Un sueño real
Tras llevar media vida luchando por llegar a la élite del fútbol, Urko Vera ansía la oportunidad de demostrar de lo que es capaz en el Athletic
bilbao
Cuentan los que conocen bien a Urko Vera que hubo una ocasión hace ya algunos años en la que su andereño del colegio Gabriel Aresti de Txurdinaga se acercó a la clase y preguntó: ¿Alguno de vosotros ha pensado alguna vez qué le gustaría ser de mayor? Contrariados, desprevenidos, el silencio se apoderó momentáneamente de un grupo de chavales que apenas superaba el metro cincuenta de estatura hasta que la voz enérgica de un niño espigado y con ganas de comerse el mundo irrumpió con fuerza. "Yo quiero ser delantero del Athletic". Corrían tiempos en los que Cuco Ziganda y compañía ponían en pie a La Catedral los fines de semana gracias a su olfato goleador innato, y eso, a ojos de un chaval de 11 años que en tres temporadas en las categorías inferiores del club rojiblanco llevaba 51 dianas, era poco menos que un espejo donde mirarse. Sin embargo, el destino todavía se guardaba un par de ases en la manga que a punto estuvieron de tumbar el sueño de aquel chaval de barrio que los domingos se dejaba la garganta en la grada animando a su equipo del alma, el de toda la vida, el Athletic.
Tras su salida de Lezama, Vera fue a recalar a las categorías inferiores del Santutxu, donde rápidamente llamó la atención de Mitxelo, capo de Maiona, actual presidente del club y padre del rojiblanco Ibai Gómez, que veía en él un futbolista capaz de hacer algo realmente grande. Su indiscutible capacidad goleadora y su instinto luchador y perseverante fueron su carta de presentación en el club bilbaino, en el que comenzó a formarse como jugador y como persona, y donde comenzó a marcar la diferencia entre sus compañeros.
El ascenso del Santutxu a Tercera División fue la excusa que muchos encontraron para comprobar si el atacante de Txurdinaga estaba a la altura de las expectativas que el club había depositado en él. Su respuesta no se hizo esperar. Habló en el campo, como acostumbra, y sus ocho tantos en su estreno en Tercera División hicieron que equipos de media Bizkaia empezaran a apuntar su nombre en la lista de posibles refuerzos.
Finalmente, tras estudiar una decena de propuestas, fue el Laudio de la misma categoría quien le reclutó entre sus filas y donde comenzó a ver un poco más cerca el sueño de levantar a la grada de San Mamés con sus goles, como años atrás hacía su ídolo de la infancia, Cuco Ziganda. Tras acabar la temporada con diez goles en su cuenta particular, el Athletic comenzó a ver en él una apuesta de futuro, aunque fue el Portugalete quien finalmente se lo llevó rumbo a La Florida, donde realmente el atacante bilbaino empezó a darse cuenta de que aquello iba en serio, aunque en el fondo prefería no terminar de creérselo.
Fue allí donde comenzó a plantearse seriamente la posibilidad de dejar su empleo como almacenero en una empresa de Arrigorriaga, y fue allí también donde todo un campeón de Europa como Carlos Marchena, por aquel entonces jugador del Valencia, se dirigió a él al finalizar el partido de Copa que enfrentó al conjunto ché y al Portu -partido en el que Urko anotó el único gol del conjunto jarrillero- y con semblante serio le espetó: "Has jugado un partidazo chaval, ojalá tengas suerte en la vida y puedas llegar a Primera División". De aquella conversación con el central internacional, Vera guarda como oro en paño la elástica del hoy jugador del Villarreal, con el que, si nada se tuerce, volverá a reencontrarse esta temporada.
Su paso por el Eibar, donde consiguió anotar 14 dianas, sirvió para que el atacante de Txurdinaga tomara la medida a la Segunda División B, categoría que fue alternando con el segundo equipo armero; y donde despertó la curiosidad de Aitor Larrazabal, entrenador del Lemona, quien, al igual que Mitxelo años atrás, vio en sus portentosas cualidades físicas la pieza perfecta para apuntalar el ataque cementero. Tras declinar varias ofertas importantes de clubes de todos los rincones del Estado -algunos como el Ibiza o el Murcia estaban dispuestos a tirar la casa por la ventana por hacerse con sus servicios-, una reunión de 20 minutos con el exlateral rojiblanco sirvió para que Urko se comprometiera con el Lemona para una temporada, donde hasta la fecha ha conseguido 15 tantos, 13 en Liga.
Tras media vida luchando por llegar a la élite, Urko Vera, mayor de tres hermanos, se encuentra a las puertas de defender los colores del equipo de su vida, del que es hincha incondicional desde pequeño, y por el que está dispuesto a demostrar que los que un día le señalaron como virtuoso, no se equivocaron.