Milan!", alertaba voz en grito el venerable Franco Baresi, el último pestillo del sistema defensivo más eficiente que jamás vio el fútbol. Cada vez que retumbaba la garganta de Baresi, la línea de zagueros del Milan -sincronizada la coreografía al paroxismo por la mecanización de los automatismos de la pizarra de Arrigo Sacchi- daba un paso al frente perfectamente ordenada, y los delanteros, pinzados por el cepo táctico que gobernó el fútbol a finales de los ochenta, se desplomaban, desvalidos, descubiertos, en el fuera de juego. "Nosotros no tenemos una palabra para tirar la línea. Utilizamos expresiones como ¡fuera!, ¡para !, ¡sal! O simplemente uno grita y automáticamente se da un paso al frente. Es una cosa un poco intuitiva", dice Mikel San José, que desde hace diez jornadas comparte diccionario de central con Borja Ekiza, el más novedoso producto de la factoría de Lezama, en el eje de la zaga rojiblanca.

En La Rosaleda, donde Ekiza inició su aventura en el primer equipo frente al Málaga -descatalogados el resto de centrales por diversos motivos-, San José se topó con un defensa "muy tranquilo" para tratarse de un recién llegado. "Su debut nos pilló un poco desprevenidos a todos, pero no tardó en adaptarse ni en el vestuario ni en el campo", expone Mikel sobre Borja, un zaguero "que transmite seguridad". Antes de hincar los tacos de aluminio, los crampones de los defensas, en el césped, antes incluso del claqué del túnel de vestuarios, Mikel y Borja hablaron mucho sobre la tarea que tenían por delante. "Borja es muy comunicativo, charlamos sobre distintas cuestiones. Básicamente, le comenté que el trabajo que tenía que hacer venía a ser el mismo que el que se hace en Segunda B, pero que los jugadores a lo que tendría que enfrentarse son mejores, tienen más recursos, más velocidad y más calidad".

Ekiza, sobrio en el despliegue de su puesta en escena -"no se complica la vida", enfatiza San José- respondió al reto con entereza y eficacia, suficiente para convencer a Joaquín Caparrós, que grapó el destino de ambos como responsables de la bisagra de la trinchera a dos veinteañeros (Mikel tiene 21 años y Ekiza, 23). "Jugar de central es una gran responsabilidad porque cualquier fallo puede acabar en gol", subraya San José. Convertido en su cicerone, Mikel y Ekiza se aplicaron en el empaste que requiere la posición, formar una unidad con la mezcla de dos elementos hasta lograr el máximo equilibrio posible. "Borja se parece más a Fernando (Amorebieta) por su forma de jugar que a Usta o Aitor (Ocio)", estipula San José, cuya semblanza se asemeja más a la de Ustaritz. "Yo soy un central más de anticipación y de manejo de balón que otra cosa. Lo que se trata de todas maneras es intentar la mejor compenetración posible. Con Borja, que es rápido, agresivo y va bien de cabeza me entiendo bien. De todos modos, el nivel de todos es alto".

No pierde detalle

Ekiza, desglosa San José, "no es de los que pregunta mucho, pero sí de los que está muy atento a todo. Borja estudia mucho a los rivales. No pierde detalle". Además del trabajo de campo, Mikel y Borja analizan el filo de los delanteros que se encontrarán en el extrarradio del área con el visionado de vídeos, el cine de los jugadores, y bajo las órdenes tácticas del técnico. "Leo la prensa cuando suele hablar del rival que nos toca, sobre lo que dice de nosotros no tanto... je,je. También vemos los recortes (fragmentos de imágenes en las que se estudian los movimientos de los delanteros y que suele editar Luci Martín, segundo de Caparrós) de vídeos y además comentamos cómo podemos defenderles".

La rápida aclimatación de Borja responde, según San José, a su carácter. "Aunque no es sencillo aparecer en el equipo de repente él lo ha sabido llevar muy bien. Borja es muy maduro, y parece mucho más veterano de lo que es realmente porque salió muy joven de casa para vivir en la residencia de Derio". Allí, Borja, que era el más veterano, era "el capo", desliza San José que acentúa que una de las mayores virtudes de su compañero en el núcleo de la defensa "es la capacidad que tiene de estar en el lugar correcto". "Siempre está donde tiene que estar", realza Mikel San José, que ya conocía su estatus de central antes de que irrumpiese con fuerza en la primera plantilla.

Desde La Txantrea

Coincidieron ambos en el infantil de La Txantrea, el club iruindarra desde el que Mikel San José y Borja Ekiza, como tantos otros, se propulsaron a las categorías inferiores del Athletic. "Él es un año más mayor que yo y cuando me subieron del Juvenil Nacional al Juvenil de Honor, donde estaba él, jugamos juntos". Ekiza era el faro de la defensa y San José, más joven, el chico que atendía a la jerarquía de Borja. "Yo soy más joven que él, así que me tocaba obedecer", bromea Mikel sobre la experiencia que les situó haciendo guardia en la misma garita. Su mili particular, su biografía compartida, se descosió cuando el Liverpool alistó a Mikel San José a la tropa de Anfield. "Yo me marché al Liverpool y él se quedó. Vete a saber que hubiera pasado si los dos nos habríamos quedado en el Athletic, igual no subimos ninguno de los dos o tienen que elegir entre los dos".

Años después, tras varios giros del calendario, la teoría del caos, esa que dice que el aleteo de una mariposa en un extremo de mundo puede generar un terremoto en el vértice opuesto, San José y Ekiza trenzaron su destino en Málaga. "Es muy curioso cómo se dieron las circunstancias para volver a formar juntos, a coincidir. A veces me da por pensarlo", reflexiona San José, que también encuentra similitudes en la forma en la que ambos accedieron a la titularidad. "Yo entré en un momento en el que Aitor estaba lesionado del hombro y Usta se lesionó en el calentamiento en Viena. Con Borja ha pasado algo parecido. En eso también nos parecemos. Lo importante de todas formas es aprovechar la oportunidad cuando se te presenta", estima San José, cuyo ensamblaje con Borja, lubricado por la confianza, resultó sencillo. "Quieras o no el hecho de conocerte de antes, tanto en el campo como fuera de él, ayuda mucho en estas cosas. Todo resulta más fácil, más fluido".

Su andadura en común -San José se perdió el duelo que enfrentó al Athletic en el Camp Nou- en el eje de la defensa se ha afianzado diez partidos después de aquella tarde en LA Rosaleda. En ese tiempo en la motaña rusa -el Athletic ha enlazado cuatro triunfos consecutivos y otras tantas derrotas-, Mikel, que ahora es el que aconseja a Ekiza, ha detectado una sensible mejoría en Borja, más asentado, alimentada la autoestima por la defensa de la confianza. "A medida que ha ido ganando confianza, a Borja se le ve cada vez más seguro y se atreve a hacer más cosas en el campo. Eso lo dan los partidos. Se le nota más confiado, cree más en sus posibilidades y hace cosas que no hacía al principio, pero no porque entonces no fuera capaz de hacerlas sino porque con la confianza ha dado un paso al frente". Como hacía Baresi cuando gritaba Milan. "Ya solo nos falta encontrar una palabra para tirar el fuera de juego, je,je. Igual tenemos que gritar Athletic ", ironiza Mikel San José.