Iker Muniain triangula su posición en el ataque
el joven iruindarra jugó como interior por ambas bandas y finalizó como acompañante de llorente
bilbao. Iker Muniain, foco del vilipendio y del escarnio por parte de los numerosos aficionados osasunistas que se acodaron en San Mamés (las declaraciones realizadas por el futbolista respecto a su relación con Osasuna no sentaron nada bien en la afición rojilla), se desplegó en el ataque rojiblanco desde tres posiciones muy orilladas entre sí. Se postuló desde ambas bandas antes de recalar en el retrovisor de Fernando Llorente en el último tramo del partido.
El joven de La Chantrea arrancó el duelo con su electricidad habitual desde el costado izquierdo acompañando a Jon Aurtenetxe, que regresaba a la titularidad después de sentarse en el banquillo frente al Real Madrid. Desde la banda izquierda, Muniain inquietó y encaró con descaro, pero le faltó sintonía para finiquitar varias jugadas que intentó. Aún así, Iker fue de lo único que se salvó en la propuesta bilbaina, a años luz de sus anteriores comparecencias en San Mamés.
Mediada la segunda mitad, Joaquín Caparrós decidió que Igor Gabilondo, un zurdo, sustituyera a Markel Susaeta, un diestro. Así que fue Iker Muniain el encargado de ocupar la posición del eibartarra desde la que intentó colaborar, aunque le faltó el muelle del arranque. A pesar de todo siempre se mostró dispuesto a competir. A quince minutos del final del duelo, el técnico de Utrera decidió relevar a Gaizka Toquero para dar carrete a a David López. El riojano se instaló en la banda derecha, su posición natural, así que Muniain volvió a mudar su situación en el campo y se incrustó por detrás de Fernando Llorente tal y como sucedió en el Santiago Bernabéu. Lo hizo hasta el minuto 86. Fue entonces cuando, derrengado, acabó su aventura porque Caparrós optó por la frescura de Ion Vélez para acometer los minutos definitivos de un duelo que resolvió el coraje y la cabeza de Carlos Gurpegi. c. ortuzar