dice aquí en el entorno del Athletic?

Ya está en todos lados. Por ejemplo, me da rabia que porque haya habido unas elecciones y hayas apostado por una opción, se interprete que estás en contra de la otra y de quienes iban con la otra plancha. Puedo ser amigo de Larrazabal y de Alkorta, ¿por qué no? Entiendo que durante la campaña pueda haber cierta pelea, pero ya han pasado tres meses de las elecciones. Me cuesta creer que haya gente del Athletic que diga que quiere que le vaya mal a Bielsa, no me gusta nada este ambiente postelectoral tan tenso. Que si le pones a caldo a Caparrós es porque vas con Urrutia, o al revés. Ya digo, tengo amigos en los dos lados. ¿Qué pasa?, ¿que si soy amigo de uno no puedo serlo del otro? Quizá es que todo está todavía muy reciente, pero como el equipo no ha empezado bien se empieza a añorar lo anterior, cuando lo que se debe hacer ahora es arrimar el hombro, no tiene sentido estar acordándose de quien ya no está. Además, si fuera que tenemos un equipo que genera dudas, que no tiene nivel, pero es que no es así. Tengo confianza ciega en los jugadores que tenemos.

Los resultados lo condicionan todo.

Estoy seguro que si el día del Betis, en vez de esos silencios, esos murmullos y silbidos, hubiese habido una actitud más positiva, el equipo lo habría agradecido en su rendimiento. Igual no hubiese servido para ganar el partido, pero así ha sido siempre San Mamés. Una cosa es silbar al final, pero hacerlo durante el partido… Ese ambiente malo se transmite rápidamente al que está en el campo. A los jugadores les está faltando acierto, sí, pero las elecciones ya pasaron y es hora de enderezar la temporada, que estoy convencido de que se va a hacer con el equipo que hay.

¿Cuál es su opinión sobre lo que pretende hacer Marcelo Bielsa con este Athletic?

Es un entrenador que se equivocará o no, pero que está trabajando un montón. Es el primer interesado en acertar y además no se le han caído los anillos para decir que ha tenido equivocaciones. Si fuese que ves que no se involucra, que no trabaja, pero a mí no me da esa sensación. Desde luego yo le voy a dar un margen de confianza amplio porque creo que lo va a conseguir. Se lo merecen él y los jugadores, pero sobre todo el Athletic. Lo que está detrás de todo es el Athletic; las personas pasamos, cada uno somos sólo una parte pequeña de este club.

¿Qué es para usted el Athletic?

El Athletic son por ejemplo los sentimientos que veías cuando viajabas por ahí a jugar, la gente que te venía, que se movía para ver al equipo. Te das cuenta de la intensidad con las que vive el Athletic la gente que es de Cádiz, Murcia o Madrid. Aquí es relativamente fácil ser del Athletic, pero por ahí hay gente que es del Athletic a muerte, en Sevilla, en Cuenca, en cualquier sitio. O el Athletic es lo que se vive en una final de Copa. La última, la de Valencia, duró desde la semifinal contra el Sevilla en San Mamés hasta que nos pusimos perdiendo 2-1 con el Barcelona. Eso sólo pasa aquí, la gente de fuera no lo entiende. Para mí esa forma de vivir las cosas es tan importante como ganar títulos. Una final, el partido de Newcastle, jugar la Champions, lo de Lieja... Todo eso a mí me vale, me llena como aficionado del Athletic. Hay cosas que trascienden al propio fútbol y no las encuentras en otros equipos.

¿Cómo vive su salida del Athletic quien ha pertenecido al club desde muy crío?

Yo entré con 10 años en la Escuela de Lezama y pasé por todas las categorías. Mi salida fue en el año de Stepanovic. En verano estuve lesionado y empecé a entrar en diciembre. Entonces vino el Celta con una oferta al club y otra a mí. Llegamos a un acuerdo y me fui con la sensación de que era lo mejor para todos. Te da rabia, pero no merecía la pena darle más vueltas. Tenía otro año y medio de contrato todavía, podía haberme quedado, ya se veía que Stepi mucho no iba a durar y los años anteriores había jugado una media de 20 o 25 partidos, pero bueno.

Se abona a la teoría de que hay fútbol más allá del Athletic.

Hombre, yo fui a un sitio muy majo. Vigo es una ciudad bonita para vivir y allí tuve la gran ayuda de Patxi Salinas, que me arropó desde el primer día. El cambio no fue tan fuerte, pero sí eché en falta la forma de trabajar en Lezama. El Athletic es muy grande y yo no recuerdo a nadie que haya hablado mal del club una vez fuera. Yo había pasado más tiempo en Lezama que en mi casa. Llevaba desde el principio con Mendiguren, Alkorta, Garitano, Urrutia,…

Después de Vigo no paró de dar vueltas.

Sí, he vivido de todo. Cuando estaba a gusto en el Amurrio me vino una oferta desde Fuerteventura, del Pájara, que era quinto por la cola y fue tremendo: campo de hierba artificial, un viento, no ganábamos a nadie, en descenso a falta de siete jornadas y de repente ganamos los seis siguientes y nos sobró una jornada. En Canarias también estuve en el Castillo, me llevó Jose Mari Mañarikua, y me sorprendió el despliegue de medios y el nivel en todos los sentidos de la Tercera de allí.

Ya había pasado también por el Villarreal y el Sabadell, cuando decide volver a casa, al Indautxu en concreto.

Tenía clarísimo que quería seguir jugando. En el Indautxu fueron tres años muy buenos. La verdad es que no sé cuánta gente habrá que haya conocido todas las categorías como yo.

¿Siempre como lateral derecho?

No, he jugado de todo, en la izquierda, de libre, con el tiempo más centrado, de interior, de pivote; de organizador, no, porque yo de organizar poco. He tratado de aportar y me ha amoldado al puesto que me daban. Tenía una experiencia que otros no tenían y a mí me faltaba cosas que otros tenían. No me he sentido mal jugando en campos de todo tipo, nunca me he quejado de nada, he sido uno más, una pieza más en un engranaje.

Como jugador siempre; de entrenador no se ve.

No me veo en el papel. Haber jugado en Primera y tener unos conocimientos no significa que valgas para eso. Hay que comunicar bien, ser psicólogo, tener paciencia,... Ya me dijeron que me sacara el carnet por si acaso, pero no lo hice. Otra cosa sería estar de ayudante o asistente de alguien que tome las decisiones.

Escuchándole, su balance en el mundo del fútbol sale muy positivo.

Sólo tengo una espina: no haber podido jugar en San Mamés como visitante. Ni cuando estaba en el Celta pude hacerlo. Yo lo negativo lo olvido rápido. Vivir de recuerdos negativos tiene que ser un infierno y yo tengo muchísimos buenos. Mira, cuando tenía 15 años me diagnosticaron tuberculosis. No podía entrenar, me ahogaba y me internaron en Santa Marina. Estuve prácticamente un año sin jugar. Me dijeron que tenía que dejar el fútbol, pero yo iba por Lezama, en casa no podía estar. Mientras los demás se entrenaban, yo paseaba, con Manolo Delgado por ejemplo. Todos en el club se portaron de maravilla. Txetxu Rojo estuvo genial. Luego empecé poco a poco y me recuperé bien. Aquello me debió hacer inmune a todo, me endureció y cuando vuelves te dices que de allí no te saca nadie. Yo podía hacerlo mejor o peor, pero seguí dentro cuando perfectamente me pude quedar fuera para siempre.

No hemos hablado nada del Villareal, el próximo rival del Athletic.

El Villarreal que conocí era muy distinto al actual. Cuando fui éramos novenos y se estaba empezando a montar un equipo, pero el ascenso no era el objetivo. Entrenábamos en campos de arcilla y ahora tienen una ciudad deportiva impresionante. Pero ese club tenía ya dos ventajas: Roig y Llaneza, que sabían lo que hacían y por eso el Villarreal es ahora uno de los grandes. Ese año subió a Primera, con Irulegi de entrenador. Me hizo ilusión, pero no me renovaron el contrato. Fueron unos meses muy buenos. Al año siguiente, descendió, pero nadie se volvió loco, eso no mediatizó la evolución del club, al contrario sirvió de aprendizaje porque ya digo que ellos pensaban en llegar a Primera más tarde. El Villarreal de ahora es uno de los grandes, se ha asentado arriba.

¿Verá el partido en el campo?

Sí, iré. Este es uno de esos partidos donde hay que demostrar que en los momentos difíciles estamos ahí. Conviene ganar, pero la paciencia es esencial y jugando bien a la larga los resultados seguro que llegan. Me gusta el equipo que tenemos, hay gente contrastada, otros a los que les falta un pelín para explotar, Lezama está produciendo, es una plantilla joven y hay que estar con ella.