cUENTAN los libros de Historia que en la antigua Castilla, para asustar a los moros, ataron el cadáver de El Cid a su caballo Babieca. Solo su imagen cabalgando por el campo de batalla inspiraba tal terror en los musulmanes que retrocedían, devolviendo metro a metro el suelo que antes ocupaban. Trucos de guerra. Antes que llorar la pérdida de un líder y de un referente en el frente, era mejor utilizar su carcasa para engañar y despistar al enemigo antes de acertarles con un mortal estoque. No se sabe si Joaquín Caparrós se encerró durante la semana pasada en una biblioteca (dicen que en Lezama hay una muy grande, mágica, como la de Harry Potter) para rebuscar en las enciclopedias semejante estrategia. Pero lo cierto es que ayer decidió disfrazar a Fernando Llorente de El Cid, sin caballo, pero con Gaizka Toquero, que también corre lo suyo. Los dolores en las cervicales del ariete habían disminuido, se habían disuelto, pero por más que el entrenador jurase y perjurase que estaba al 100% para jugar, las dudas se cernían sobre Bilbao.

El Llorente que saltó ayer al inmaculado césped de San Mamés no era el de siempre. Tenía un limitador, como los coches de alta cilindrada. El delantero jugó con una premisa muy clara, tocar el balón con la cabeza lo menos posible. Y pedirle a Llorente que juegue sin la cabeza es como insinuarle a un niño que se olvide de sus juguetes nuevos. Pero Caparrós quería que el 9 estuviese ahí, como El Cid, para intimidar y meter el miedo en el cuerpo de cuantos más defensores del Hércules mejor. Y si luego suena la flauta... ¡todos a bailar!

Y así saltó el Athletic al campo, con un jugador mermado. ¡Como si no hubiese en la nómina rojiblanca delanteros a los que no les doliese la cabeza!

Ya es costumbre que el Athletic empiece los partidos con un arreón ofensivo, buscando abrir el partido por las bravas. Es por eso que ya nadie se entretiene en los minutos previos. Quien no llegue a su asiento para el pitido inicial del árbitro sabe que se puede perder algún golito tempranero. En el antepalco de autoridades algunos tuvieron que apurar los negocios para cumplir con el horario. Por allí se abrazaban Fernando García Macua y José Luis Ordeñana, presidentes de Athletic y Lemona, respectivamente. En los prolegómenos del partido hablaron de Urko Vera. De si dejará el equipo cementero, de cuándo lo hará, a cambio de qué, a cambio de quién... Lo que se sabe es que el delantero será rojiblanco y, para cerciorarse de que el acuerdo se realizaba como Dios manda, asistieron a las conversaciones Julen Belaustegi, directivo rojinegro, y Tiniko Trespalacios, director deportivo de los de Arlonagusia.

Hay fieles, hay sufridores de chaqueta y corbata que no faltan nunca a su cita con el Athletic. Ricardo Barkala esperaba al partido convencido de que por fin el Athletic ocuparía una plaza europea. En ese sentimiento, en esa corazonada, le acompañaban muchos de los allí presentes: Pedro Aurtenetxe, Juan Mari Aburto o el nuevo presidente del Club Deportivo, José Luis Lasa. Si hay fieles, también los hay que pisan esa sala honorífica por primera vez. Ayer estaban invitados los representantes de dos peñas rojiblancas: Lehoiaren Bihotza de Ortuella y la Peña Garmendia de Basauri, a la que pertenecían Txemi Bernaola y Jon Etxebarria.

En el césped la cabeza de Javi Martínez abría el marcador para gozo del presidente de la Federación Vizcaina de Fútbol, Iñaki Gómez Mardones, y su secretario Kepa Allica. Desde la Federación Alavesa se presentó Pedro Solaun, que bendecía el cuero cabelludo del jugador navarro, que parece haberse abonado a tareas goleadoras. Con el partido descorchado el Athletic se disolvió hasta que el enésimo ejercicio de tesón de Toquero y un conato de gresca de Iker Muniain reactivaron los cánticos y el juego del Athletic. En ese minuto mágico llegó el gol de Fernando Llorente, que se acordó de lo que es capaz de hacer con la cabeza que ayer se negaba a utilizar. En el palco Michele Pertusi, el barítono italiano, cantó como nadie el gol. Y al son de su voz, de la alegría de todo el campo de San Mamés y al de los pelotazos del Athletic disfrutaron Luis Berenguer, presidente de la Comisión Nacional de Competencia, Joseba Andoni Bikandi, el presidente del Tribunal Vasco de la Competencia y el vicepresidente del mismo organismo, Juan Luis Krucelegi.

José Miguel Lanzagorta, de Norbega; Javi López, de Bilbao Dendak; Pablo Muguerza y Raúl Reguero salieron sonriendo tras ver a Muniain bailar frente a la grada en la celebración de su gol. Un lunes con semejante espectáculo no tiene precio.