Bilbao

De repente se hace la luz de la memoria y surgen las historias a borbotones, como si todo lo vivido en y por el Athletic aguardase en el desván de los recuerdos el momento idóneo para desempolvarse. Lo mismo surgen de los viejos baúles repletos de papeles que el Athletic analiza desde hace unos meses -han aparecido, incluso, viejas películas que recrean imágenes grabadas de la fundación de Lezama o actas de sanción disciplinaria de 25 y 50 pesetas a futbolistas de los años sesenta y setenta, "una cuadrilla de excelentes jugadores con un buen puñado de golfos en sus filas", tal y como aseguró una voz en secreto...-, que arranca la memoria de José Luis Eguidazu. "Recuerdo con claridad el palco de los sastres; un pequeño montículo que sobresalía por encima de la tribuna de la Misericordia. Los diez primeros que llegaban, si eran altos, veían el partido sin pagar...".

José Luis es uno de los mil primeros socios del Athletic (todo ellos con más de 50 años de antigüedad...) -amén de familiar consanguíneo de José Antonio Eguidazu, histórico presidente del club...- que estos días son invocados a Ibaigane para recibir una reproducción de la ficha original de su ingreso en el club. Se lamenta de que solo se conserve, entre los papeles rescatados, su segunda ficha. "La primera, de 1946, hube de cambiarla porque salía con una foto de niño y los porteros decían que no me reconocían. Pero me acuerdo bien de mi primer partido. El día que pisé San Mamés dejaba el fútbol en este campo Martorell, un portero del Espanyol...". Más vuela que corre su memoria cuando asegura que él vio "tres o cuatro partidos de rugby en La Catedral; al baracaldés Mundo jugar en San Mamés, ya en el Valencia, con una espinillera de escayola, y un partido insólito...". ¿Cuál? "Una selección de marines de un portaaviones británico contra el Athletic. Como anécdota pase, pero les dimos un meneo de cuidado. ¡10-0!".

A cuentagotas florecen los recuerdos, mientras el presidente del club, Fernando García Macua da la bienvenida a los presentes "a esta su casa". En la atmósfera se percibe el perfume de la emoción contenida. Una voz anónima me chista por detrás. "Diga usted que yo estuve en las misas por Iribar, para que no muriese por aquellas dichosas fiebres...". Dicho queda. José Antonio Sunyer, otro de los socios distinguidos por su fidelidad, se acerca al presidente y, con discreción, le insinúa que le han entregado la ficha de su hermano, también hecho socio por aquellas fechas. El club corregirá el desajuste, "algo lógico si se juzga toda la documentación descubierta en cajas que llegaron de las antiguas sedes del club y se amontonan en los sótanos".

Verse ahí, en la edad de la inocencia enmarcada, sobrecogió el corazón de quienes acudieron a la ceremonia. Desde Ignacio Javier Gabiria, hasta Alejandro Fernández, pasando por José Luis Martínez, Juan Ignacio Aspiazu, Emilio Jiménez, Jesús Egido, Juan José Medina (la ficha fue recogida por su esposa, Ana María Ortego...); José Luis Rojo, Manuel Díez de Ulzurrun, Aurelio Medina, un histórico de Foto Rodolfo; José María Urrutia, Javier Erice, Alberto Carlos Fernández del Olmo, José Ramón de la Rica, Julio del Río, Ángel Ibinarriaga, José Ignacio Arrieta, Sabino Zalbide, Kerman Ispizua, Adolfo Estefanía, Luis María Reka y Txaber Errazti, todos los presentes -llamémosles la generación de los trescientos, que por esos guarismos ronda su actual número de carné...- brindaron por una larga vida al club, el rey de sus emociones.

Cumplida la ceremonia, los agasajados se congregaron en los salones nobles de Ibaigane, donde el presidente hizo hincapié en los hallazgos encontrados entre tanto papel. "Hace poco le entregamos a Ángel Villar el informe, escrito de su puño y letra, en el que Piru Gainza recomendaba su fichaje. Se emocionó". Los papeles rescatados han dormido el sueño de los justos durante años en las sedes de Bertendona y Alameda Rekalde e incluso en la de la calle Ayala, recuerda el presidente. Jesús Egido, hombre punzante, recuerda el Café García, la Edad de Piedra del club. "Son cosas de Jesús", chista una voz a su espalda. Cosas de medio siglo en rojo y blanco.