Nueve días para celebrar las mejores fiestas del mundo

Aquella Aste Nagusia que hace casi medio siglo se zambullía en la fiesta y la libertad añade hoy decenas de matices. Quienes se acercan saben lo que buscan. Y buscan en las fiestas de Bilbao lo que tenemos: diversión, buena vida y respeto.

Es la Semana Grandeuna fiesta gestada en la propia sociedad civil. Fiesta que hizo jirones normativas vigentes, agitó bigotitos y peinetas y sacudió mentes y corazones. Unos festejos que tenían como escenario una ciudad contaminada, infartada por un tráfico infernal, deprimida, con solo media docena de hoteles y desierta en agosto.

Ni un alma. Pero muchas ganas. Aquel esbozo casi improvisado ha ido ganando prestancia Aste Nagusia tras Aste Nagusia.

Hoy, Mari Jaia cose diversidades en su falda de patchwork. Olvidado el apolillado pasado, celebra el respeto entre diferentes. La libertad es un hecho. Es la hora de las libertades. Con todas sus tonalidades.

Es la hora de las lenguas, los colores de piel, las religiones o su ausencia, las opciones y decisiones de género, las edades (las que existen y las que no), las tradiciones y las innovaciones, el baile, la contemplación, la promiscuidad, la castidad, la abstinencia, la ebriedad con fronteras, la noche, el día y la tarde, el deporte, el sillón, los fuegos artificiales y los artificios ardientes, la música y el sueño, el agua y el firme, gigantes y bajitos.

Y la opción de ser hoy gigante y mañana bajita. Aquella Aste Nagusia que hace casi medio siglo se zambullía en la fiesta y la libertad añade hoy decenas de matices. Se preocupa de que la diversión y la libertad sean accesibles para las personas con movilidad y capacidades sensoriales particulares. Quiere que lo pasen bien quienes interpretan su entorno de un modo distinto.

Se obstina en que cualquiera puede acceder a todo tipo de servicios. Pone mucha atención en la seguridad, tanto en la alimentaria, como en la circulatoria, y, principalmente, en la de las personas especialmente vulnerables.

A todo esto se añaden los cientos de miles de personas que llegan a Aste Nagusia desde casi cualquier punto del mapamundi. Aquella Semana Grande que peleaba para que la bilbainía andante no se fuera al monte, la playa o el pueblo.

Aquella que soñaba con que el personal regresara para pasar las fiestas. Aquella, jamás hubiera podido imaginar que se transformaría en el mayor reclamo de Bilbao solo por detrás del Athletic y algo que se llamaría Guggenheim.

Quienes se acercan saben lo que buscan. Y buscan lo que tenemos: diversión, buena vida y respeto. Es lo que cobija Mari Jaia. Por eso estas son las mejores fiestas del mundo.

Las puntadas que cosen la falda de Mari Jaia

Todas las puntadas que cosen el vestido de Mari Jaia llevan hilo. Un hilo de números. Para empezar, es previsible que en los 9 días que van del 16 al 24 de agosto, las actividades gratuitas cuenten entre 1,5 y 2 millones de asistentes.

En torno a 50.000 se reunirán en la Plaza del Arriaga para vivir el Txupinazo. Por el Txikigune pasarán más de 100.000 personas, igual que viendo los fuegos artificiales desde la calle cada noche. Los conciertos congregarán en total a más de 200.000 personas.

Bilboko Konpartsakorganizará en torno a 600 eventos gratuitos. El Ayuntamiento propone23 espectáculos de teatro de calle presentados por 19 compañías, entre las que hay 7 euskaldunes, 5 estatales y 7 internacionales. Tendrán lugar más de 100 actividades centradas en tradiciones vascas, deportes rurales y otras expresiones.

Se podrá asistir a más de 250 conciertos en plazas,txosnas y recintos populares. Habrá 37 txosnas, 24 puestos de artesanía, 10 puntos de venta de globos y 6 food trucks. En el Parque Etxebarria se podrán encontrar 72 atracciones de feria y un circo. Son los números de Aste Nagusia.