La mejor manera de predecir el futuro es creándolo, lo que hizo ayer Roca Rey desmelenado. Hoy le espera Vista Alegre con el corazón en un puño, malherido por el criterio de un presidente escrupuloso con la espada y poco sensible a las emociones. Un robocop. ¿Ha de ser así? ¡Quién sabe! En una tarde de vientos templados, con las eleganteces de José Mari Manzanares (sus cambios de mano son pura lujuria y mata como mataría Tyson, con un puñetazo de órdago pero da la sensación de que falta algo...) y la justeza de fuerzas en las dos apariciones de Alejandro Talavante (sus dos toros fueron los peores del encierro y anteayer el diestro se había roto una costilla: como para pedirle peras al olmo...), todo quedaba en manos de Roca Rey, el hombre que llenó la plaza. El rey del Perú repite hoy, en la esperada tarde grande, y pareció que entrase a ritmo cauteloso pese a que sus primeros muletazos, agarrado al estribo, llevaban almíbar. Luego el toro desarrolló malas pulgas y el diestro lo pasaportó. Así hasta que llegó el sexto. Ahí cambió.

Porque el buen hombre intuyó que el tesoro del día estaba escondido en el fonde la cueva y lanzó un ¡ábrete sésamo! que enardeció a Vista Alegre. Vio de salida que aquel era un toro noblón que pedía aire para moverse y tras el arrebato de los orígenes, con pases cambiados de rodillas y una serie de muletazos templados en la misma postura, se puso en pie. Dejándole respirar al enemigo, se lanzó en expedición a la búsqueda de las riquezas sin moverse de la boca de riego para que todos ustedes, señores y señoras, lo viesen con claridad. Llegaron entonces dos series encadenadas con la diestra y una tercerasd, morrocotuda, al natural. Fue el suyo un toreo de largo trazo y mano baja, con la precaución de no reventarle al toro. Sin exigencias. Cochabamba, feo de narices en sus hechuras, traía consigo nobleza y un punto de movilidad si se le sabía esperar. Es lo que hizo Roca Rey hasta que vio que el animal ya no podía más.

¿O no? Porque aún faltaban los tiempos de guerra, la hora del arrebato. Con el toro ya en fatigas apareció, de repente, un pase cambiado por la esplada en medio de una serie con la zurda y decidió el diestro que ya era la hora de adentrarse hasta el mismísimo infierno. Comenzó a balncearse sobre la cuna de los pitones del toro, llegando incluso a citarle rozándole con la taleguilla. Vista Alegre se incendió. La gente decía ¡no, no, no! pero vibraba como nunca en la tarde.

Era el juego por delante y por detrás, con la muleta que cimbreaba como las caderas de Josephine Baker y con el cuerpo ardiente, ofreciéndoselo al toro como sacrificio. Se armó el albotoro, cómo no y si me lo permiten decir así, mientras el tipo se balanceaba sin red. En la atmósfera se respiraba el Chanel de las grandes faenas cuando Roca Rey se detuvo y calló el pasodoble. Cuando se preparó para darle muerte al animal, con tanto y con todo ya hecho. Se lanzó tras la espada con voracidad, con una sensación que nos lleva al origen de los tiempos. ¿Acaso tener hambre no es la cosa primera que se aprende cuando uno nace...? Cuando la espada desapareció enterrrada en la carne, Vista Alegre estalló como si se hubiese firmado la paz, un armisticio que acababa con esa Guerra Mundial en miniatura. Una nevada de pañuelos sembró Vista Alegre y Matías, el presidente, no tardó en el recuento. ¿Qué podía fallar entonces? Esa mirada al microscopio tan propia de los viejos tiempos, de aquella afición sabia y exigente que recordaba al jurado de los Doce hombres sin piedad, la vieja película de Henry Fonda. Eso fue lo que falló para la inmensa mayoría. Muchos de ellos y de ellas volverán hoy con los ojos inyectados en sangre.

No puede uno salirse de la crónica sin recordarles que José Mari Manzanares abrió la tarde frente a Marchante, un toro que embestía como un planeador. Lo toreó termplado y largo, sí, pero sin ceñírselo a la cintura, sin exigencias. ¿Quedó elegante el asunto? Claro que sí y la espada-obús lo remató todo. Como también bailó frente al cuarto de la tarde, con el mismo pecado original. Fueron delicatessen que no quitan el hambre. El que sació, ya se lo dije, fue Roca Rey.

La corrida de ayer

l Ganadería. Toros de Victoriano del Río, de juego desigual pero toreable. El sexoto, el cinqueño ‘Cochabamba’ fue el mejor de los seis.

l José Mari Manzanares, de nazareno y oro. Estocada contraria propia de un K.O. (oreja). Pinchazo y estocada hasta la bola (ovación).

l Alejandro Talavante, de azul marino y un entreverado de plata y oro. Tres pinchazos y estocada desprendida (silencio). Pinchazo, media tendida y cuatro descabellos. (silencio).

l Roca Rey, de sangre y oro. Media o pinchazo hondo, como prefieran. (silencio). Estocada desprendida (oreja y fortísima petición de la segunda)

La corrida de hoy

l Ganadería. Los toros de la ganadería manchega de Daniel Ruiz debutan hoy en Vista Alegre por todo lo alto. No en vano la ganadería lidiará en las Corridas Generales 2024 en un cartel estrella, pues será en la despedida de Enrique Ponce .

l Enrique Ponce. Resulta complicado cantar más aleluyas a quien ha sido el torero de Bilbao durante años. Hoy llega a Vista Alegre para su despedida y se le aguarda con veneración.

l Roca Rey. Tras el vendaval que provocó ayer en el ruedo de Vista Alegre, el diestro de Perú trae la intención de montarla de nuevo.

l Pablo Aguado. Llega con el cartel de triunfador absoluto de la feria donostiarra lo que puede traducirse como un momento dulce en su toreo.